Torticas de calabacín y garbanzos

misericordia 
Del lat. misericordia.

1. f. Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos.
2. f. Pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente, medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie.
3. f. sujetalibros.
4. f. Puñal con que solían ir armados los caballeros de la Edad Media para dar el golpe de gracia al enemigo.
5. f. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.
6. f. p. us. Porción pequeña de alguna cosa, como la que suele darse de caridad o limosna.

Doña Misericordia, arrogante dama vestida de clemencia, nacida entre golpes de pecho y rezos con todo su teatrillo para burlar a la bondad, esa que nace del alma humana sin paliativos, sin recompensas divinas y sin miedos al tormento en un juicio final. Tan doña y tan divina es, que se siente virtuosa de lo humano y lo divino, la reina de la caridad y la limosna. Tan redicha y henchida que representa el novamás de la santidad espiritual como si fuera un título nobiliario que se puede comprar para asegurarse la entrada al cielo.

Pero los que no creemos en paraísos post mortem, los que sostenemos que después de la muerte no hay nada, conscientes que lo único nuestro es la vida que poseemos, sabemos que donde nace el enternecimiento no es en un templo sino en el corazón y que nuestra alma no pertenece a ningún dios caprichoso y olvidadizo de los más olvidados. Dejo por un momento a ese dios a un lado y me centro en esta señora; si es verdad que existe, si es real y virtuosa ¿por qué existen estas listas negras de emergencias humanitarias año tras año? ¿por qué tantas guerras y conflictos e invasiones? genocidios, apartheids...
Es tristísimo ver cuantísimo mueven las religiones en el mundo, las que tanto hablan de misericordias pero a la vez azuzan a los suyos a hacer el mal. La interpretación de Israel de sus libros sagrados para sembrar tanta muerte; los videos que la iglesia rusa hace rodar entre los soldados que combaten en Ucrania para que crean que dios está de su parte... y todas ellas, las tres herederas de Abraham, justifican y han justificado que los suyos maten sin miedo al castigo divino. Que dios se lo perdona todo si rezan, dicen. 

Porque la misericordia divina es tan espléndida que lo perdona todo si eres lo suficientemente devoto y fervoroso porque así son las cosas; la conciencia y la bondad se entierran en el bienaventurado rezo a un dios que perdona a unos y condena a muerte, tortura y sufrimiento a otros. Porque sí.
“Había necesitado muchos años de sufrimiento y miseria para conquistar los privilegios de la soledad, y no estaba dispuesta a renunciar a ellos a cambio de una vejez perturbada por los falsos encantos de la misericordia.” Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.


Ingredientes:
  • 2 calabacines
  • 1 bote de garbanzos cocidos
  • 1 cebolla 
  • ají seco (amarillo o rojo), chile seco o pimiento choricero
  • pan rallado (todo el que te admita)
  • ajo en polvo
  • mejorana u orégano
  • una pizca de comino molido
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. Pon a remojar en agua caliente el pimiento, ají o chile seco una media hora antes. 
  2. Pica la cebolla y en una sartén con un poco de aceite la sofríes junto con el ají.
  3. Tritura el calabacín primero, añade después los garbanzos, y el sofrito junto con la sal y las especias. 
  4. Una vez echa una pasta, es hora de añadir el pan rallado. ¿Cuánto? lo que te admita hasta que tengas una masa que se deje manejar. Aunque muy pegajosa tienes que poder hacer bolas con la masa y aplastarlas un poquito.
  5. En una sartén con algo de aceite, colocas la masa y después de un min. más o menos, le das la vuelta y la aplastas con la espátula para darle la forma. Deja que dore bien por ambos lados a fuego medio o medio alto (dependiendo de cada cocina).
  6. Sirve con tu salsa favorita. 

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