Obispos con leche

octubre 20, 2024



Ingredientes: (me salieron 21 obispos)
  • 100gr. de almendra molida
  • 35gr. de miga de pan
  • 2 huevos
  • 60ml. de leche
  • 1 cda. de azúcar
  • Una pizca de canela molida
  • aceite abundante para freír
  • 1/2 l. de leche 
  • 60gr de azúcar
  • Canela en rama y piel de un limón
Notas:
  • He usado 2 huevos L aunque la próxima vez usaré XL.
  • He usado trocitos de pan duro y creo que como dice Encarnita, es mejor usar solo miga de víspera para que salgan más blanditos por dentro.
Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes para los obispos (almendra, miga, huevos, leche, azúcar y canela) en un bol y tritura con la miniper. Haz croquetitas o bolitas con ayuda de dos cucharas y fríelas en abundante aceite caliente a fuego medio-alto. Ponlos sobre papel de cocina para que suelten el aceite sobrante. Reserva.
  2. En un cazo, pon a macerar la leche, el azúcar, la canela en rama y la ralladura de limón (solo cáscara sin la zona blanca que amarga). Cuando rompa a hervir baja el fuego y deja que infusione unos minutos para que coja bien los sabores.
  3. Pon los obispos en la leche y deja que cuezan unos 5 minutos en la leche. Guarda los obispos con la leche y refrigera unas horas que ganan en sabor.

Pudding de pan con calabaza y nueces

octubre 13, 2024
No puedo ser parte de un mundo donde ser una persona amable es una desventaja.

Supongo que vivir sin amor, sin experimentarlo o ser capaz de darlo, es un castigo bastante fuerte.

Me criaron para tratar a las personas exactamente como me gustaría que me trataran los demás. Se llama respeto.
Ya saben, soy el sujeto solitario. No tengo a nadie en mi vida. Pero si eso ocurre, respetaría y amaría a la otra persona; con suerte sería lo mismo para mí.

Amor es una palabra, lo importante es la conexión que conlleva.

Come comida deliciosa. Camina a la luz del sol. Salta en el océano. Di la verdad que llevas en tu corazón como un tesoro escondido. Sé tonto. Sé amable. Sé raro. No hay tiempo para mucho más.

Keanu Reeves.

Ingredientes:
  • 350gr. de pan, pan brioche o pan de leche
  • 300gr. de calabaza cocida
  • 500ml. de leche
  • 150gr. de Sauerrham o yogur
  • de 60gr. a 100gr. de azúcar morena (ver nota abajo)
  • canela a tu gusto
  • pimienta de Jamaica o cuatro especias a tu gusto
  • vainilla
  • 4 huevos
  • 75gr. de nueces
  • 2 cdas. de azúcar morena
  • 2 cdas. de agua
  • 30gr. de mantequilla

Nota:
  • Ajustar la cantidad de azúcar dependerá del tipo de pan que uses. Yo he usado entre 60-80gr. No ha quedado muy dulce para dar la opción de servirlo con un chorrito de caramelo líquido, helado de vainilla  o jarabe de arce.

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 170ºC.
  2. Cuece la calabaza troceada.
  3. En un cazo, derrite la mantequilla y saltea las nueces ligeramente troceadas. Añade 2 cdas. de azúcar morena y 2 más de agua. Deja que evapore un poquito y coja color. Reserva.
  4. En un bol, pon la leche, el resto del azúcar, los huevos, la calabaza, el yogur, la vainilla y las especias. Reserva.
  5. Corta el pan y colócalo en la fuente o recipiente donde lo vayas a hornear. Añade la mezcla líquida y por último reparte las nueces por la superficie.
  6. Hornea entre 30-40 minutos hasta que esté cuajado. si ves que coge color por encima, baja a 160 ó 150ºC.

Lasaña de pollo y champiñones

octubre 09, 2024
No sé si conoces a Jonatan Armengol y a Calo, un duo maravilloso que nos ha robado el corazón a un montonazo de gente en redes. Resulta que Jonatan  es ciego y su perro guía Calo, es su compi de aventuras cotidianas, de esas que como vidente uno no termina de ser consciente del todo, porque las barreras a las que deben enfrentarse a diario son de suma y sigue. Y no pares de contar.

Y es que creo que no reparamos en cientos de detalles que de puro cotidiano pasamos por alto sin comprender que estamos rodeados de escollos a veces insalvables para muchas personas. 

