Galletas de toda la vida, rellenas de chocolate para que sepas cuánto te quiero
Quien me conoce sabe que soy un desastre en estado puro con mi móvil. Nos llevamos fatal. Yo le ignoro y él me ignora, el mejor trato que se puede establecer con una maquinita pequeña que suena cada dos por tres, con alarmas, avisos y actualizaciones pero que cuando está en el bolso y alguien me llama jamás oigo... me fastidia a lo tonto pero es incapaz de hacer bien su trabajo cuando lo necesito... por lo tanto, cuando el whatsapp entró en nuestros teléfonos fui una de sus primeras víctimas. Eso del chatear a lo tonto no me caló en absoluto. Mis dedos están torpecillos con la artritis y no veo tres en un burro sin las gafas así que cada vez que alguien me mandaba un "hola como estás" yo tardaba tres días en tener en línea teléfono, gafas y tiempo para contestar... mi victimismo llegó con ese rumor de que se podía llamar gratis. Llamé gratis hasta que me llegó mi primera factura post whatsapp y me cachisteé en todo lo que se movía. La tarifación de estos tipos supera a la de mi compañía para llamadas internacionales y ya es mucho decir... así que le puse una cruz y zapatero a sus zapatos que yo soy carne de portátil y teclado tocho...
Hasta hace una semana... esto es lo que pasó:
Recibí un mensaje de Moisés, un ex alumno del colegio que me dice que los antiguos compañeros nos estamos reagrupando en un whatsapp y que si me interesa que le contacte... mira, para qué mentir, mensaje escueto que me hizo temblar de emoción hasta mi última cana, esa que desconozco por completo por llevar tanto tiempo tinte a modo de camuflaje... y, como siempre, con el movil perdido y sin batería... por fin, entro en línea. Flipo. Y mucho. Primero porque empiezo a ver miles de nombres -en concreto cuarentaitantos- y encajo el temazo por primera vez a lo bruto, a lo bestia, sin enterarme ni del nodo porque todo iba demasiado rápido para mí... una locura en todos los sentidos. Pero cada vez que soltaba el movil, mi mente hacía musculación retornando al presente tantas caras, voces, sonrisas, el de la mesa del al lado.. este chico se sentaba atrás del todo, cerca de la ventana... este esto, aquí, allí, ay madre, ay por dios... así, el corazón loco con tanto revolcón.. mira, a mí en esas se me aparece un marciano diciendo traigo un mensaje de mi planeta con la clave para salvar el tuyo y le hubiera dicho: mira, déjame recado en mi correo y si tienes skype luego te llamo que ahora no puedo atenderte...
Desde entonces vivo con el alma en un puño. No digiero las emociones. Creo que Moisés no sabe lo que nos ha hecho. Vivo en estado de shock, no consigo concentrarme, me acuesto agotada de tantas emociones -hacer musculación es lo que tiene- , mi hijo pequeño está descoloca'o porque me oye reír a carcajadas con la nariz pegada a la pantalla del teléfono y ahora su mamá se mueve por sus dominios con una cara de ensoñación extraña, con la vista perdida en algún lugar remoto en vez de tener sus pupilas clavadas en su chicha. Mami, la que siempre recoge e insiste en la importancia de tener las cajas de juguetes en orden, puso la casa patas arriba buscando fotos viejas y cuando me preguntó qué buscas? por primera vez en sus siete años de existencia, mamá contestó "no sé, a ver que hay..."
Oh-oh-oh! Oh! esto suena a enamoramiento, oder? pues va a ser que sí, que me he enamorado de mis compis. Algunos mira que entonces no nos hacíamos ni caso y ahora es como "por dios, cómo he podido vivir treinta y tantos años sin ti" absurdo en parte y requeteautentico en todo. Porque entonces, en el colegio, eramos vecinos de mesa, amigos, y hasta pelea'os que los había, de esos que no podían coincidir cerca en el comedor sin que se liara parda... estábamos cruditos, sin hacer, con las hormonas en plena revolución y sin tener claro de qué iba el juego del vivir. Del sentir? menos aún. Recuerdo enamoramientos de un día, de años, de ahora me gustan 3 y mañana trescientos y pasado nadie, desencuentros, risas, llantos... recuerdo y recuerdo y durante muchos años no recordé nada. Tan centrada en comerme el presente que se diluyó el ayer casi por completo...
