Volví con los regalos de Ajonjoli y su tarta fácil de mermelada

Ha llegado el momento de volver. Y cuando ese momento llega pues se vuelve. Así, sin tener ni pajolera idea de qué escribir- Ah, cómo en los viejos tiempos- y con esa sensación de que mis faraónicos proyectos a lo voy_a_hacer se han quedado como las pirámides,  porque los arqueólogos hace siglos que sacaron esos  trapos a la luz, contando al mundo que los faraones, con todo lo que tenían de poderosos y perfectos y la releche de divinos.. pues con todo,  no les daba tiempo a construir su propia pirámide y se veían en la necesidad de cagarle el muerto a la nueva reencarnación de amón entrante ... así, a lo "oiga majestad, si su excelencia quiere reinar divinamente, pues ya puede ponerse las pilas y buscarse quién le dé al pico y a la pala, que su ex-excelencia difunta empezará a apestar de un momento a otro"... vaya estrés!


Pero no. Yo no tengo nada que ver con amón, atón, anubis ni osiris, que lo mío es muy mundano y mucho más de estar por casa. Y dicho sea de paso, mi casa no apesta a sarcófago sino al Mr. Proper, que desde que colgué el cartel, limpié las manchas de pinturas en el suelo, le dí un repaso a la cocina de los que hacen época, a los cajones, a la despensa... épico, de divino poco pero épico como el Cantar de mío Cid aunque como casi todas las gestas heroicas caseras la mía se quedó sin un anónimo trovador que las cantara o cantase y así pasaba, que el Günter entraba por la puerta y decía "Uy, has hecho algo, no?" "Algoooooo!?, algooo!?" me cachis en Pumuky! y mira, no digo más que luego me enciendo...bueno, solo aclarar que el Pumuky de toda la vida no se llama Pumuky y que parece ser que responde al nombre de Pumuckl, pero esta es otra historia...


La mía, como ves,  es la típica. O no. Porque ahora que lo pienso, además de mis épicas aventuras con el aspirador y el plumero, he dado un repaso al blog de arriba abajo, he reeditado entradas, añadiendo fotos, comentarios y nuevas experiencias. He creado una sección -arriba en el menú donde pone cosas mías- en donde iré poniendo algunas de las chorradas que voy haciendo a la que aprendo a usar el Illustrator -esto sin comentarios, que no soy psiquiatra y desconozco de donde me salen estos venazos aventureros-. Ahhhhh, y un recetario de mis sopas para descargar -sí, en la barra de la derecha he puesto una bonita imagen que pone "recetario para descargar"... si con estas señas no lo encuentras, pásate por el oculista que necesitas un repaso ocular del ocho. Y bueno, otras cosas más he hecho pero como que no las cuento porque luego me enrollo y ya que este es el retorno al redil no quiero convertirlo en un suplicio palabrero infumable...


A lo mío. A  mi regreso, que lo hago saboreando las mieles del éxito. O de la fortuna, que quiso que ganara el concurso de comida silvestre que cada año organiza Ajonjoli y que me hizo una ilusión tremenda. El regalo consistió en una mermelada casera de madroños silvestres, miel de la tierra y un precioso mandil. Y para darle un rollete místico a la alegría disfrutada, he hecho la tarta fácil de mermelada que ella misma publicó en la edición anterior del concurso. Se trata de una receta del Lebovitz que a su vez se la cogió a la Luisa -ahhh, esta es la mágia de los blogs. Vamos trafiacando y tuneando recetas para que el lector se recree en las mil y una maneras de cocinar lo mismo. Esto no tiene precio, así de claro-. Por lo tanto, comprende que mi aportación en este rodar y bajo estas circunstancias tenía que ser especial...


El  Lebovitz  tuneó el harina poniendo algo de polenta o harina de maíz (todo vale).  Ajonjoli , cambió el maíz por harina integral y yo, regreso al maíz pero le he añadido a las harinas un poco de macis, una especia maravillosa y bastante desconocida que tiene un toque algo cítrico delicioso. El macis es la cascara interna que envuelve a la nuez moscada. He leído que hay quién recomienda reemplazar la nuez moscada por macis pero en mi opinión no tiene nada que ver. Son aromas y sabores diferentes y puestos a usarla a modo de sustitución yo lo haría por cardamomo o ralladura de naranja cambiando un toque cítrico por otro...