Este último verano conocí a Theresia , una amiga de mis nuevos vecinos con quien me turné para cuidar del gato mientras estuvieron de vacaciones. Es ciega de nacimiento, se casó y fue mamá bien jovencita -al igual que yo- y nos hizo gracia descubrir el paralelismo en buena parte de nuestras vidas: la misma edad, fuimos mamás por primera vez el mismo año y le encanta cantar y tocar la guitarra. Yo la guitarra la aparqué poco después de nacer Álvaro porque las tenosinovitis me estuvieron haciendo la cusqui mil años pero esta es otra historia. 
El caso es que hemos hablado muchísimo y he comprendido que desde su casa a la nuestra, tiene que dar un rodeo porque no todos los semáforos tienen el panel para invidentes. También he cogido la costumbre de mirar las marcas en el suelo de los cruces y con horror veo que en muchas calles aún no las hay; y donde sí, no se diferencia en absoluto si el cruce es un paso de peatón con o sin semáforo. Y mil cosas más, en una ciudad pequeña donde no hay muchos transeúntes a los que acudir en caso de necesidad. 

Ella no tiene perro guía así que cuando tiene que hacer un recorrido nuevo lo hace acompañada y se aprende los obstáculos de memoria. Y claro, la admiré hasta el infinito; yo, que tropiezo hasta con mi sombra y con esa mala cabeza mía que hace que lo olvide todo al momento. Cuánta admiración.
Y volviendo a Calo, es que me tiene loca. Qué cosa tan bonita y tan responsable. Qué hermosa relación la que tienen entre ellos. En los comentarios de un post, alguien preguntó a Jonatan que será de Calo cuando se jubile. Explicó los escenarios posibles: el ideal, es que se quede con algún familiar o amigo cercano para que la relación entre ellos no se quiebre. No es recomendable quedárselo cuando entra en la casa un nuevo perro guía porque se sentiría desplazado y le comería la tristeza. Solo cuando no hay otra solución, se les busca una nueva casa pero no será el caso de Calo, porque sus dos antecesores disfrutan juntos de su jubilación en casa de sus suegros y están deseando hacerse cargo de él.

La vida es más bonita con ángeles como Calo. 

Ingredientes:
  • 400gr. de champiñones
  • 2 dientes de ajo
  • Salsa worcester
  • Sal y pimienta
  • 3 pechugas de pollo
  • 2 cdas de salsa de tomate casera
  • Un buen chorro de vino blanco
  • 1 paquete de láminas para lasaña
  • cebollino o perejil picado
  • queso rallado para gratinar
  • un poquito de pan rallado (ver notas)
  • queso mozarella
Para la falsa bechamel:
  • 250ml. de leche
  • 300ml. de nata
  • 200gr. de queso de untar
  • 2-4 cdas. de queso parmesano a tu gusto
  • Un poquito de mantequilla
  • 2 cdas. colmadas de Maicena
  • de 100ml. a 200ml. de agua (ver notas)
  • ajo y cebolla en polvo (ver notas)
  • hierbas provenzales
  • sal (si hiciera falta)
Notas:
  • La pasta de lasaña es de las que no necesita pre-cocerse así que hay que hidratar un poco más la bechamel. A nosotros nos gusta la lasaña cuajada pero cremosa por lo que le usé 150ml. de agua. Si la deseas más líquida la salsa usa 200ml. de agua. Si has cocido la pasta, usa de75-100ml. de agua de la cocción.
  • Nos gusta la lasaña muy gratinada así que uso un poquito de pan rallado para que quede más crujiente. Una vez formada la capa crujiente, añado trocitos de mozarella al final ( en los últimos 5 minutos finales) para que el queso quede más jugoso.
  • Uso ajo y cebolla en polvo para que la bechamel quede más suave de sabor y textura. 

Preparación:
  1. En una sartén con un poco de aceite, saltea los champiñones con el ajo machacado y salpimentado. Reserva.
  2. En la misma sartén, dora los filetes de pollo. Salpimienta, añade el tomate y el chorro de vino blanco. A fuego medio, deja que se consuma el líquido. Corta en trocitos. Reserva.
  3.  En un cazo, pon a calentar la leche y la nata. Reserva un poco de leche. Añade la mantequilla, el ajo, la cebolla y las hierbas provenzales .
  4. Bate la leche que hemos reservado junto con la Maicena y el queso crema. Cuando rompa a hervir lo que tenemos en el cazo, lo añades y sin dejar de mover, esperas a que espese y vuelva a hervir. Retira del fuego y añade el queso parmesano. Incorpora el agua templada teniendo en cuenta lo explicado en las notas. Sala si hiciera falta.
  5. Precalienta el horno a 180ºC (170ºC con aire).
  6. En un molde hermético o recipiente, coloca una capa de pasta. Añade una capa de bechamel y termina con otra capa de pollo y champiñón. Repite tres veces esta operación y termina con una capa de pasta que cubrirás con el resto de bechamel. 
  7. Pon un poco de queso para gratinar con un poquito de pan rallado. Hornea  40minutos. Con la capa superior bien dorada y crujiente, añade la mozarella en trocitos y deja que se derrita sobre la superficie (unos 5 minutos). Saca del horno y espera unos 5-10 minutos antes de cortar y servir. Sirve con un poco de cebollino o perejil fresco.

