Rollos de col rellenos de queso y nueces (krautwickel)

Hoy toca otra vez comida asilvestrada. Bueno, es una mezcla de ingredientes silvestres, caseros, del huerto y del árbol del vecino. Y la receta, de la Majuluta, para que veas, mío, lo que se dice mío el decorado y el gustazo, porque como es de ley en esta casa, todo lo que se bloguea se come hasta no dejar ni las migas puesto que bajo mi techo es casi una obligación darle al pan y moja.

En mi más tierna infancia, hice un breve paso por un colegio de monjas y dos cosas tengo grabadas de entonces: que del cocido se comía todo, incluido el tocino lo cual me inducía al llanto más histérico jamás derramado y que las niñas bien educadas no mojan el pan en el plato. Hoy sigo sin comerme el tocino del cocido -de hecho no le pongo- y sigo mojeteando el pan cual posesa. Hasta en el vino! que cuando un buen pan, tierno y tostado se sienta conmigo en la mesa no puedo contener la tentación de mojarlo en un vasico de vino joven y afrutado, de esos que no llevan etiqueta y que en algunos pueblos castellanos aún puedes comprarlo a granel.  Supongo que será cosa de mi neura pero la magia se rompe en vinos finos. A saber, pero lo cierto es que no sabe igual.
Hasta que unos años después, cuando ya solo quedábamos dos chicas asalvajadas vistiendo como muchachitos, se me cruzó un chico de clase que de buenas a primeras me hizo perder la compostura y el seso. No sé como pasó pero de la noche a la mañana cambié mi vestuario, me depilé las piernas, me compré unos taconcitos y cada día salía de casa con un poco de colorete y brillo de fresa en los labios... A pesar de la metamorfosis, algo asilvestrado siguió siempre a mi estela. Igual que la cabra tira al monte, yo tiro al campo. No hago ascos ni a una zona verde ni a un secarral. Igual me da uno que otro con tal que pueda andar y trotar. Soy de esas personas que saborea más un bocadillo campero que un solomillo urbano y defiendo a capa y espada el pueblo de toda la vida frente al mundo rural que se han inventado las agencias de turismo.

En los pueblos, siempre se salía a coger. Cada año religiosamente y hasta los abuelicos más delicados se echaban la bolsa al brazo y salían a por espliego, castañas, madroños, avellanas, orégano, setas... cada uno, a lo suyo. En el mundo turistarural, no hay bolsas ni sacos ni cubos. Solo frascos muy monos con letritas rústicas que dice miel de aquí, mermelada de acá o licor del más allá... y pagamos unos precios que los más mayores nos toman por bobos... pero quién paga eso por una confitura que se cuece en 20 minutos!!!! bobos profundos, sin lugar a dudas.

Quizá es por eso que los platos que hemos hecho, recogido o plantado, son los más ricos. Porque además de ese encanto cara a cara con lo natural y la nostalgia a infancia  -Günter y yo guardamos muy buenos recuerdos de salir con los mayores a "coger" al campo - uno se siente menos bobo. Más autónomo y feliz aunque no sepa explicar por qué... y lo más importante, comes lo que la tierra te va dando a cada momento, es decir, lo que tu cuerpo necesita para estar sano. Las verduras de otoño tienen mucha vitamina C para encarar los primeros fríos. Los frutos secos muchas proteínas, etc. La vida sabe que darnos en cada momento y el supermercado nos ha idiotizado. Comemos mal porque hemos perdido los referentes. Así que hay que volver a aprender lo olvidado por puro placer y de paso mejorar nuestra calidad de vida :-)
Los frutos naturales no son tan bonitos de aspecto y desde luego necesitan bastante más dedicación que pasear un carro de la compra pero merece la pena. Pensando en una receta que dedicar a Ajonjoli en ésta, mi segunda contribución a su evento de comida asilvestrada, se me ocurrió que un plato con algo de huerta, queso casero y con nueces asalvajadas era la mejor dedicatoria que podría hacer a una mujer que defiende a capa y espada un mundo más sano y natural no solo para los terrícolas sino por supuesto, para la gran bola que nos sostiene.

Encima, la receta es de la Majuluta sinónimo de "rico fijo" y la hice por primera vez en navidad. Nos enamoró el piloro! dicho así parece una cochinada pero nada que ver. Es un plato delicioso y muy apropiado para encarar el otoño ya que todos sus ingredientes confabulan con nuestras defensas para estar robustos y fornidos.

