Lentejas con curry, leche de coco con conflicto patrio

Lunes por la mañana. Ha parado de nevar. Ayer no cesó en todo el día. Esto significa que hemos pasado un domingo dentro de la cueva. Solo hemos salido para palear nieve.. miento. Ahora que me acuerdo -cientos de veces te he hablado de mi memoria de hamster, verdad?- digo que no, que los chicos ayer, mientras yo paleaba nieve en el patio, ellos se fueron al Asia Spa, a darse un par de bañitos que no hay nada más lindo que tú en traje de baño chapoteando agua calentita mientras ves caer la nieve. No, no te precipites en conclusiones que no me dejaron castigada. Me quedé voluntariamente porque quería cocinar y levar unas masas tranquila. Los domingos uno tiene el esquema metal a lo descanso, retozar por el sofá, ver el fútbol... pues para mí es el día que pierdo por completo mi espacio. Todo lo que hago es para ellos, con ellos o porque son ellos.. y a mi mini-yo interior solo me queda calmarle a lo "tranquila mini-mí, mañana tendremos tiempo para nosotras..."

Pero llega el lunes y la soñada soledad de la mañana se esfuma a la que recoges la casa, planificas el trabajo de la semana, te agobias pensando en lo que dejaste por hacer la semana anterior -un poco de mala conciencia para ponerse uno las pilas va fantástico- y hala, antes de darte cuenta Lucas toca el timbre ya de vuelta y yo con la comida sin hacer... trabajar en casa es genial salvo por un par de cosas: tu hora de trabajo es casi regalada y tienes que acostumbrarte a trabajar con un estribillo de fondo: mamaaa, mamaaa... coro que se convierte en coral cuando el padre cruza la puerta.

Así que sacrificar un par de horas remojando el culete en la piscina, con Lucas en mi chepa, con Günter diciendo coge esto, toma lo otro... cachis que no tengo más manos... caray que protestona ... no ves que no me cabe más ... ainss que mal te organizas... cierto que puede que no siempre sean estas palabras y que mi transcripción no sea literal del todo pero cualquier madre que se precie sabe de lo que hablo... decía, que este sacrificio bien lo vale por un puñaico de tiempo en silencio, amasando y con un puchero en el fuego, preparando unas lentejitas para que cuando regresen las fieras solo nos falte sacar las cucharas y ponernos a zampar.

Hasta aquí música de violines, verdad? pues no te dejes engañar. Existe en toda esta historia un dramón que se esconde debajo del mantel. A Lucas no le gustan las lentejas. Creo que ya es conocido que para estas cosas no soy buena madre. No soy de las que eliminan del menú aquello que sus hijos "no comen" ni tampoco hacen un plan b para los churumbeles. Primero lo prueba, lo intenta y si no lo quiere que lo deje pero que sepa que la única opción que le queda para hinchar la pancita es pan y  fruta. Para minimizar el drama siempre cuelo lo que no le gusta los días que sé que va a tener mucha hambre. Así hemos conseguido que coma garbanzos y la salsa de tomate que se le atragantaba. Pero las lentejas se le resisten.

Y como si algo le vuelve loco al enano es el curry -que no pique mucho que se le ponen los labios a rabiar- la leche de coco y mucho pero que muchoooo limón, idee hacer estas lentejas a su gusto. Usé las verduras que tenía pero se me antojan que con puerro y espinacas tienen que estar bárbaras... pero para no faltar a la tradición, estas lentejas pese a ser tan exóticas, cumplen con dos de los requisitos que en mi casa jamás faltaron: se estofan con lo que hay por el frigo y por supuesto, se arreglan con un sofrito para darle cuerpo al guiso.. y luego,  que nieve todo lo que quiera que a nosotros nos da igual... por cierto, Günter dice que las prefiere así, con curry a la versión estofada española... no, no lo voy a convertir en un conflicto patrio, los jugos gástricos poco entienden de banderas.


Ingredientes:
  • Un puñaico de lentejas por comensal (pardiñas, para mí las mejores)
  • 2 patatas medianas
  • 2 zanahorias
  • 1/2 boniato hermoso (le tenia navegando a la deriva en el cajón de la verdura del frigo)
  • 1/2 bulbo de hinojo
  • 1 litro de caldo de verdura
  • 1 lata (400ml.) de leche de coco
  • el zumo de 1 limón
  • 1 cdta. de pasta de curry (yo uso rojo)
  • 1 cdta. de especias garam masala (estas no pican así que son geniales para curries ligeros)
  • Se me acabó la cúrcuma, pero lo suyo es ponerle un poco
Para el sofrito:
  • una cebolla mediana
  • un diente de ajo
  • 1/2 pimiento rojo
  • 2 cdas. de concentrado de tomate o el doble de salsa de tomate
  • sal y pimienta
  • un poco de patata y zanahoria del guiso para espesar 
Preparación:
  1. Cortamos las verduras en cubitos chicos para evitar tener que alagar mucho la cocción no se nos vayan a deshacer las lentejas. Ponemos todo en un puchero o cacerola  -menos el mundo sofrito y la leche de coco- y dejamos que cueza a fuego lento unos 20 minutos. 
  2. Añadimos entonces la leche de coco y nos disponemos a arreglar el guiso. En una sartén con un poco de aceite saltea la cebolla, el ajo y el pimientos cortado en rodajas. Dejamos que coja color, lo apartamos del fuego y lo pasamos por la batidora junto con el tomate concentrado, medio cazo del guiso  o unos trocitos de patata y zanahoria para que espese el guiso y un poco de sal y pimienta. 
  3. Una vez triturado en fino, lo añadimos las guiso y dejamos que cueza otros 5-10 minutos. Lo retiramos del fuego sin levantar la taza y dejamos que descansen otros 10 minutos mínimo. Rectificar del sal si hace falta (puedes ponerle un poco de salsa de soja) y servir.

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