Pastel con melocotón y frambuesas con streusel

octubre 05, 2024
He oído en una entrevista anoséquien que el sistema escolar estar construido para premiar a los imbéciles. Por un momento reflexioné y me dije "pues sí, tiene sentido". Dos segundos después, me pareció una chorrada. Y ahora, después de mascar la idea me parece que a veces sí y a veces no. Creo que el sistema escolar es bastante sectario a grosso modo. Los profesores y los padres enfrentados desde hace décadas; los docentes que llegan con nuevas ideas son vapuleados por los veteranos que no quieren ni oír hablar de pavadas; los chicos, como siempre -por los siglos de los siglos- hartos y agobiados porque sienten que no tienen control ninguno sobre sus vidas, sus pensamientos y sus deseos. "Haz lo que te digo y no lo que hago" sigue siendo la premisa universal aunque la mona se vista de seda, de vinilo, con los pelos de colores o vaya de woke por el mundo...

Anda que no ha avanzado la psicología y no seré yo quien diga que no hay voluntad por humanizar a los críos dejándoles formarse un poco más a su aire y no como soldaditos obedientes preparándose para ser buenos trabajadores en el futuro con el fin de trabajar mucho y protestar menos. No digo que no, pero desde luego veo muchas taras por muchos sitios.

El otro día me acordé de un suceso del que nunca hablé a mis padres porque lo había olvidado por completo. Borrado absoluto del disco duro: era 2º EGB, mi tutora era una canalla con todas las letras; colegio de niñas; a mí se me caían sin querer los calcetines, mis rodillas por arte de magia siempre estaba sucias -igual que mis uñas- y perdía el lazo de la coleta a saber cómo porque yo nunca adiviné el modus operandi de tales agravios. De verdad, me esforzaba muchísimo ya que era de esa clase de niñas de familia numerosa a quien le encantaban los halagos en plan "Uy qué niña tan buena y tan lista". Pero nones. "Qué desastrosa" "qué marimacho" "aprende de tus compañeras" "cómo te permite tu madre venir así" etc. etc. etc.

El caso es que yo soñaba con tener una hermanita y en mi casa solo nacían chicarrones. Yo estaba desolada porque por aquella época las desgracias eran castigos divinos por ser mala -eso nos contaban- así que me miraba los lamparones del pichi y hacía plegarias al cielo en plan "Jesusito de mi vida que eres niño como yo, hazle entender a tu papá que algunos niños somos así de puro sin querer".
Y claro, tuvo que pasar: a una compañerita le nació una hermana. La profe pidió un aplauso y toda la clase respondió con fervor, menos yo. No sentía rabia exactamente, era como una envidia horrible teñida de dolor. Y en ese trance solté: "Pues mi mamá ha tenido gemelas". Me arrepentí tal cual lo solté. Dios ya no me iba a dirigir la palabra jamás y le necesitaba para que ayudara a mantener los zapatos limpios y la cartera en orden. Confié en que la clase olvidara pronto la bola que les acaba de meter pero la muy zo-rra de la profe cada día me preguntaba por ellas con un tonito burlón que hacía reír a toda la clase. Y claro, entre vergüenza y bochorno la mentira fue aumentando porque yo le seguía el rollo contra mi voluntad pero qué quieres, no sabía salir de la emboscada.

Cansada de mentir y de ese agobio diario, cuando la muy malvada me preguntó de nuevo por las nenas añadiendo "dile a mamá que venga a enseñarnos a las bebes" no supe salir dignamente de ese pozo y contesté: ·No, mi mamá está muy triste porque se han muerto". Bueno, la que me montó la tipa: me llamó cruel, perversa y no sé que más. Yo estaba en shock, pero mira, sentí alivio ante la perspectiva de no tener que mentir más. Pero llamaron a mis padres, ¿o fue solo a mi madre? no sé, solo recuerdo a mi madre con los ojos llorosos y duros preguntándome ¿por qué lo has hecho? y yo no sabía que decir. Era muy consciente de que la había cagado pero bien y que esas muertes me iban a acompañar la vida entera. Pero mira, fue que no, lo olvidé por completo.

Al año siguiente nació David. Quedó claro que no habría más niñas en la familia y la única, o sea yo, pasé a 3º EGB y junto a otra compi que se convirtió en mi mejor y única amiga, pasamos a sentarnos en pupitres colocados detrás de la puerta y separadas de las demás niñas porque la nueva zo-rra era más creativa que la anterior. Nos dijo: "cuando os lo hagáis merecer, os sentaréis con las demás". Eso nunca pasó. Seguimos perdiendo lazos y con las uñas roñosas.

Nota: No dejes de leer esta entrada sobre Maria Monterroti  y el sistema educativo del maravilloso Profesor Pestalozzi. De regalo, te llevas un pudding de chocolate blanco requete fácil.

