2ª parte, señales y pan marcado
El mundo está lleno de señales. Algunas, son completamente metafísicas, de esas que uno descubre -o se inventa, que para el caso es lo mismo- para dar sentido a lo vivido o a lo que ha de venir. Otras son imágenes de lo obvio, de esas que suelen poner las autoridades o propietarios para dejarnos bien clarito al personal lo que no podemos y/o debemos hacer: prohibido aparcar, prohibido pasar, prohibido acampar.
Porque si algo tenemos en común todas las culturas es el gusto por la prohibición porque, a pesar de tener cada cual su repertorio particular, existe una variedad común de noes, tabúes y demás parientes. Si lo piensas en frío, el mundo es un poco la leche. Entramos en conflicto cuando se trata de establecer libertades pero con las prohibiciones, hala, tan contentos... y que ceda el paso otro, verdad? ... ainsss... así que me resultó la mar de curioso encontrar este stop, una señal invertida en el símbolo más estandarizado del planeta. Para que luego digan que Spain no es diferente...
Otras señales, llaman la atención por lo que tienen de incongruentes. A quién se le ocurre dibujar una señal en un tronco de madera en un desierto, donde encontrar un árbol en el que buscar una sombrica es casi misión imposible?... Las cuatro higueras que quedaban en las ramblas alguien ha debido hacer leña -o señales- con ellas porque tristemente, cada vez hay menos.. cachis en todo!
Y es que cuando uno viaja encuentra señales por todos lados. Normal, de turistas solemos andar despista'os así que es imprescindible ir buscando esas marquitas que nos digan cómo se llega a los monumentos, dónde hay una oficina de turismo, o dónde tienes que coger una desviación. Buscamos como posesos esas marcas explicativas donde el pasado de los lugares que visitamos nos den señales de vida. Un ejemplo, al lado de la playa de los muertos, hay un faro. Se cuenta, que los lugareños -nadie señala a nadie pero o fueron los de Aguamarga o los de Carboneras- tenían por costumbre subirse al faro, romperlo a gorrotazos y mandar señales faltas desde la playa donde los barcos naufragaban sin remedio. Por cierto, Pedro, la película de la que hablamos, en la que una banda de malotes hace esto mismo en las costas de Cornualles, se llama Jamaica Inn, la última película que rodó Hitchcock en Inglaterra antes de irse a Hollywood a hacerse requetefamoso...
Otra señales, son nuevas. En el mirador de la amatista hay un montón de candados que según parece son cosa de enamorados -un deseo más que un signo, diría yo- puesto que con este acto y a la que tiran la llave al mar buscan sellar sus vidas... ainsss que poca cabeza, dejar estas cuestiones en manos del destino, que a veces, sin que uno se haya parado a analizar despacico las consecuencias, al destino le da por realizar nuestros deseos y para qué queremos más. Te puedes pasar la vida entera atada a un tipo -tipa- pesadísimo al que incluso le has cogido algo de manía y ahora, qué? a buscar las llaves, no?...
Además de candados, encontré un mensaje para la humanidad grabado en una roca. Imagino que representa a un tipo tocando la trompeta un día de luna llena aunque vete tú a saber que pretendía comunicar el marciano que lo talló... y si ahora de contemporáneos tenemos dudas, ni te cuento las interpretaciones que formularán los arqueólogos dentro de 2.000 años... lástima que me lo voy a perder...
Porque quién busca una señal la encuentra. Y sino, se la marca a flor de piel a modo de distintivo, como un mensaje protector o simplemente para dar a conocer un sentido especial e íntimo. Y mientras la espalda cuenta cosas, la mirada busca nuevos prodigios en el horizonte. Porque algunos paisajes son para colgarse de una parra y no desear volver a poner los pies en el suelo..
Otra de las razones por las cuales cuando uno está de vacaciones suele ver más señales que en el código de circulación, es ni más ni menos porque va con una cámara encima a todos lados. Y así, clicando a diestro y siniestro, es fácil asociar e interpretar las tonterías a la que se van haciendo. Ahhh, el tiempo libre es así de caprichoso. Cuando no se tiene, se ansia con la esperanza de hacer miles de cosas útiles. Cuando lo disfrutas por fin, lo que deseas en tontear hasta el aburrimiento...
