Queride lectore, nunca había utilizado este lenguaje tan inclusivo -que me suena igual que cuando sales del dentista bajo el efecto de la anestesia- pero lo que te voy a contar requiere de mis palabros más amplios para así abarcar todo tipo de flora y fauna austriaca. Porque sí, hoy voy a hablar del tema de conversación preferido por el
austrogermane más al este del continente que no es otro que el tiempo -o sea,
Das Wetter-. El mal tiempo para ser más exactos -o séase,
Das shlechtes Wetter-.
Cuando llegas al país y prácticas un poquito la lengua te das cuenta que no necesitas dominar muchos temas variado de conversación porque irremediablemente la conversación derivará siempre en el tiempo. Si hace bueno, te instan a que cojas el paraguas porque seguro que vendrán tormentas. Si el día está de postal en plan la Costa del sol sin rastro de rayos y truenos, lejos de reconocer su errado pronostico, insistirán que en dos, tres o diez días lloverá. Por eso salen siempre con calcetines y cuando viajan al sur y les dices que no les van a hacer falta, te miran con esos gestillos de viejo maestrillo que se las sabe todas.
Por ejemplo, mi vecina
Frau Spolenak. No te dejes engañar por ese apellido que suena a cohete ruso puesto que es más austriaca que la Sisi pero hay que recordar que el antiguo Imperio dominaba el centro europeo de este a oeste y sin despeinarse. Te decía,
Frau Spolenak es el ejemplo fehaciente de lo que cuento. Cada año -y ya llevo en esta casa 17- se esfuerza en chafarme los agostos porque cada uno de ellos en todos estos años me ha salido con eso de "se acabó el verano", "
ist vorbei" me dice, con una emoción malvadilla apenas contenida y mal disimulada, algo que no he podido entender jamás; cómo es posible, que en un país con un invierno interminable, donde todos acumulamos falta de vitamina D, alguien en su sano juicio pueda alegrase -incluso desear- que el verano se termine antes de tiempo. ¿Por qué?
Pues como ella, hay
Frauen -y
Herren que a los
caballeres también les chifla este drama-
abonades al derrotismo climático a patadas. En cada barrio, familia y parroquia. En el supermercado, la peluquería, el parque, un café... da igual donde repares que les escucharás pronosticando rayos, centellas, nubes negras y vientos huracanados.
Ahora, con el cambio climático que por lo que sea es un hecho innegable, tenemos unos veranos largos y calurosos, con las huertas produciendo en plan terruño mediterráneo -
panzá tras
panzá de tomates, calabacines, pimientos y pepinos- hecho que le complica de mala manera a
Spolenak las predicciones. Se ha pasado el verano entero cizañando: "que viene granizo" nos decía día sí y día también. Claro, se nos ponía a todos la piel de gallina y sufriendo por la carrocería del coche y los pobres tomates... pero mira, ni un amago hemos tenido aunque psicosis, un rato... ya te digo que esta mujer es capaz de arruinar el buen juicio de cualquier sureño... perdona,
sureñe que para las cosas de sufrir estamos
todes en el mismo saco.
Pero claro, tarde o temprano se tenía que salir con la suya. Hace una semana larga estábamos a 30º con un calor del copón. Y mira, tan contentos pero de golpe nos entró un frente frío con vientos huracanados que parecía que iba a volar el tejado de casa. Lleva lloviendo una semana y hemos tenido que sacar el abrigo y encender la calefacción. Así, sin adaptación ninguna, tenemos la nieve acosando el valle, tan solo a dos horas de caminata a paso de yaya. Media Austria está inundada: Viena, Baja Austria y también mi región, Estiria aunque donde vivo no tenemos riesgo ya que el Mura, nuestro río, ha estado drenando muy bien tanta lluvia.
Así que llegó el momento de dejar los gazpachos y volver a la cuchara calentita y reconfortante. Que mejor manera que con un guiso nórdico para que mi vecina esté por fin a sus anchas con la bufanda y las pantuflas.
Ingredientes para 3-4 personas:- de 800-1.000gr. de patatas
- 1 puerro grande
- 2 dientes de ajo
- 1 litro de caldo de pescado
- 250ml. de nata líquida
- sal y pimienta
- 2-3 lomitos de salmón
- Eneldo y perejil fresco
Preparación:
- -En una cazuela, con unas gotas de aceite, pon las patatas peladas y cortadas en trocitos menudos y el puerro en aritos finos. Rehoga brevemente y añade el caldo de pescado y el ajo machacado. Deja que cueza a fuego lento hasta que la patata esté blanda.
- Mientras, en una sartén con unas gotitas de aceite, saltea el salmón. Sala un poco y añade un poquito de mantequilla para que coja sabor y selle bien el salmón para que no se quede seco.
- Cuando las patatas estén blandas, salpimienta y añade la nata, el eneldo muy picado y por último el salmón cortado en trocitos. Apaga el fuego y deja que repose unos unos 5 minutos. Termina con un poco de perejil picado