Ingredientes: (para un molde de 23cm)
  • 50gr. de almendra cruda molida
  • 160gr. de harina común
  • 75gr. de azúcar
  • 150gr. de mantequilla fría
  • una pizca de sal
  • 4-5 melocotones
  • 2 cdas. de azúcar morena
  • una pizca de canela
  • 200gr. de frambuesas
  • streusel: almendras laminadas, 1 cda. de azúcar morena y 1/3 de la masa 

Nota:
  • Si ves que la masa se queda muy dura, añade una cucharada de agua fría y si por el contrario está algo pegajosa, añade más de harina.

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC.
  2. Para la masa sablé: en un bol, pon la harina, las almendras molidas, el azúcar, una pizca de sal y la mantequilla fría en cubitos. Mezcla brevemente con las manos hasta ligar los ingredientes en una especie de migas. Puedes seguir amasando a mano, pero yo recurro a las varillas eléctricas para ir más rápido. Se amasa hasta que la masa queda suave.
  3. Engrasa el molde con un poco de mantequilla. Forra el molde con 2/3 de la masa.
  4. Pela los melocotones y los cortas en trocitos menudos. Mezcla la azúcar morena y la canela. Los añades al molde junto con las frambuesas.
  5. Al resto de la masa sablé, le añades la cda. de azúcar morena y haces con ella como migas con los dedos. Cubre el pastel con las migas y con las almendras.
  6. Hornea hasta que coja un bonito color dorado.

Laugenbrezeln rellenos al horno

septiembre 28, 2024
Cuentan por lo mentideros de las redes sociales, que en una entrevista le preguntaron a Bob Marley ¿Existe la mujer perfecta? Y ni corto ni perezoso, soltó lo siguiente:
¿A quién le importa la perfección? Ni siquiera la luna es perfecta, está llena de cráteres; el mar es increíblemente bello, pero salado y oscuro en las profundidades; el cielo siempre está infinito, pero a menudo nublado. Así que no todo lo bello es perfecto. Es especial. 
También le preguntaron otra vez que qué opinaba de la gente que cantaba y bailaba sus canciones sin reflexionar sobre la letra, bailando con super buena onda letras tristísimas. Dijo que eso daba igual, que las palabras hacen solas su magia que lo importante es oírlas porque algo siempre queda dentro. Pero ésta es otra historia. Porque como le dijo Umbral a la Milá en aquel debate "yo he venido a hablar de mi libro" pues eso, que yo he venido a hablar de mujeres aunque de Marley hay que hablar... pronto, lo prometo.
Pero de nuevo vengo chirriona por culpa de esas frases que a pesa de ser puro cliché no conseguimos despegarlas de nuestra fisonomía porque el rollo este de la mujer perfecta pasa siempre por ser una mujer de aspecto y figura impecable. Luego ya se le van añadiendo los extras: buena amiga, buena esposa, buena compañera, buena madre, buena profesional, buena ama de casa... buena, buena y buena. ¡Qué fatiga, madre mía! 

Y claro, defraudamos. ¡Cómo no! A ver quien es la buena que es capaz de vivir a diario tirando del arquetipo universal de perfección, esa que no tienen ni la luna ni los océanos, esa que no gasta nadie en toda la galaxia pero que, por lo que sea, nos ha tocado a las mujeres terrícolas abanderar.  "La mujer perfecta, la ideal". No me jorobes.
Y claro, tiramos de rebeldía, qué sí no. De hecho, es lo más perfecto e ideal que podemos hacer. Por salud mental, vaya. Porque si eso, puede que nos rompamos de pura ansiedad porque la talla 36, las piernas largas y los pechos en su sitio duran poco. La naturaleza, los años y los hijos nos van dejando como uvas pasas y encima, cuando llega la menopausia, como premio a haber parido, a haber estado padeciendo menstruaciones insufribles, nos jubila el útero y nos paga con sofocones, sequedades, insomnios, caída de pelo, cogida gratuita de kilos, dolor de articulaciones y patas de gallo. En fin, que nos despachan de mala manera sin preguntarnos siquiera eso de "Señora, ¿quiere bolsa?"

A la receta: estos panes son un clásico en Austria y Bavaria. Son Brezeln pero en forma de barrita para rellenar. También los hay redondos. Son una perdición y no es más que una barrita de pan clásica pero bañada antes de hornear en agua  con Natron (bicarbonato). También se hacen cruasanes super ricos. A ver si le echo ganas y los hago caseros para poder acercarte estos sabores tan germanotes. El relleno también es un clásico que ya hice algo parecido con la pizza alemana, el dinnete. Pero aquí no hay normas ni Laugen perfectos. ¡Tira por donde más te guste!
Ingredientes:
  • 5 barritas tipo Brezeln (o las que más te gusten)
  • Queso de untar la finas hierbas
  • cebollino picado
  • tomate muy picado
  • Pimiento muy picado
  • cebolleta muy picada
  • queso rallado
  • speck y cabanosi (bacon ahumado y longaniza blanca)

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 200ºC.
  2. Corta las barritas por la mitad y las untas con el queso crema. Después un poquito de cebollino, tomate, pimiento y cebolleta todo muy muy picado. 
  3. Añade el queso rallado y pon por encima los trocitos de speck y/o cabanosi. hornea hasta que estén doraditos.