Y señal de lo mucho que empatizo con las masas de Erika es este pan, la versión no dulce del brioche mil hojas con manzana que publicó hace unos días. Me gustó tanto que me puse manos a la obra y tan rico estaba que me enfrasqué en buscar la versión con pan. La encontré aquí y entre sus explicaciones y mi experiencia anterior, salió este pan tan hermoso. Yo no lo he hecho con masa madre porque no es un pan que merezca la pena tanto esfuerzo (levarlo, según la autora, nos llevaría muchas horas). Además, un pan con masa madre necesita de uno o dos días para coger el punto ideal y este es un pan que no aguanta ya que enseguida coge cierto olor a rancio (las cosas que tiene la mantequilla, parece ser). Yo aconsejo consumirlo dentro de las primeras 24 horas aunque las cosas como son, es difícil no comérselo de una atracada..
Además, lo he hecho con una mezcla de harina de trigo blanco y sémola de trigo duro de la que me he traído de Italia. Cuando hice el brioche, lo hice en un molde un poco más corto y más alto, con rebanadas más grandes, aproximadamente de unos 9x9cm. Esta vez los cuadraditos de masa los corté de 7x7cm. y se desarrolló mejor el levado sin que se deformara al hornearlo. Y por qué 7x7cm? no, no fue ciencia infusa. Medí el ancho de la base y el alto del borde (8x8cm.) así que corté las rebanadas un poco más pequeñas para que tuvieran espacio para levar. Te recomiendo que hagas lo mismo, que midas el molde y en función del tamaño cortes un poco más chicas las capas del pan... ya verás que cosa más rica...
Ingredientes:
Preparación:
Mezclamos en un bol las harinas con la sal. En un vaso disolvemos la miel y la levadura en algo de la leche que vamos a usar. No hace falta que la temples aunque usa leche a temperatura ambiente y no fría. Lo mezclas con la harina junto con el resto de la leche. Cuando esté compacto, pasa la masa a la mesa de trabajo y dale con ganas. Estas masa son como los pulpos, cuanto más los golpeas más suaves quedan... suena fatal pero así es, estas masas necesitan maltrato. Una vez suave y tersa, deja que leve una hora hasta que doble su tamaño cubierta con un paño húmedo. Antes de dejarla reposar, me mojé las manos y humedecí la masa ya que quería asegurarme que iba a estar bien hidratada al terminar el levado.
Para trabajar el pan, derrite la mantequilla y la mezclas con el aceite. Moja ligeramente la mesa donde vas a extender la masa. Moja también tus manos en el aceite y frota con suavidad la masa antes de transferirla a la mesa. No la marees y tal cual procede a extenderla. Intenta darle una forma cuadrada estirando con las manos cogiendo la masa por debajo -despegas un poquito la masa y metes la mano por debajo para darle la forma deseada-. Con ayuda de un metro o regla corta los cuadrados del tamaño deseado en función del molde (el royo que te conté antes). Coge el molde, lo engrasas un poco y vas colocando sobre él las rebanadas engrasadas por ambos lados, así una vez cocido, las rebanadas se desprenderán solas sin necesidad de usar un cuchillo.
Para que las rebanadas no se deformen, intenta poner el molde en posición vertical apoyándolo sobre uno de sus lados y así vas colocando los cuadrados unos sobre otros. Cuando termines deja que la masa vuelva a levar una hora más. Mientras, enciende el horno al máximo que puedas. Cuando vayas a meter el pan lo reduces a 200ºC. Pasados 20 minutos, bájalo a 180ºC ó 170ºC y deja que se hornee unos 20 minutos más.
