Delicias de coco y limas para mamás no santas

Acabo de leer un artículo en el Huffingtonpost que versa sobre una madre de 4 enanos pequeños y sus andanzas... un artículo que tanto éxito ha tenido en USA que la redacción animó a las mamás a enviar fotos con sus hijos y la cosa parece que ha sido un bombazo. Yo no sé qué me pasa, pero en lugar de tocarme la fibra sensible y dejarme enredar por la música de violines que esta abnegada madre despliega en su artículo, a mí lo que me ha entrado es un brote de malas pulgas brutal. O casi, para qué exagerar. Me temo que tengo un punto reaccionario que me vence, que se impone muy a mi pesar y me pregunto si no he desarrollado en exceso de cinismo sobre las heroicidades cotidianas... no sé, puede... pero la verdad es que me importa un rábano, para qué mentir. Cínica o no, se me ponen los pelos como escarpias de puro mal talante. Sí, mala leche, que todo hay que decirlo.

Y es que tenemos una propensión al drama muy bestia. En general, en todos los aspectos y en todos los escenarios -que con estas cosas nadie sale de rositas- pero si hay una categoría que se lleva todos los Oscar a la mejor interpretación femenina es la maternidad. No hay susodicha en esta vida que no subsista convencida que se ha ganado el cielo solo por haber criado a sus hijos. Uno o diez, por parejas o por tríos, da igual, no importa en absoluto si lo hacemos bien o mal o más regular. Todas somos santas y punto. Hasta las más brujas, egoístas y malvadas somos santas por definición. Por algún retorcido mecanismo que jamás lograré descifrar asociamos el victimismo con la bondad. Ya puedes ser un bicho de mucho cuidado que como seas víctima de algo la gente te perdonará lo imperdonable, te pondrá cara de pena y te dirán eso de "ainsss madre qué pena de mundo" y el envictimado más contento que unas castañuelas porque así, a lo tonto, es posible que sea además beneficiario de la gratitud ajena que suele funcionar mejor cuando hay victimilla de por medio.

Pues las madres somos así. Tenemos muy mala conciencia de cómo criamos a nuestros hijos. La asquerosa conciencia nos mortifica cada vez que les gritamos sin motivo, que los encerramos en corrales para niños -guarderías- para ir a trabajar o a descansar un poco de niños. Cada vez que les damos croquetas congeladas para cenar porque no tenemos ganas de cocinar, cada vez que los enchufamos delante de la tele para que estén callados y nos dejen tranquilas... sabemos que hacemos mal y la cochina conciencia nos lo escupe a diario. Y así las ¿qué hacer? pues seamos víctimas y asunto resuelto.
Esta buena mujer -que no dudo que sea santa porque con 4 pequeñajos tiene puntos extra- alude en su artículo a todas esas cosas invisibles que las mamás hacemos y que jamás nadie nos agradecerá... pues mira por donde, discrepo de sus argumentos -te lo imaginabas, eh?-. Yo opino que recorrer los pasillos de los supermercados buscando golosinas no es una heroícidad. Es un burdo chantaje a lo te compro lo que te gusta y así me dices lo buena que soy... en colocar los peluches en sus camitas... ¿heroícidad? tampoco, miedo. Tenemos miedo de que les pase algo mientras duermen y no despertarnos a tiempo así que les colocamos entre muñequitos de trapo y peluches a modo de guardianes como si el osito Teddy fuera a llamar a los bomberos en caso de incendio... esta mami se siente víctima de pasarse media noche en navidad colocando regalos o buscando disfraces por internet en Halloween ... se nos ha ido la pinza por completo, verdad? ¿quemar la masterCard comprando barbies nos convierte en sufridas y abnegadas madres? ¿dónde estamos chicas?

