tomates confitados y una confesión

La vamos a liar, lo sé. Me estoy poniendo tan pesadita con mi mundo leche por aquí, frambuesas por allá, las fresas, los huevos y la huerta que me trajo! una pesada, eso es lo que soy.  Debería de ponerme como un tomate pero no, yo los tomate los confito -y échale la culpa a Lolah que es su receta-. Igual que tú, que de un momento a otro me vas a confitar un par de verdades a la cara a lo "monina, que no vengo a leerte para que te pongas con la pedantería horticultural subida"  o más directo aún  "eh, guapi, menos presumir y más repartir con la humanidad que mucho de boquilla y plumilla fácil pero a la hora de zampar no repartes ni medio frasco"...

Pues sí, así es. Para que negarlo. Además de presumida soy ego-gastro-gástrica que todo de lo que presumo va a la pancita sin mediar casi palabra, que para cuando me pongo a escribir estas entradas  interminables ya me he puesto las botas, no te quepa duda. Y ojo, que nunca he mentido en este particular. Que te recuerdo que soy de las pocas blogueras que ha tenido el valor de destapar la verdad del blog culinario -aquí, junto con la tarta de chocolate del Oliver-. Porque sí, en este barrio somos lo peor de lo peor...


Vamos con el mandil y la espumadera proclamando nuestra sacrificada labor de enseñar y compartir el don que la santa vida nos ha dado... el don de zampar, no te quepa duda. Porque lo que cocinamos, zas! pa'dentro y a dos carrillos. Sí, sí, querido lector. Los blogueros culinarios somos lo peor.

Detrás de este aire de abnegada dedicación se esconde un ansia tan feroz que a veces no dejamos ni enfriar el pastel. Montamos el plato, encuadramos, -metemos el dedo, acto reflejo completamente incontrolable- cortamos un trozo que luego lucimos a lo casual con el mordisquito bien enfonca'o para que quede mono y parezca que está hecho aposta para que veas mejor la miga o el corte... ja! me río, te digo yo que sé de lo que hablo, que eso ha sido un puro arrebato glotón enmascarado de acto cultural. Y a la que pasa alguien a nuestro lado y nos ve con todo ese folklore, cortando trocitos de pastel y con la tetera humeando como si estuviéramos de tea party a las 12 de la mañana, con la cocina patas arriba, cámara en mano, un churrete de salsa de fresa en la pechera y los carrillos inundados de pastel... díme tú, con ese cuadro, a quién vamos a convencer que esto es compartir experiencias en la cocina...


A veces nuestra perruna es tan canina, que nisiquiera nos tomamos la molestia de escribir la receta. Ponemos un "la receta la encontré aquí" y santas pascuas que el hambre aprieta y el pastel espera.. bueno, lo que queda de él. Porque esa es otra, no siempre llega a la foto, que en más de una -y de diez- la exquisitez se queda sin ilustrar porque no quedó ni las migas. Éste es, por cierto, uno de los trucos más usado: hacer fotos a las sobras... me parto, pero qué sobras!? díle a los carpantas con los que compartes mesa "cariños míos, os voy a poner raciones pequeñitas que son más saludables y no quiero que os dé un cólico o algo peor" ... juas, lo dejo que me da la risa. Eso sí, a la que repiten y hasta tripiten -no todos, que es de ley aclararlo- tú estás sufre que sufre pensando "ay, madre, adiós foto". Ves, visto así, va a resultar que sí que sufrimos... ¿y cuándo hay visitas? pues otro mal rato. Porque un poco mal visto sí que queda sacar la cámara delante de los invitados y no exactamente para guardar un cálido recuerdo de tan especial reunión... ay qué no! que uno se pone cual poseso del clicli-clicli a retratar el plato de cerca, de lejos, de refilón, con el angular y con lo que haga falta para que en el blog quede bien bonico .... uich, esto como que no es fácil de entender, la verdad sea dicha. Uhm, es algo sutil  pero que deja en el ambiente cierto tufo a "aquí hay friki enlatado" y eso quieras o no, pues cohíbe un poco así que a la que sirves el pastel flaseado hasta la guinda, no tienes más salida que soltar, con un deje de fatalidad a ser posible: "si no te creas, esto lo hago por mis lectores, sabes... es por ellos, que si no..."




Ingredientes para confitar tomates al estilo de Lolah:
  • 1 y 1/2 kg. de tomates tipo cereza
  • un par de ramas de tomillo
  • un par de ramas de romero
  • unas hojas de salvia
  • 2 hoja de laurel
  • 8 dientes de ajo
  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharadita de café de azúcar
  • sal
  • unos granos de pimienta
  • aceite de oliva para rellenar los frascos


Preparación:
Calienta el horno a 150ºC. en una fuente de horno coloca los tomates cuidando que no queden montados unos sobre otros. Reparte las hierbas, las especias, los ajos, sala y espolvorea el azúcar por encima. Riega con el aceite y hornea unas 2 horas.

Mientras, esteriliza un par de botes limpios y sin restos de jabón. Los cueces en agua o la vapor como mínimo 20 minutos. deja que se enfríen antes de usarlos. Reparte los tomates, las hierbas y los ajos dentro de los botes, y rellena de aceite hasta el borde. Si ha quedado líquido en la fuente de hornear doy por sentado que lo repartirás en los botes. Si no lo haces te pierdes algo grande.


Y para que nadie me tache de escurrir el bulto y salir de rositas después de las crueles verdades que he destapado, incluyo este par de fotos con la única y sólida intención de hacerte salivar... el queso, por supuesto, del que hago en casa... y es que es para cogerme manía de lo repelente que me pongo;-P



Y al final, como todo se sabe,  cumplo con lo prometido y publico esta entrada a tiempo para que quién desayuna con hierbas y especias se le atragante el café de la risa que sé yo que el humor no nos falta... gracias a dios.

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