En la foto de arriba, puedes ver como se despegan las rebanadas. El pan estaba aún caliente pero se me ba la luz así que no esperé más. Esta de abajo, es mi rebanada del desayuno... una forma estupenda de comenzar el día:-)
Porque si algo tenemos en común todas las culturas es el gusto por la prohibición porque, a pesar de tener cada cual su repertorio particular, existe una variedad común de noes, tabúes y demás parientes. Si lo piensas en frío, el mundo es un poco la leche. Entramos en conflicto cuando se trata de establecer libertades pero con las prohibiciones, hala, tan contentos... y que ceda el paso otro, verdad? ... ainsss... así que me resultó la mar de curioso encontrar este stop, una señal invertida en el símbolo más estandarizado del planeta. Para que luego digan que Spain no es diferente...
Otras señales, llaman la atención por lo que tienen de incongruentes. A quién se le ocurre dibujar una señal en un tronco de madera en un desierto, donde encontrar un árbol en el que buscar una sombrica es casi misión imposible?... Las cuatro higueras que quedaban en las ramblas alguien ha debido hacer leña -o señales- con ellas porque tristemente, cada vez hay menos.. cachis en todo!
Y es que cuando uno viaja encuentra señales por todos lados. Normal, de turistas solemos andar despista'os así que es imprescindible ir buscando esas marquitas que nos digan cómo se llega a los monumentos, dónde hay una oficina de turismo, o dónde tienes que coger una desviación. Buscamos como posesos esas marcas explicativas donde el pasado de los lugares que visitamos nos den señales de vida. Un ejemplo, al lado de la playa de los muertos, hay un faro. Se cuenta, que los lugareños -nadie señala a nadie pero o fueron los de Aguamarga o los de Carboneras- tenían por costumbre subirse al faro, romperlo a gorrotazos y mandar señales faltas desde la playa donde los barcos naufragaban sin remedio. Por cierto, Pedro, la película de la que hablamos, en la que una banda de malotes hace esto mismo en las costas de Cornualles, se llama Jamaica Inn, la última película que rodó Hitchcock en Inglaterra antes de irse a Hollywood a hacerse requetefamoso...
Otra señales, son nuevas. En el mirador de la amatista hay un montón de candados que según parece son cosa de enamorados -un deseo más que un signo, diría yo- puesto que con este acto y a la que tiran la llave al mar buscan sellar sus vidas... ainsss que poca cabeza, dejar estas cuestiones en manos del destino, que a veces, sin que uno se haya parado a analizar despacico las consecuencias, al destino le da por realizar nuestros deseos y para qué queremos más. Te puedes pasar la vida entera atada a un tipo -tipa- pesadísimo al que incluso le has cogido algo de manía y ahora, qué? a buscar las llaves, no?...
Además de candados, encontré un mensaje para la humanidad grabado en una roca. Imagino que representa a un tipo tocando la trompeta un día de luna llena aunque vete tú a saber que pretendía comunicar el marciano que lo talló... y si ahora de contemporáneos tenemos dudas, ni te cuento las interpretaciones que formularán los arqueólogos dentro de 2.000 años... lástima que me lo voy a perder...
Porque quién busca una señal la encuentra. Y sino, se la marca a flor de piel a modo de distintivo, como un mensaje protector o simplemente para dar a conocer un sentido especial e íntimo. Y mientras la espalda cuenta cosas, la mirada busca nuevos prodigios en el horizonte. Porque algunos paisajes son para colgarse de una parra y no desear volver a poner los pies en el suelo..
Otra de las razones por las cuales cuando uno está de vacaciones suele ver más señales que en el código de circulación, es ni más ni menos porque va con una cámara encima a todos lados. Y así, clicando a diestro y siniestro, es fácil asociar e interpretar las tonterías a la que se van haciendo. Ahhh, el tiempo libre es así de caprichoso. Cuando no se tiene, se ansia con la esperanza de hacer miles de cosas útiles. Cuando lo disfrutas por fin, lo que deseas en tontear hasta el aburrimiento...