Mi pastel tiene un look distinto que creo que se parece más al de la  Luisa , algo más rústico y te voy a contar el por qué: en primer lugar, no le espolvoreé azúcar por encima. No, no ha sido por seguir la moda española de los recortes, absurdo tema sería quitar un poquito de azúcar que añade jugosidad a la masa después de  haber usado 100gr. en la masa y otro tanto en la mermelada... absurdo total. No, la cosa es que se me fue el santo al cielo. Esto de fotografiar y cocinar al tiempo parece que lo tengo en desuso y cometo errores de principiante... oye, la cosa tiene su morbillo, no? eso de volver a ser novata...pero el azúcar se quedó en el azucarero...


 A la que lo horneaba, se me volvió el santo a las alturas. Pasó que estaba haciendo un skype con mis hermanos, Lucas les hacia una exhibición de esquí con unos esquíes de cartón que le he hecho y unos palillos chinos a modo de bastones ... en fin, que a la que me doy cuenta veo que la luz empieza a bajar y que de un momento a otro iba a hacerse de noche así que de nuevo las prisas... pero esta vez, no me quejo, que esa luz del atardecer me encanta para las fotos. Es luz muy inclinada que le da ese toque encendido tan bonito. Aquí los atardeceres son de color rosa y a veces, son rojos. No sé si lo he contado pero la abuela de Günter se ponía nerviosa con los atardeceres rojos...decía que igual que cuando llegaron los rusos, otro capítulo más de la historia de la humanidad que habría de haberse borrado antes de que ocurriera...

Y, segundo factor de este tema tan rústico, es que le puse todo el sobre de polvos químicos. Mira que me da rabia cuando voy dejando paqueticos con restos de los polvos que se terminan saliendo por todas partes y te dejan el cajón hecho un desastre y ya te he dicho que los tengo como los chorros del oro. O lo usaba todo, o a la basura... y se lo llevó el pastel. En fin, este detalle, en sí, no es ni bueno ni malo. Es lo que es...

Y hasta aquí mis historias. Esta vez de todo menos de romanos. No, no te apures, todo se andará...



Ingredientes:
  • 110gr. de mantequilla (puse algo menos pero creo que ya está muy ajustada la cantidad)
  • 100gr. azúcar moreno
  • 1 huevo y una yema
  • una pizca de vainilla molida
  • media cucharadita de macis molido
  • unas gotas de extracto de almendras
  • 1  y 1/2 tazas de harina (son 190gr.) 
  • 1/2 taza de harina de maíz o polenta (son 70gr.)
  • una pizca de sal
  • 2 cucharaditas de polvos químicos (yo, el sobre entero)
  • 3/4 largos del bote de mermelada de madroños de  Ajonjoli
  • un poco de azúcar para espolvorear (yo, la dejé al natural de puro despiste)

Preparación:
Lo primero, bate la mantequilla reblandecida y el azúcar hasta que estén bien ligados. Añade el huevo, la yema, el extracto de almendra y las especias (vainilla y macis). En un bol aparte, mezcla los ingredientes secos: las harinas, la sal y los polvos de hornear.Vas añadiendo los secos poco a poco como siempre hasta que tengas una masa lisa y suave. Coge un molde que frotarás con un poco de mantequilla y fórralo con la masa. Haza un rulo de unos 5cm. y deja que ambos reposen en el frigo como 20-30 minutos. Es más práctico hacerlo así porque si dejas reposar la masa en una bola, tendrás que volver a esperar para que la masa que vas a usar para forrar el molde se deje manejar. A veces, si está muy fría, las juntas y empalmes se quedan muy notorios. Es más fácil hacerlo con la masa aún sin enfriar.

Pasado este tiempo, cubre la tarta con la mermelada y prepara la masa para cubrir el molde. Puedes hacer como Ajonjoli, con un rodillo y un cortamasas hacer laminitas que colocarás encima. O pegoticos rústicos como la  Luisa ... o rodajas como el  Lebovitz  y yo. Él las cortó a cuchillo y yo con un hilo de nylon trasparente y así evitas que se chafen si la masa no está casi al borde de la congelación...

Cubre la tarta, espolvorea azúcar generosamente -por lo menos dos cucharadas advierte el  Lebovitz  - y hornea a 190ºC el primer cuarto de hora , lo bajas a 180ºC y lo dejas dorar a tu gusto. Sírvelo a temperatura ambiente y estaba más rico al día siguiente, envuelto en papel de aluminio.


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