En la puerta de la clase de Lucas hay un cartel que dice qué cosas necesitan escuchar los niños. Cito textualmente:

1.- Te quiero
2.- Te escucho
3.- Bien hecho
4.- Eres especial
5.- Estoy orgullosa de ti

¿Tú quieres ser buena madre? pues cada noche, al irte a dormir piensa si has cumplido con estas premisas. ¿Qué no? pues te levantas, te vas a las camitas de tus hijos y les susurras al oído: tesoro, que sepas que te quiero a rabiar, que estoy muy orgullosa de ser la mamá de un nen@ tan especial y que mañana prometo escuchar esa historia tan divertida que antes se te olvidó contarme porque yo estaba hablando por teléfono. Mañana, mi niñ@, palabra de mami que mañana lo haré.

Y no te mortifiques por ser humana e imperfecta. La santidad no alimenta el alma de tus hijos, solo tu conciencia.

Esta receta la encontré de puro sin querer. En la cena de navidad, improvisé un falso soufflé de limón. Un poco a la carrera, cenábamos en casa de mi suegra así que debía ser un postre sencillo y fácil de hacer fuera de mi cocina. Lo servimos caliente y acompañado de helado de vainilla. Algo tremendamente delicioso, para qué mentir. Mi suegra estuvo en casa hace un par de semanas y me pidió la receta. Glups! ¿cuánto le puse? ¿cuántos huevos? ¿cuántos líquidos? ¿cuánto de cuanto? Ni idea. Y si algo sé de mi suegra en la cocina es que es incapaz de improvisar. Necesita proporciones exactas o la lía parda de fijo. Así que me puse a buscar una receta que se pareciera al falso soufflé de limón y me encontré con este falso pudín inglés de limas y coco... la autora dice que se llaman delicias.. pues sea! para qué meternos en falsedades que a ningún sitio nos lleva. Mi falso soufflé era muy parecido aunque juraría que yo le puse algún huevo más... en cualquier caso, ambas delicias están para morirse.

Al hilo del mundo víctima total, decirte que como santa bloguera resignada en su deber, me he sacrificado y me he zampado una de las delicias a la que hacía las fotos... pero una pequeña! aprovecho la ocasión para añadir: al blog pongo por testigo que nunca más pasaré hambre!


Ingredientes:
  • 125gr. de harina (con su cáscara y su germen original)
  • 150gr. de azúcar morena pasada por la trituradora para dejar el grano más fino
  • una pizca de polvos para hornear
  • 3 huevos
  • 50gr. de mantequilla 
  • la ralladura de 3 y el zumo de 4 limas 
  • 4 cucharadas de coco rallado que pasé por la trituradora para dejar más fino
  • 300ml. de leche entera (racanear la grasa de la leche cuando usamos mantequilla es absurdo)
  • vainilla molida
  • azúcar glas para espolvorear
  • Servir acompañado de helado de vainilla, sauerrahm (leche agría) o crema doble

Preparación:
  1. Precalentar el horno a 190ºC. 
  2. En un bol, mezcla el harina, la ralladura, la vainilla molida, el azúcar, los polvos de hornear y el coco rallado. Mezcla y reserva. Separa la clara de las yemas. 
  3. Monta las claras a punto de nieve y reserva. Con ayuda de la batidora mezcla el resto de los ingredientes: las yemas, la mantequilla, el zumo y la leche. Añade este mezcla a los ingredientes secos y mezcla con ayuda de unas varillas hasta que la crema este lisa. Añade las claras montadas, ligando con suavidad de arriba a abajo sin batir para que no pierda el aire.
  4. Pasa la mezcla a los moldes de soufflé (yo he necesitado 4 grandes y 4 pequeños, todos individuales) y hornea hasta que estén dorados. Si los vas a comer en el momento bien esta. Si alguno guardas, sácalos unos 5 minutos antes porque la gracia de este invento es comerlos tibios o calientes así que la idea es que aguante un recalentado sin que se sequen mucho.

Si te ha gustado, comparte o imprime:

Publicar un comentario

 
Copyright © En pruebas: HyE. Diseñado con por Las Cosas de Maite