Bauerntopf o guiso de granjero

No había vuelto a abrir el pico desde que esta locura comenzó. Imagino que ando como tú, con ese cacao en cuerpo y alma que no sabe bien lo que le espera. Llevo los mismos días de cuarentena que tú, pero la diferencia es que yo vivo en un valle de los Alpes de 27 mil. almas donde la vida discurre muy tranquila y sin apelotonarnos. El gobierno nos deja salir a hacer ejercicio, hacemos entre 3.000 a 4.000 pasos -eso dice al App y yo la creo- y a casa. Vivimos en una casa espaciosa, con mucha luz, en armonía donde no están faltando las risas.
No me está faltando el trabajo. Günter no tiene tareas que pueda hacer en casa sin los trastos y máquinas del laboratorio así que ayuda a otros colegas de la Universidad. Lucas está encantado con el Tele-insti. Entre fotocopias, mails, chats, videochats, scaneos, hojas de Excel y siempre junto a su padre es feliz. Horneo pan, hago puddings, flanes o arroz con leche cada tres días, cocino aprovechando al máximo la nevera. Es como haber retrocedido en el tiempo, o tal vez haber entrado en una nueva era donde al detenernos hemos tomado conciencia de lo importante, lo sereno, no sé, me arrastra esa sensación de todo bajo control, de estamos a salvo.
Así que no abandono la obligada tarea de agradecer cada día por lo tengo. Vivo, más consciente que nunca, agradecida por mis privilegios y mis recursos pero también angustiada por los que vivien confinados en minipisos, o en viviendas mal acondicionadas, o con tu mayor enemigo encerrados ambos entre cuatro paredes. Gente asfixiada por las deudas, sin empleo, sin hogar o sin buena salud.
Que tragedia es enfermar y no recuperar la salud, perder seres amados sin poder estar con ellos; leí esta mañana a un médico de UCI que contaba, que cuando ven que algún paciente está a punto de perder la batalla, llaman a su familia y les brindan la oportunidad de despedirse de ellos pero no todos pueden acudir por estar en confinamiento por contagio. Duros, muy duros los tiempos que nos están tocando vivir.
Y es que esa sensación de "todo bajo control" que te hablaba antes es, desde luego, completamente ficticia. No sabemos lo que nos queda por delante ni como vamos a superar esta crisis humanitaria. Lo que sí se, es que estoy poniendo mucha distancia a esa gente que genera malestar y hasta maldad con sus gestos insolidarios o haciendo leña política buscando ser tendencia en redes. Poner distancia a la gestapo del balcón, a los que promueven bulos y demás miserias. Una cosa es la libertad de expresarse con holgura y otra muy distinta el echar espumarajos por la red. Es tiempo de unidad, de quererse, de dejarnos a deber los besos y abrazos que hoy no podemos compartir y sobre todo, de contagiarnos de esperanza.
Te dejo con un guiso de granjero típico bávaro, para calentar las tripillas, el alma y lo que haga falta.
Ingredientes (para 6 raciones potentes)
Preparación:
- 700 gr. de carne picada
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- un par de cabanossi (salchichas ahumadas secas)
- 3-4 patatas
- 3-4 zanahorias
- tomate triple concentrado ( o salsa de tomate espesa)
- 1 cdta. de pimentón
- 1 litro de caldo de carne
- mejorana (vale orégano o tomillo)
- laurel, sal y pimienta
Preparación:
- En una cazuela con un poco de aceite, saltea la carne picada. Le añades el ajo machacado y la cebolla picada muy fina. Añade también el cabanossi, las patatas y las zanahorias cortadas en trocitos menudos, el tomate, el pimentón y terminas cubriéndolo con el caldo.
- Añade el laurel, la mejorana a tu gusto y deja cocer unos 20 minutos hasta que las patatas y las zanahorias estén cocidas. Puedes servir con un poco de perejil por encima
Publicar un comentario