Camembert al horno con melocotón y tomates

septiembre 25, 2024
Dicen que ya casi no leemos pero ¡venga! seamos sinceros, con la de tonterías que se escriben, no parece que tengamos muchos alicientes para interesarnos por la prensa escrita. Un buen libro es otra cosa. Porque, en serio, es tremendo la de trolas que nos meten con embudo y ya de las manipulaciones ni hablamos. Madre mía cuantas barrabasadas se escriben a diario. 

A ver, yo ya no leo casi prensa escrita porque son muy pocos los medios que me dejan leer sin pagar. Cosa por la que no estoy por la labor. Pagas a uno y es como suscribirte a una secta porque ciertos medios solo blanquean a los suyos y hacen periodismo de investigación contra los "otros". Así que no voy a pagar para coger informaciones con pinzas. Ni loca.
Mira, sigo unas cuentas que revientan el clickbait -los links cebo que mienten más que cuentan- y es alucinante el morro que le echan. Todo un articulazo de seis párrafos para no contar nada de lo que prometían. O cuantos artículos hay por la red donde profesionales del ramo, es decir, periodismo con su título en la pared del salón de los papis, se explayan contando bobadas a partir de tuit o un tiktok... qué sí, que yo también lo hago pero cachis, yo no soy periodista ni me pagan por mi verborrea.

Y hablando de artículines simplones a partir de un tiktok: No pongo el link porque paso de promocionar a lo tonto, pero acabo de leer uno que habla sobre "la Gen Z no tiene problemas para comprar en Amazon, pero en una carnicería sí". Te pongo en contexto:  una tiktoker maña de 24 años que se dedica a grabar todo lo que hace al día menos -gracias a dios- cuando va al baño a desalojar, fue a una carnicería en un mercado y casi le da algo de la vergüenza. Parece que sus seguidores se sintieron super identificados y se pusieron a compartir momentos de requete bochorno en la pescadería o la charcutería o en el ultramarinos.
La tiktoker en cuestión, que tiene más de 20.000 mil reproducciones por semejante absurdez,  titulaba el vídeo con un "Mi mayor miedo como semiadulta: no saber comprar en una carnicería" ha logrado que un redactor le dedique un artículo de ocho párrafos escandalizando por los miedos de los G-Zetas.

A ver, de entrada no he podido evitar rememorar aquellos tiempo cuando yo andaba por el mundo tiernecilla y la de veces que mi madre me regañó porque me habían cobrado mal, el jamón york estaba reseco o los filetes mal cortados. Y por aquello de la vergüenza, yo prefería la bronca materna antes de quedar en evidencia en público. La falta de experiencia es lo que tiene. Hasta ahí el "drama" es comprensible.

Pero en lo que nadie ha recaído y menos este redactor afincado en Babia, es que esta muchacha se define como "medioadulta" con 24 añazos. No-me-jorobes. Y todos tan contentos. Pero ¡qué nos pasa! qué es una mujer hecha y derecha ¡no me fastidies! qué eso de medioadulto no-existe. Repito: no-existe. Qué no es una adolescente. Qué no. Y por ahí no paso. Que los padres les traten como a criaturas eso es cosa de cada casa pero la sociedad bajo ningún concepto debería infantilizar a toda una generación de jóvenes con la que está cayendo. A ver, qué el mundo se va a la mierda. Por favor, que alguien les ate a un sillón delante de un telediario que estos medioadultos votan. ¡Y a saber a quién!
Ingredientes:

  • 1 queso camembert
  • Un puñado de piñones
  • 1-2 melocotones maduros (yo me he quedado corta)
  • 1 dta. de miel 
  • Un puñado de tomates cherry
  • hierbas: orégano, tomillo fresco y cebollino fresco
  • pimienta
  • crema de balsámico
  • aceite de oliva

Preparación:
  1. En una fuente de horno, hornea el queso unos 10 minutos a 180ºC.
  2. Mientras, en una sartén, saltea brevemente los piñones con unas gotas de aceite de oliva. Reserva.
  3. En la misma sartén, carameliza el melocotón pelado y cortado en menudo con una cdta. de miel. Reserva.
  4. Saca el queso, y le das un corte en cruz en la corteza que levantarás con cuidado de no quemarte. Coloca el melocotón caramelizado, la mitad de los piñones y un poco de orégano. Vuelve a meterlo al horno unos 15 minutos hasta que veas que coge colorcito.
  5. Cuando lo saques del horno, añade por encima los tomates cherry partidos en cuatro mitades, el resto de piñones, las hierbas frescas, un poco de pimienta y un chorro de crema de balsámico y de aceite de oliva.


Ensalada de garbanzos de Casa Carmen

septiembre 22, 2024
Yo de momento, no te voy a decir quien soy, lo dejo pa'el final pero lo mismo por el camino me descubres porque mi vida ha si'o de libro y es que antes las cosas pasaban de otra manera, ya sabes, todo más enrevesa'o y además quiso el destino que mi vivir estuviera siempre cosido a las cosas del torear, del baile y del cantar. 

