Buttermilk pie, si tú me dices ven

No detengas el momento por las indecisiones para unir alma con alma, corazón con corazón reír contigo ante cualquier dolor llorar contigo, llorar contigo será mi salvación pero si tú me dices ven lo dejo todo que no se te haga tarde y te encuentres en la calle, perdida sin rumbo y en el lodo si tú me dices ven..lo dejo todo.
Canción de los Panchos (hasta donde yo sé) 

¿Qué me llevo? ¿cuántas mudas pongo? ¿qué saco de la maleta? ¿cuántos kilos van? ¿llegué a los 22? y así cada viajecito, cargado de indecisiones que te dejan con el alma en un puño. Y eso de alma con alma como que no, que los nervios no arrancan más que riñas y con el come-come del "corre que no llegamos" dime tú quien se acuerda de los boleros. Mecachis, porque aquí una, de letra presente, cogió un avión a pie de pista y gracias al de la torre de control que se tiró el pisto y nos sacaron unas escalerillas de emergencia. Un número como pocos, te lo juro. Claro, eran tiempos en los que la compañía te tenía que pagar una pasta si despistaba tu equipaje -las maletas estaban en el avión sin nosotros- y para colmo nos las habían factura de forma algo irregular porque si es ahora ya te puedes comer los mocos que les da igual ocho que ochenta. Si te pierden la maleta te regalan un neceser de urgencia con un paquetico de pasta de dientes que dura dos cepilladas y apáñate por la cuenta que te trae. Y esto no es lo peor, que en chicha ajena he visto como los de Ryanair dejaban a mi amiga del alma desalmada y con su bebé en tierra así, como la canción: no se te haga tarde y te encuentres en la calle sin rumbo.

En otra, sacando los chorizos y los quesos porque viajaba sola con Lucas y con una maleta grande, una silla de bebé, una mochila llena de pañales y biberones y qué sé yo que más llevaba. El caso es que la tipa me dice que no más de 30 kilo por bulto... "y en cuánto me he pasado, alma cándida?" pregunto yo -más o menos, que no es muy literal mi transcripción-. "Su maleta pesa 32". ¡Hala! toma dramón. Ni te cuento la que montamos en le mostrador de barajas sacando las latas de aceitunas y pidiendo a la buena mujer que repesara la maleta a ver si ya; pues no, a ver si sacando esa longaniza... pues tampoco. Y tú pensarás, pues hay que leer las condiciones de la compañía antes de volar, ¡guapeta!. Ains pero qué ingenuidad la tuya. Adivinar en qué compañía vuelas es más difícil que jugar al Cluedo porque tú contratas tus billetes con una y luego te hacen volar con dos y hasta tres distintas. Así que estás en manos de la divina providencia y a la que te encaminas al terminal vas rezando a San Cristobal -porque para viajar volando es el mismo santo, no?- para que te toque la compañía guay, esa que le importa un carajo si tu maleta es grande chica o de diseño y de paso, que el personal sea del que pasa ocho pueblos de si estás con un kilito de más o de menos. Porque, digo yo, que por un par de kilos de legumbres de más el avión como que no se cae, ¿no?
En fin, que te iba a contar otra que tuve pero veo que ya me he enrollado una barbaridad y aún no tienes ni idea de qué va esto. Pasa que nos vamos a España y que nos hemos quemado con los viajes aéreos, así que nos apetece recuperar un poco de "paz" y viajar a la antigua, con un termo de café y bollitos para el camino, canciones populares y el maletero a reventar. El plan suena a música de violines: bajamos a la Toscana, daremos un paseo por Florencia y en un ratico corto nos ponemos en Livorno  para embarcar en un ferry hasta Barcelona. Y el resto, pues pan comido.

Ni idea de si llegaremos rotos, enteros o deforma'os pero así son las aventuras. Y mira, nosotros, tan Panchos, porque mientras el Señor Capitán no pierda el rumbo, nosotros felices y contentos. Porque hay que probar de todo en esta vida y aunque esta pericia ya la hicimos con una furgoneta y un remolque arrastrando todos nuestros enseres rumbo a Leoben, es la primera vez para el pequeñajo, a ver mi niño que cara pone cuando vea tanta agua junta:-)

Así que me he dicho, dale al blog con la tarta de Buttermilch que he oído en algún lugar que en la cadena Lidl  la venden - y/o en el Aldi? puede ser-. El caso es que Buttermilch es suero de mantequilla tal cual. También he visto alguna receta que dice que se puede hacer cortando la leche con un poco de zumo de limón, con lo que obtenemos suero de leche que nada tiene que ver.  El mejor sustitutivo es el yogur para beber, tanto en textura como en sabor. Tiene un regusto ácido que es un puntazo a la hora de preparar dulces, derrocha alimento del bueno y no contiene casi grasa. Para mi gusto, es perfecto en repostería y esta tarta es la prueba. Fácil y muy especial. La encontré en el blog Homesick Texan y si entras encontrarás testimonio gráfico del puño y letra de la Grandma Blanche de que ésta es una tarta texana con mucha historia. El problema es que tiene una cantidad de azúcar y de mantequilla ingente... lo intenté -lo juro- ya que leí que había que confiar en el buen hacer de la abuela Blanche pero no fui capaz y  he pecado y he violado la receta de la Grandma americana y me he cepillado de una pasada una taza entera de azúcar así como la mantequilla que me la pasé a cuchillo y la dejé en la mitad. De entrada, perdí esa costrilla de arriba que forma el azúcar y la manteca pero juro que el pastel estaba delicioso. Que me perdonen los nostálgicos texanos por hacerle al pie  una liposucción de ese calibre pero el michelín obliga y no estaba dispuesta a que mi confianza en Mrs. Blanche terminara depositándose en mis ya curradas pechugas.



Ingredientes para la masa:
  • 200 gr. de harina
  • 125 gr. de almendras molidas
  • 1 huevo semi batido
  • 2-3 cucharadas de agua fría
  • 100gr. de mantequilla cortada en trozos
  • 1 pizca de sal
  • 2 cucharadas de azúcar

Ingredientes para el relleno:
  • 1 taza rasa de azúcar (180gr.)
  • 1 cda. de harina de trigo y otra de maíz 
  • 60gr. de mantequilla en pomada
  • 3 huevos grandes
  • 1 taza de Buttermilch (perdón, en este caso debería decir buttermilk)
  • 1/4 de cucharadita de bicarbonato
  • vainilla
  • 1 cdta. de vinagre blanco (yo usé balsámico blanco)

Preparación:
  1. Mezcla todos los ingredientes hasta que tengas una masa homogénea. Para endurecerla, deja que repose en el frigorífico una 1/2 hora.
  2. Precalienta el horno a 180ºC. En un bol o jarra, mezcla todos los ingredientes del relleno con ayuda de la batidora eléctrica.
  3. Forra con la masa un molde engrasado  -del tipo para hacer los quiches- y le añades la mezcla del relleno.
  4. Hornea hasta que la crema está cuajada (unos 40-45 minutos) y coge un bonito color dorado en la superficie.

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