Pastel de manzana cremoso con costra
Como buena fan de Conan Doyle y Agatha Christie -me inicié en la lectura con uno de sus libros y no paré hasta fundirme la colección entera, una edición de bolsillo que se vendía en los quioscos de prensa- decía, que como buena fan, El problema final de Reverte me desafía como lectora haciéndome creer mediante sus muchos guiños, que el libro pretende homenajear a Holmes, Miss Marple o a Poirot y me siento irremediablemente confiada en pensar que me voy a encontrar con un Moriarty entre los turistas del pequeño hotel o algo peor. O no, que lo mismo es todo un truco entre realidad y ficción, ficción entre la realidad de la ficción o ficción ficción y tonto el que no corra.
En este género, el qué y el quién son lo menos relevante en la historia. A veces lo cazas casi al principio pero el verdadero reto es el cómo y el porqué. Ahí es donde cualquier pequeño detalle cuenta, nada se debe pasar por alto porque a diferencia de muchas novelas actuales -que hacen el truco del almendruco omitiendo hasta el final los hechos claves para entender el crimen- las de Doyle y Christie te van dejando un reguero de miguitas hasta poder descifrar los motivos, las casualidades y los entresijos más allá de los hechos. 
Y si esto es posible, es gracias a que sus protagonistas son unos cotillas y entrometidos de mucho cuidado y eso despierta en nosotros, los lectores, un morbo indescriptible al sentir que es nuestro deber dar un repaso de arriba a abajo a todos los secretillos y debilidades de los sospechosos. Porque todos, cuando nos miran con lupa, tenemos guarrería que ocultar. Menos el lector, que piensa que está por encima de la lente de aumento y el autor, que actúa de mensajero con aire a lo "yo solo pasaba por aquí" pero que es la mano que mueve los hilos. Y el crimen.
Pero como te decía, estoy al principio de la novela. Ya hay fiambre pero aún no saben si es un asesinato o un suicidio. Hay un personaje que tiene una cicatriz y un pequeño comentario, tal vez inocente, me ha puesto en guardia. No tenía ni idea de esa practica y encima es real. Te la contaré más adelante si puedo. De momento me debo a la discreción no vaya a ser que la lie parda de puro sin querer.
Esta receta de hoy va de manzanas y no va a ser la última. Estamos en tiempo de recoger y me entran manzanas en casa por oleadas. Cuántas cosas ricas están saliendo de mi cocina y se merecen que hablemos de ellas. Seguiré manzaneando. Prometido.
Ingredientes para un molde de 22cm:
- 80gr. de harina
 - 80gr. de azúcar
 - opcional: una pizca de sal
 - vainilla
 - 1 cdta. de polvos de hornear
 - 2 huevos
 - 80ml. de leche
 - 2 cdas. de aceite suave
 - 4 manzanas (más o menos 1 kilo)
 
Ingredientes para un molde de 24cm:
- 100gr. de harina
 - 100gr. de azúcar
 - opcional: una pizca de sal
 - vainilla
 - 1 cdta. de polvos de hornear
 - 3 huevos
 - 80ml. de leche
 - 2 cdas. de aceite suave
 - 4 manzanas (más o menos 1 kilo)
 
Para la costra:
- 50gr. de azúcar
 - 40gr. de mantequilla derretida
 - 1 huevo
 
Preparación:
- Pela y corta las manzanas en láminas. Mientras calientas el horno a 170ºC.
 - En un bol, bate el harina, el azúcar, la vainilla, los polvos, los huevos, la leche y el aceite. Añade una pizca de sal si quieres.
 - Sobre el molde (o engrasado o con papel de hornear mojado) coloca las láminas de manzana y cubre con la masa. Hornea unos 25-30 min (dependiendo del horno).
 - Mientras, hacemos la costra: bate el azúcar y el huevo hasta que tengas una masa muy cremosa. Añade la mantequilla y sigue batiendo.
 - Una vez pasado el tiempo, sacas el molde del horno y le añades por encima esta crema que deberás hornear de nuevo unos 20-25 minutos más hasta que veas que coge color dorado. Si cogiese el color demasiado rápido sin notar que se hace la costra, baja la temperatura del horno y prologa el tiempo de horno. Deja enfriar por completo. Puedes servir con un poco de azúcar glas por encima.
 






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