Tuve la suerte de crecer en una época en que el baile era cosa de mucha importancia, muy majestuoso y elegante; nada que ver con los tablaos de turisteo que vinieron después haciendo uso de mucho ruido y picardías pero de poco talento. Puede que esté algo creída, no puedo decir que no pero es que en esos tiempos tuve el mundo a mis pies.

Fui la niña de la Mejorana, que me trajo al mundo en el barrio sevillano de la Alfalfa y en la mismita casa del Espartero, que ya es casualidad. Mi madre fue la mejor artista de flamenco que pisó los tabla'os; tenía un arte que se le salía por todos sus poros y quiso Dios que este talento suyo también se le escapara por el vientre cuando me parió y me quedé con eso pa'tos los restos. 

Mi padre era un sastre muy reconocido que vestía a toreros como al Cúchares, Reverte y Bienvenida. ¡Qué sé yo cuántos! Y allí estábamos requetebién; pero nos tuvimos que ir a los Madriles porque mi padre enfermó y al poco comenzamos a pasar privaciones y fatigas. Ayudaba como podía fregando escaleras hasta que en un bautizo bailé unas sevillanas y dejé a todo el mundo tonto. Me ofrecieron bailar en el Japonés y de ahí a terminar de musa de Manuel de Falla y estrenar su Amor brujo pasó en un visto y no visto. O no, porque entre medias me atacó el amor a lo loco y casi sin darme tiempo a , se marchó dejándome con un gazpacho que qué se yo.
Cuánto amé a Rafael solo el de arriba lo sabe y qué mal me pagó esta devoción. Celoso a rabiar y gitano de la vieja escuela, me encerró en la casa con su madre y sus hermanas viendo la luz del sol tan solo desde un pequeño patio donde, embutida en un mandil con faltriquera, solo se me permitía coser y bordar. Mi madre, a saber porqué, se propuso romper mi matrimonio y mandaba anónimos a mi marido que le hacían enfurecer y, claro, me molía a palos sin querer escuchar razón alguna. Ni mi señora suegra ni mi cuñada ayudaron a parar estas palizas, al revés, parecían satisfechas de que el hombre de la casa me pusiera en mi sitio, me bajara los humos de reina mora y de paso, arreglar cuentas con el pasado porque la repugnancia que mi suegra sentía por mí no era normal.

Pero no, a reina mora no hay quien me gane y en menos de una año salí de aquella casa de mala manera. Y nunca más. Ni un roce ni un acercamiento. Y sobre este particular siempre guardé silencio aunque las lágrimas me persiguieron la vida entera. Si preguntas por los mentideros de Madrid te dirán que mi madre bebió los vientos por el torero Fernando Gómez, el Gallo mientras mi padre la pretendía y que la ruptura con uno coincidió con el casamiento con el otro y que yo llegué antes de lo que cabía esperar. Y este torero, maldita sea mi suerte, no es otro que el padre de mi marido, Rafael Gómez, el Gallo. Dicho queda.

Y por si fuera poco, el amor me atacó una vez más y de nuevo con gazpacho de por medio.  Conocí a Fernando, Duque de Dúrcal y primo del rey cuando estrenamos el Amor brujo y tuve la mala fortuna de quedarme embarazada. O eso yo creía entonces porque no he tenido mayor regalo en esta vida que mi hija Rosario, y mis nietos, y mis bisnietos. Pero en ese momento, aunque Fernando quiso reconocer a la niña, yo solo pensaba en evitar el escándalo y con ésto, Rafael me ayudó reconociendo a la niña y dándole sus apellidos a pesar de llevar separados varios años. Pero mi hija siempre prefirió llevar mis apellidos, porque solo sintió amor y orgullo por su madre, quien en mis buenos tiempos, presumí de oler a horada desde lejos. Pero así tuvo que ser. No hubiera sido tan feliz de haber cumplido con mis principios.
"Nosotros, los gitanos, no amamos más que una vez. Entregarse a una persona es un acto de iglesia; si uno se equivoca, como me he equivocado yo, no queda más camino que secarse de pena." Pastora Imperio.
Y hoy es domingo de reto, de Homenajeblog  y estrenamos nueva temporada donde cada mes nos volveremos a colar en cocinas ajenas y homenajearemos al anfitrión cocinando alguna de sus recetas. Arrancamos homenajeando por segunda vez a Carmen del blog Recetas Casa Carmen un sitio maravilloso con un montón de recetas estupendísimas y muy sanas, muy andaluzas con sabores muy nuestros. He hecho esta ensalada de garbanzos porque me quedé con ganas la vez anterior así que no lo dudé ni un momento, Y menudo acierto, ¡ Gracias Carmen!


