Pastel de chocolate, amapola y albaricoques (Marillen-schoko-mohn-Kuchen)

Los productos Bio están de moda. Una moda positiva que obedece a un cambio de conciencia. Quiero comer animales felices, productos de una tierra sana y sin venenos, bio-sostenibles, una alimentación más honesta que cuide mi cuerpo y el cascarón en el que vivo, mi planeta Tierra. Son productos que cuestan más caros porque en principio parece que obedecen a una corriente esnob y por todos es sabido que con las modas y tendencias burguesas hay que hacer caja. Por eso cada vez más productores y supermercados se suben al carro ecológico. Y sí, lo hacen a cualquier precio.

Hace un par de días emitieron en canal Arte un reportaje muy interesante titulado Die Bio-Illusion. El reportaje analizaba las dos caras de un mercado en alza que apenas acaba de despuntar. Un aviso a lo "Ehhh, ¿qué estamos consumiendo? ¿Qué es lo que compramos, productos Bio o Bio-ilusionados?" la realidad es algo que ya todos sospechábamos, sabíamos o nos imaginábamos. ¿Es creíble que un kilo de tomates que ha necesitado de 180 litros de agua para madurar proceda de invernaderos de plástico en medio del desierto en Marruecos o en Almería? ¿Es factible que China se esté convirtiendo en uno de los mayores productores de productos orgánicos y que las investigaciones afirman que lo único ecológico que contienen son las certificaciones? ¿Es pensable que unas granjas de huevos y gallinas bio sean naves de confinamiento masivo, donde las pobrucas viven y mueren sin haber visto jamás la luz? ¿Es auténtico un mercado sin legislación global donde muchos de los sellos de certificación son gestionados por asociaciones privadas de productores y cuando en muchos casos -como demostró el reportaje- por apenas 200€ puedes conseguir un sello Bio de la noche a la mañana?

El reportaje recoge el sentir de pequeños productores, que empezaron con muchas ganas, con mucha conciencia de que éste es el camino pero la realidad les ha devorado. Se han encontrado infinidad de trabas, desde depredadores, plagas, enfermedades... un coste altísimo en esfuerzo y dinero para tirar malviviendo con unos beneficios casi inexistentes. Al lado del pequeño productor, un inversor que ve con desesperación como no es capaz de atender la demanda de sus grandes clientes con la producción a pequeña escala... un sueño que a día de hoy se está desvaneciendo y amenaza con convertirse en tan solo una bonita ilusión.
De nuevo la gente pierde. Otro gol al marcador de las multinacionales y productores masivos y otro golpetazo a la gente de a pié. La gente de bien. Aquí el malo no se esconde, no se molesta en vestirse de abuelita para zamparte mejor. Latifundios con capataces que tirotean a sus trabajadores porque después de 11 horas de trabajo uno de ellos dijo, me voy a casa, usted solo me paga por trabajar 8... gente humilde a la que se le arrancó su tierra aprovechando una guerra y que años después estas multinacionales se niegan a devolver los cultivos a sus propietarios. Marcas muy famosas pagando a guerrilleros, narcos, mafias, a toda la canallesca mundial para mantener a raya a los campesinos y sus departamentos de marketing y publicidad haciendo campañas ejemplares de sostenibilidad y proyectos antipobreza.

Y llegado a este punto pensarás, "qué mierda, por dios! yo paso porque para qué" pues para no rendirse alma cándida! hay que seguir, aquí nadie podemos tirar la toalla. No olvides que somos y seremos lo que comemos. Quien se alimenta de comida envenenada morirá por envenenamiento. Quien coma comida enferma, enfermará, quien no defienda a otro ser humano, quien no apoye a la gente de bien, vivirá desalmado... ¿el premio al esfuerzo, al idealista que lo intentó es premiar a la canallesca productora de comida en masa? No olvides jamás quién es el enemigo. Es evidente que la producción masiva de alimentos no se puede vencer y más teniendo en cuenta que 3/4 partes del planeta pasa hambre y sufre de pobreza máxima. Los necesitamos para que coman los que no tienen y pasan hambre. Pero ¿y nosotros? yo puedo decir no a este negocio. Yo puedo decir sí a la corriente Bio esté o no etiquetado como tal. Decir sí al comercio cercano y honesto. Yo puedo apoyar y consumir comida local. Yo tengo acceso a todo así que yo no tendría perdón si no hiciera algo.