A día de hoy, ahora que hemos vivido -madurar puede que aún nos quede un hervor pero lo que se dice vivir ... ahhh, que empollones nos hemos vuelto todos- decía, que después de acumular unos añitos en la vida, pues uno comprende casi de puro sin querer que el pasado no son solo recuerdos sino que "somos" y que no "seríamos" sin los que "fueron" así que ellos "son" parte de nosotros... me hago el lío, no? eso me parecía... pero acuérdate de lo que te digo. Si algún día tu niñez te manda un mensaje a lo te_encontré ya verás.. ya verás...
Quería contarlo, dejar huella de este momentazo y esta entrada -pese a no ser una de las más ingeniosas ni chisposas de mi repertorio- pasará al cajón de mis historias para no olvidar. Tenía que ser una receta de toda la vida, dulce y sencilla y encima con harina porque ahí está el truco: somos molineros:-P así que hice estas galletas con mi harina mágica, la de ese molino de Alta Austria que aún hace la molienda tradicional, sin blanquear la harina y sin quitarle ni su cascara ni su germen...
Ingredientes:
- 100gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 100gr. de azúcar morena molida
- 250gr. de harina de calidad
- una pizca de sal, de canela y otra de cardamomo molido
- 1 huevo
- 2 cucharadas de leche, yogur o buttermilch
- Opcional: una pizca de polvos de hornear
- 125-150gr. de chocolate
- 2 cucharadas de queso bajo en grasa tipo philadelphia
Notas:
- Yo no uso polvos de hornear. En este tipo de galletas casi no noto diferencia si la pongo o no así que dejo que lo natural se imponga. Eso sí, las hago con yogur o buttermilch. Con leche creo que sí deberías de usar los polvos químicos porque se podrían poner un poco duras.. no sé el por qué pero pasa.
- El truco para unas galletas crujientes es no hacerlas gorditas. Contra más gorditas más monas de aspecto pero menos crujientes. Son galletas de estar por casa así que lo importante es el sabor.
- Si no tienes cardamomo puedes prescindir de él pero nunca de la canela. Le da un toque fantástico.
- Las últimas las dejé sin rellenar. Lo que hice fue pincelaralas con yema de huevo mezclada en un par de cucharadas de agua -sino el huevo deja una capa como plasticosa- y le espolvoree azúcar normal por encima. Si quieres que se parezcan a las napolitanas espolvorea con una mezcla de azúcar y canela.
Preparación:
Pon directamente todos los ingredientes sobre la encimera limpia menos el huevo y el yogur/leche/buttermilch. Deshaces la mantequilla con los dedos hasta que se hacen migas más o menos pequeñas. Abre un agujerito en el centro y coloca los ingredientes que nos faltan. Amasa hasta que todos los ingredientes estén bien ligados y la masa se despegue con facilidad de la mesa. De no ser así, es que se nos fue la mano con el ingrediente líquido. Añade entonces un poco más de harina. Deja que repose una media hora hasta que enfrie y sea más fácil manipularla.
Precalienta el horno a 190ºC. Enharina la encimera, coloca un tercio de la masa, pon un film de plástico por encima y extiende con ayuda de un rodillo. Corta las galletas con un corta galletas o el borde de un vaso por ejemplo. Con unos agujeritos que da más crujiente así que si el cortagalletas no los tiene se los haces con un palillo de ensartar pinchos o similar.
Coloca las galletas encima de la bandeja del horno con un papel de hornear debajo. Si lo deseas las pincelas y las espolvoreas de azúcar y/o canela. Hornea hasta que estén doradas. Derrite el chocolate, mezcla el queso crema y rellenas las galletas.
Notas antes de irme:
-Núria, esa foto nos la hizo mi padre, no me acuerdo por qué y a santo de qué se presentaron ese día en el cole. Nosotras estábamos en la verja del edificio de los de párvulos. Aún recuerdo esa verja con horror...
- Antonio, ¿sabías que ya hablé de ti en este blog? pues sí, fue aquí.
-Tuti, muchas felicidades y que cumplas miles o millones más:-)
-Querido Franjo, mucha suerte, que no sea nada y estéis pronto de vuelta en casa.. ánimo!
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