Ingredientes:
  • 350gr de garbanzos cocidos
  • Atún en lata a tu gusto
  • Pimiento verde a tu gusto
  • cebolla morada o cebolla dulce para ensalada
  • 1 tomate
  • Un puñadito de tomatitos cherry
  • Aceitunas a tu gusto
  • Algunas alcaparras
  • 1 diente de ajo o ajo en polvo
  • queso fresco a tu gusto
  • Aliño: aceite de oliva, vinagre de vino, pimienta y sal

Nota:
  • La receta de Carmen lleva maíz pero lo he sustituido por unos cherries amarillos de mi huerto, que tienen un sabor dulce maravilloso.
  • Le puse ajo en polvo porque no me gusta que predomine mucho el sabor del ajo en las ensaladas.

Preparación:
  1. En una fuente o el recipiente en el que vayas a servir, pon los garbanzos escurridos, el pimiento y la cebolla cortada en muy fino, el atún, un tomate rallado, los tomatitos cortados en cuartos y las alcaparras cortaditas en menudo.
  2. Añade el aliño y el ajo, lo mezclas bien y terminas añadiendo el queso y las aceitunas.

Sopa nórdica de patata con puerro y salmón

septiembre 16, 2024
Queride lectore, nunca había utilizado este lenguaje tan inclusivo -que me suena igual que cuando sales del dentista bajo el efecto de la anestesia- pero lo que te voy a contar requiere de mis palabros más amplios para así abarcar todo tipo de flora y fauna austriaca. Porque sí, hoy voy a hablar del tema de conversación preferido por el austrogermane más al este del continente que no es otro que el tiempo -o sea, Das Wetter-. El mal tiempo para ser más exactos -o séase, Das shlechtes Wetter-.

Cuando llegas al país y prácticas un poquito la lengua te das cuenta que no necesitas dominar muchos temas variado de conversación porque irremediablemente la conversación derivará siempre en el tiempo. Si hace bueno, te instan a que cojas el paraguas porque seguro que vendrán tormentas. Si el día está de postal en plan la Costa del sol  sin rastro de rayos y truenos, lejos de reconocer su errado pronostico, insistirán que en dos, tres o diez días lloverá. Por eso salen siempre con calcetines y cuando viajan al sur y les dices que no les van a hacer falta, te miran con esos gestillos de viejo maestrillo que se las sabe todas.
Por ejemplo, mi vecina Frau Spolenak. No te dejes engañar por ese apellido que suena a cohete ruso puesto que es más austriaca que la Sisi pero hay que recordar que el antiguo Imperio dominaba el centro europeo de este a oeste y sin despeinarse. Te decía, Frau Spolenak es el ejemplo fehaciente de lo que cuento. Cada año -y ya llevo en esta casa 17- se esfuerza en chafarme los agostos porque cada uno de ellos en todos estos años me ha salido con eso de "se acabó el verano", "ist vorbei" me dice, con una emoción malvadilla apenas contenida y mal disimulada, algo que no he podido entender jamás; cómo es posible, que en un país con un invierno interminable, donde todos acumulamos falta de vitamina D, alguien en su sano juicio pueda alegrase -incluso desear- que el verano se termine antes de tiempo. ¿Por qué? 

Pues como ella, hay Frauen  -y Herren que a los caballeres también les chifla este drama- abonades al derrotismo climático a patadas. En cada barrio, familia y parroquia. En el supermercado, la peluquería, el parque, un café... da igual donde repares que les escucharás pronosticando rayos, centellas, nubes negras y vientos huracanados.
Ahora, con el cambio climático que por lo que sea es un hecho innegable, tenemos unos veranos largos y calurosos, con las huertas produciendo en plan terruño mediterráneo -panzá tras panzá de tomates, calabacines, pimientos y pepinos- hecho que le complica de mala manera a Spolenak las predicciones. Se ha pasado el verano entero cizañando: "que viene granizo" nos decía día sí y día también. Claro, se nos ponía a todos la piel de gallina y sufriendo por la carrocería del coche y los pobres tomates... pero mira, ni un amago hemos tenido aunque psicosis, un rato... ya te digo que esta mujer es capaz de arruinar el buen juicio de cualquier sureño... perdona, sureñe que para las cosas de sufrir estamos todes en el mismo saco.

Pero claro, tarde o temprano se tenía que salir con la suya. Hace una semana larga estábamos a 30º con un calor del copón. Y mira, tan contentos pero de golpe nos entró un frente frío con vientos huracanados que parecía que iba a volar el tejado de casa. Lleva lloviendo una semana y hemos tenido que sacar el abrigo y encender la calefacción. Así, sin adaptación ninguna, tenemos la nieve acosando el valle, tan solo a dos horas de caminata a paso de yaya. Media Austria está inundada: Viena, Baja Austria y también mi región, Estiria aunque donde vivo no tenemos riesgo ya que el Mura, nuestro río, ha estado drenando muy bien tanta lluvia. 

