Pastel relleno de pudding de coco para resumir
¡Por dios! creo que me he quedado sin recursos. Ya no puedo hablar del coco, porque ya está en uso, no debería volver al ataque hablando de amor porque últimamente me he pasado ocho pueblos y empiezo a deslizarme por la estrecha línea de convertirme en un plomazo... ¿de política? me repetiría y eso de hacer un copy/paste a lo ya publicado me parece una descortesía muy cutre. Ya he hablado de historia, he criticado a la RAE y a algunas de sus definiciones. He hecho confesiones nunca antes confesadas, vaya, que he ejercido mi derecho a ponerte la cabeza como un bombo contando mis secretos más inconfesables sin que nadie me tirara de la legua y sin torturas a lo Torquemada, simplemente las he soltado
a trocho y mocho contando incluso más secretos de los que un lector en su sano juicio es capaz de digerir. He escrito guiones -sí, también- he... he de todo, te juro que de todo menos estar callada cosa que en este blog aún no ha surgido y a la vista está que hoy es tarde para ello.
Pero no temas, que hoy no me voy a enrollar más que lo justo. Llevo un día bien movidito y en menos de una hora aquí mis grullas van a empezar a abrir el pico reclamando manduca y si te soy sincera, se ponen muy pesa'os y con tal de no oírlos hoy te resumo mi entrada y mira, mañana será otra día; esta mañana mercadillo infantil de segunda mano en Trofaiach. Solo ponen dos al año -ni idea de por qué tan pocos- y solo por la mañana así que se pone hasta la bola. Los congéneres en busca de bicis, carritos de bebé y sillas de auto se dan de tortas por ser los primeros en llegar y comprar las más baratas y mejor cuidadas. Una locura bestia, te lo aseguro. Nosotros hemos llegado cuando ya desfilaban las últimas bicis y los pasillos se quedaban más depejadillos. Me he llevado tres pares de de camisetas y pantalones deportivos para este verano. 7 €. Un juego de viaje magnético. 3 €. Y ¡la bomba! una casa enorme de madera, con dos alturas que hemos convertido en una estación de bomberos. Nos hemos pasado la tarde pintando piececitas de madera y la hemos dejado requete puesta. Con camitas para los bomberos -yo les hice unas mantitas a topos azules requetemonas pero Lucas dice que a los Playmobil no les hacen falta... cachis! lástima de ajuar-. Hemos hecho una mesa, una pequeña cocinita... en fin, que con un poco de imaginación, unas piezas de madera de colores, pegamento y unos rotuladores permanentes un par de Nobis te amueblan un apartamento en un periquete. Y con tanta actividad te preguntarás ¿y ésta mozita de dónde saca tiempo para hacer el pastel? pues elemental querido Watson. Esta tarta fue retratada hace un par de días... pero si corres, aún llegas.
Ingredientes para la costra:
Ingredientes para el relleno:
En un bol, mezcla la mantequilla con el harina (la tamizas junto con un poquito de sal y los polvos de hornear ) hasta que se hagan migas. Añade el azúcar y las yemas. A la que vas amasando añade el suero de mantequilla. Pasa la masa a la mesa o encimera y amasa enérgicamente hasta que esté homogénea. No hace falta que amases mucho tiempo ya que el toque rústico la hará más bonita. La masa queda algo pegajosilla y blanda. Mejor.
Precalenta el horno a 180º C.
Enharina la encimera, divide la masa en dos, la segunda parte algo más pequeña que solo para tapar necesitamos menos. Estira la masa y la pasas a un molde (engrasado y enharinado previamente). Rellena con el pudding, estira el resto de masa y tapas el pastel. Recorta los bordes y con ayuda de una espátula remete los bordes como si ajustaras el refajo. Los borde bien metidos dentro para que no se suelten. Pincela con un poco de suero de mantequilla y hornea sin prisa hasta que la costra esté dura y dorada.
- 100gr. de mantequilla fría cortada en trocitos
- 2 yemas
- una pizca de sal
- 2 cucharadas de azúcar
- 1y 1/2 tazas de harina
- 1 cucharadita rasa de polvos de hornear
- 100ml. de buttermilch (o 50ml. de yogur y 50ml. de agua)
- un poco más de suero y de azúcar para pincelar y espolvorear
Ingredientes para el relleno:
- 250ml. leche
- 2 yemas
- 3 cucharadas de azúcar
- 1/4 de vaina de vainilla molida
- la cascara de un limón y una naranja
- 2 cucharadas colmadas de sémola de trigo duro o polenta
- 1 cucharada de jugo de lima concentrado
- 5 cucharadas de coco (la próxima vez le pondré un poco más. Viva el coco!)
En un bol, mezcla la mantequilla con el harina (la tamizas junto con un poquito de sal y los polvos de hornear ) hasta que se hagan migas. Añade el azúcar y las yemas. A la que vas amasando añade el suero de mantequilla. Pasa la masa a la mesa o encimera y amasa enérgicamente hasta que esté homogénea. No hace falta que amases mucho tiempo ya que el toque rústico la hará más bonita. La masa queda algo pegajosilla y blanda. Mejor.
Precalenta el horno a 180º C.
Pon en un cazo la leche y bate dentro las yemas, añade el azúcar, la vainilla y las cascaras. Lo llevas a ebullición sin dejar de mover y a la que hierve, añades la sémola poco a poco, siempre sin dejar de mover con ayuda de unas barillas. Cuando haya espesado, lo retiras del fuego, quitas las cáscaras, añades el coco y el jugo de lima. Lo dejas reposar para que temple.
Enharina la encimera, divide la masa en dos, la segunda parte algo más pequeña que solo para tapar necesitamos menos. Estira la masa y la pasas a un molde (engrasado y enharinado previamente). Rellena con el pudding, estira el resto de masa y tapas el pastel. Recorta los bordes y con ayuda de una espátula remete los bordes como si ajustaras el refajo. Los borde bien metidos dentro para que no se suelten. Pincela con un poco de suero de mantequilla y hornea sin prisa hasta que la costra esté dura y dorada.
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