Estos krautwickel o rollos de col están rellenos de patatas, queso de cabra y frutos secos (nueces, avellanas y almendras). Las avellanas son la última remesa recogida este año ya que a estas alturas ya no hay. Las que quedan sin recoger ya tienen inquilinos viviendo dentro. Las nueces, las recojo de las que caen del árbol de mis vecinos que afortunadamente se cuelan sus ramas en nuestra parte pero aún no están secas, cachis. Usé compradas pero que sepas que la receta original incluye las nueces de los Hirschmann que son las mejores de esta parte del Mur.
La receta del queso, aquí, y usé mitad y mitad leche de vaca y de cabra. El queso de untar, también es casero pero su elaboración tendrá que esperar a mis próximos capítulos de experimentos lácteos.... y bueno, no lo iba a decir pero sí, lo digo que si no me enveneno. No sé si te habrá levantado sospechas pero estos rollos están recalentados ya que les rendimos cuentas para cenar y todo lo que se cena no lleva foto que no me gusta la luz artificial. Ventajas? que el sabor gana una barbaridad. Desventajas? que se secan más... Para rehidratar un gratinado nunca lo hagas añadiendo más grasa. Siempre con un chorrito de agua, de caldo o de vino dependiendo de la ocasión pero se trata justo de eso, hidratar de nuevo y no de enmantecar. Además, usé esta vez col rizada que me encanta pero es más seca. Sus hojas se chupan todos los líquidos rapidísimo así que a la hora de gratinarlos les añadí caldo de verduras que los rollitos chuparon en un santiamén. Por lo demás, la receta está íntegra, sin mutaciones.


Ingredientes:
  •  hojas de repollo blanco (yo usé col rizada)
  • 3 patatas medianas
  • 200gr. de queso fresco de cabra
  • 50gr. de queso crema de untar
  • 1 huevo
  • nueces y almendras tostadas a tu gusto
  • avellanas molidas a tu gusto
  • 1/2 cucharadita de semillas de coriandro (semillas de cilantro)
  • un par de ramas de tomillo
  • perejil picado
  • sal, pimienta
  • un poco de aceite o mantequilla
  • pan rallado y avellanas molidas para espolvorear 

Preparación:
Separa las hojas de repollo, lávalas y blánquealas en agua hirviendo. Este proceso consiste en irlas cociendo en abundante agua como 2 o tres minutos y pasarlas a otra olla con agua fría. Las secas y las reservas. Yo no las blanqueo al tiempo si no que voy haciendo 2 -3 al tiempo para evitar roturas. El proceso no nos quitará mucho tiempo.

De antemano, cuece las patatas en un poquito de agua con sal. Mientras, en una sartén con un par de gotas de aceite, tuesta las almendras y las nueces a fuego moderado y moviendo constantemente para que no se quemen. Cuando estén las patatas blandas, las pelas y las machacas con un tenedor. Agrega los quesos, las nueces (los tres tipos), el tomillo deshojado y el coriandro molido ligeramente. Salpimentar, mezclar con el huevo y finalmente el perejil picado.

Coloca un poco de relleno en cada hoja de col (o la mitad si la col es muy grande). Yo quito siempre la "columna vertebral" de la col, la zona más dura y blanca que tiene en la parte central e inferior de cada hoja. Suelo usar piezas grandes para que cada rollito necesite solo de media hoja...  el relleno colócalo en la parte inferior para que quede bien envuelto. Cuando lo enrolles, dobla los bordes hacia adentro para que quede bien sellado. Coloca cada uno en una fuente para horno. Aquí, es donde le pongo un poco de caldo de verduras. Apenas lo suficiente para que moje el fondo de la cazuela sin que llegue a cubrirla. Si te pasas, se van a quedar caldosos y lo que se pretende es que la col se hidrate y no se seque en el horno. Acto seguido, espolvorea con el pan rallado y un poco de avellanas molidas y esparce un chorrito de aceite o de mantequilla sobre cada uno. Hornea a 190ºC unos 25-30 minutos hasta que estén dorados por encima y el caldo se haya consumido. Si ves que se doran demasiado rápido, reduce la temperatura del horno.

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