Y señal de lo mucho que empatizo con las masas de Erika es este pan, la versión no dulce del brioche mil hojas con manzana que publicó hace unos días. Me gustó tanto que me puse manos a la obra y tan rico estaba que me enfrasqué en buscar la versión con pan. La encontré aquí y entre sus explicaciones y mi experiencia anterior, salió este pan tan hermoso. Yo no lo he hecho con masa madre porque no es un pan que merezca la pena tanto esfuerzo (levarlo, según la autora, nos llevaría muchas horas). Además, un pan con masa madre necesita de uno o dos días para coger el punto ideal y este es un pan que no aguanta ya que enseguida coge cierto olor a rancio (las cosas que tiene la mantequilla, parece ser). Yo aconsejo consumirlo dentro de las primeras 24 horas aunque las cosas como son, es difícil no comérselo de una atracada..
Además, lo he hecho con una mezcla de harina de trigo blanco y sémola de trigo duro de la que me he traído de Italia. Cuando hice el brioche, lo hice en un molde un poco más corto y más alto, con rebanadas más grandes, aproximadamente de unos 9x9cm. Esta vez los cuadraditos de masa los corté de 7x7cm. y se desarrolló mejor el levado sin que se deformara al hornearlo. Y por qué 7x7cm? no, no fue ciencia infusa. Medí el ancho de la base y el alto del borde (8x8cm.) así que corté las rebanadas un poco más pequeñas para que tuvieran espacio para levar. Te recomiendo que hagas lo mismo, que midas el molde y en función del tamaño cortes un poco más chicas las capas del pan... ya verás que cosa más rica...
Ingredientes:
- 300gr. de harina de fuerza
- 200gr. de sémola de trigo duro
- 1 cucharada de sal
- 1 cucharada de miel o azúcar moreno
- 1 sobre de levadura de cerveza o levadura panadera deshidratada
- 300 ml. de leche desnatada (necesité un poco más)
- una mezcla de mantequilla derretida y aceite al 50%. Más o menos usé 25gr. de cada
Preparación:
Mezclamos en un bol las harinas con la sal. En un vaso disolvemos la miel y la levadura en algo de la leche que vamos a usar. No hace falta que la temples aunque usa leche a temperatura ambiente y no fría. Lo mezclas con la harina junto con el resto de la leche. Cuando esté compacto, pasa la masa a la mesa de trabajo y dale con ganas. Estas masa son como los pulpos, cuanto más los golpeas más suaves quedan... suena fatal pero así es, estas masas necesitan maltrato. Una vez suave y tersa, deja que leve una hora hasta que doble su tamaño cubierta con un paño húmedo. Antes de dejarla reposar, me mojé las manos y humedecí la masa ya que quería asegurarme que iba a estar bien hidratada al terminar el levado.
Para trabajar el pan, derrite la mantequilla y la mezclas con el aceite. Moja ligeramente la mesa donde vas a extender la masa. Moja también tus manos en el aceite y frota con suavidad la masa antes de transferirla a la mesa. No la marees y tal cual procede a extenderla. Intenta darle una forma cuadrada estirando con las manos cogiendo la masa por debajo -despegas un poquito la masa y metes la mano por debajo para darle la forma deseada-. Con ayuda de un metro o regla corta los cuadrados del tamaño deseado en función del molde (el royo que te conté antes). Coge el molde, lo engrasas un poco y vas colocando sobre él las rebanadas engrasadas por ambos lados, así una vez cocido, las rebanadas se desprenderán solas sin necesidad de usar un cuchillo.
Para que las rebanadas no se deformen, intenta poner el molde en posición vertical apoyándolo sobre uno de sus lados y así vas colocando los cuadrados unos sobre otros. Cuando termines deja que la masa vuelva a levar una hora más. Mientras, enciende el horno al máximo que puedas. Cuando vayas a meter el pan lo reduces a 200ºC. Pasados 20 minutos, bájalo a 180ºC ó 170ºC y deja que se hornee unos 20 minutos más.
En la foto de arriba, puedes ver como se despegan las rebanadas. El pan estaba aún caliente pero se me ba la luz así que no esperé más. Esta de abajo, es mi rebanada del desayuno... una forma estupenda de comenzar el día:-)
Publicar un comentario