Así que llegó el momento de dejar los gazpachos y volver a la cuchara calentita y reconfortante. Que mejor manera que con un guiso nórdico para que mi vecina esté por fin a sus anchas con la bufanda y las pantuflas.  


Ingredientes para 3-4 personas:
  • de 800-1.000gr. de patatas
  • 1 puerro grande
  • 2 dientes de ajo
  • 1 litro de caldo de pescado
  • 250ml. de nata líquida
  • sal y pimienta
  • 2-3 lomitos de salmón
  • Eneldo y perejil fresco

Preparación:
  1. -En una cazuela, con unas gotas de aceite, pon las patatas peladas y cortadas en trocitos menudos y el puerro en aritos finos. Rehoga brevemente y añade el caldo de pescado y el ajo machacado. Deja que cueza a fuego lento hasta que la patata esté blanda.
  2. Mientras, en una sartén con unas gotitas de aceite, saltea el salmón. Sala un poco y añade un poquito de mantequilla para que coja sabor y selle bien el salmón para que no se quede seco. 
  3. Cuando las patatas estén blandas, salpimienta y añade la nata, el eneldo muy picado y por último el salmón cortado en trocitos. Apaga el fuego y deja que repose unos unos 5 minutos. Termina con un poco de perejil picado

Ensalada de pasta y atún con calabacín

septiembre 13, 2024
diálogo 
Del lat. dialŏgus, y este del gr. διάλογος diálogos.

1. m. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
2. m. Obra literaria, en prosa o en verso, en que se finge una plática o controversia entre dos o más personajes.

3. m. Discusión o trato en busca de avenencia.

¡Menudo melón! Dialogar, qué manido y deslucido y exprimido y espachurra'o de tanto malusarlo y maldecirlo y malquererlo. Recurrimos a él con ahínco y tesón pero casi siempre para usarlo en plan besugo o en modo sordera. Porque a parte de no saber manejarlo, confundimos razones con derechos, con despropósitos, hechos con opiniones, axiomas y verdades reducidas a su mínima expresión, sin contexto alguno, sin na'bueno, y así, a lo tonto, se usa para colarnos mentiras y medias verdades y certezas manipulables con el fin, no ya de entendernos sino todo lo contrario; nos quieren peleados y amorales, nos agitan como avispas en el avispero.

Acabo de leer a un jacho en Twitter y todos sus comentarios, que pretenden ser cátedras del buen saber, están tan llenos de "ismos" que se hace tarea imposible adivinar a donde pretende llegar con tanto nacionalismo, y socialismo y comunísimo y liberalismo y materialismo e individualismo y... y paro que me da fatiga. Y todo ¿pa'qué? pues pa'na, salmuera sin sal, maniqueo puro y argumentaciones plagadas de clichés y nuevas palabras inventadas para decir lo mismo pero sin que lo parezca. ¿Pero por qué no sabemos dialogar?
Pues muy fácil, porque cuesta esfuerzo. Para dialogar hay que ceder la palabra, escuchar admitiendo los argumentos ajenos aunque no los compartas, discrepar con sensatez sin recurrir a la crítica personal, sin poner etiquetas ni prejuzgar. Hay que tener en cuenta los contextos y admitir que verdades hay tantas como razonamientos y experiencias; hay que ser crítico con uno mismo cuando toque sin que ello signifique traicionar tus ideas. En fin, que hace falta un montón de cosas que aburren a la gente porque no da espectáculo y encima te obligan a pensar. !Qué osados!

No me lo tomes a mal, pero como dialogar en un país donde la envidia está tan blanqueada, tanto, que las cosas que uno admira son envidiables y nos hincha de orgullo que alguien nos suelte un "jo, qué envidia me das". El sumun. Un país donde al pasar un ferrari la gente piensa más a menudo con un "anda y que se estrelle" que con un "ojalá yo pueda tener uno". Y encima, somos de dormir con la escopeta cargada que muchas veces uno abre la boca para dar su opinión y se le cose a perdigonazos antes de que pueda exponer sus razones. Y esto no es nuevo, no son los jóvenes, no es ahora. Lee algo del SXIX y te toparás con estos mismos rotos que llevamos a cuestas desde hace qué se yo. Así somos.

“En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Antonio Machado


Ingredientes para 4:
  • 2 calabacines en trocitos menudos
  • algo de aceite de oliva para saltear los calabacines 
  • sal de especias
  • 400gr. de pasta cocida en agua con sal
  • 1/2 cebolla morada
  • tomates cherry a tu gusto
  • 1 lata de atún en aceite de oliva
  • 1 ó 2 huevos duros
  • aliño: el aceite del atún, vinagre, unas gotas de miel, sal y pimienta

Preparación:
  1. Saltear los calabacines troceados con un poquito de aceite de oliva y sal de especias. Reservar.
  2. Al tiempo, cocer la pasta en abundante agua con sal. Cuando esté al dente, escurrir y escaldar con agua fría.
  3. Pon la pasta en un recipiente y añade todos los ingredientes. Aliña y listo.

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