Yo puedo comprar directamente a granjeros, o mercados o cooperativas. Yo puedo ir, hablar con ellos y dejar que me cuenten como el año pasado se perdió la cosecha de albaricoques porque culpa de unas nevadas tardía en pascua... los que podemos, debemos seguir demandando comida auténtica sin empaquetar, sin sellos mentirosos, comida cercana y real... a mí me da igual si mi lechero cura a sus vacas con antibióticos cuando enferman. A mí me gusta saber que es un padre de familia honesto, trabajador y que sus vacas pastan tan felices a un par de kilómetros de mi casa.

Claro que necesitamos del super! pero hay que esforzarse y acudir a él lo menos posible. Más mercados, más ferias locales, más tiendecitas y ultramarinos como había antes. Demandar a los gobiernos ayudas para la venta directa y volver a permitirla en las comunidades donde se ha prohibido. Claro que hay que legislar, pero que nuestras instituciones se lo curren caramba, que para eso están ¡que trabajen caray! exijamos los que podamos y que no nos atocinen las luces de los centros comerciales y las ofertas del 3 por 2... A por ellos que son pocos y cobardes.. grandotes sí, pero cobardes.
Aquí te traigo un kuchen austriaco que ha traído un poco de controversia en mi hogar. Me inspiré en éste, austriaco a rabiar pero parece que a mi mozo no le parece una combinación muy patria eso de ponerle chocolate al Marillenkuchen... a este blog acuso de tan detestable fechoría y  me exculpo de toda responsabilidad ya que a la vista queda que no es cosa de mi mente retorcida. Yo solo he cambiado la lista de ingredientes y las cantidades más acordes con mi estilo y nuestros gustos pero al blog pongo por testigo de que yo jamás violaría la repostería austriaca... Y como sale mucha masa, puedes hacer un kuchen grande en un molde de 30x40 cm. o en dos pequeños de 18x22 cm. más o menos lo que yo he hecho. Uno se ha quedado en casa y el otro a viajado a la oficina de Günter en busca de opiniones... al final de la receta, documento las reacciones a medida que me vayan llegando...


Ingredientes:
  • 4 huevos
  • 160gr. de azúcar moreno (los golosos pueden llegar hasta a 200gr.)
  • vainilla molida
  • ralladura de media naranja
  • 4 cucharadas de ron
  • 4 cucharadas de semillas de amapola
  • 250 ml. de nata liquida entera
  • 40 ml. de aceite vegetal (yo uso de colza con aroma a mantequilla)
  • 300gr. de harina (de trigo o espelta)
  • 1 cucharadita de polvos de hornear
  • 200gr. de chocolate
  • 350-400gr. de albaricoques 
 
Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC. Derrite el chocolate al baño maría o directamente en el microondas (ojo que aquí se puede quemar. Precaución). 
  2. En un bol, batir los huevos con el azúcar hasta que estén muy cremosos. Añadir la vainilla, la ralladura, el ron y las semillas. Batir de nuevo. Añadir la nata y el aceite. Cuando esté ligado añadir el harina previamente mezclado con el polvo de hornear. Una vez bien mezclado y sin grumos incorpora el chocolate derretido y mezcla hasta que esté completamente diluido. 
  3. Prepara los moldes. Si lo necesitan, los engrasas y enharinas. A mi me gusta poner papel en la base. Así evito que se pegue y el molde dura más tiempo como nuevo. Cubre con la masa y evita que quede una capa gruesa. Sale mucho mejor si el bizcocho queda fino ya que la fruta se hunde menos y la cocción será más rápida evitando que los albaricoques se conviertan en submarinos.
  4. Deshuesa, corta la fruta y colócala sobre la superficie. Hornea hasta que la masa esté cuajada. Yo necesité 20 minutos pero esto es cosa de cada horno. Cuando haya templado, espolvorea con un poco de azúcar glas.


Primeras reacciones:

Hermine piensa como Günter. Está muy  rico pero es extraño. Vamos a decir que es "exótico". Ella lo prepara sin chocolate y con la miga tradicional de mantequilla que queda más amarmolada. Con nata y aceite queda más esponjosa... distinto pero rico..
A Anita no le gustan las frutas ácidas así que el Marillenkuchen no entra en la lista de sus favoritos pero el bizcocho le ha gustado y dice que se lo puede imaginar de lujo con unas cerezas.. ahí queda la propuesta!
A Andi le ha gustado pero no es un criterio válido. Le pones un Kuchen y se lo zampa sin pestañear. Gü le he preguntado: ¿y qué te parece? y dijo: rico. Nada más...
La madre de Angelika suele hacer Schokokuchen de grosellas así que está acostumbrada a este tipo de contrastes. Le pareció muy rico...
A Cindy no le sabía a mucho porque está malita. Anda con la nariz taponada y ha perdido el gusto así que tampoco nos aclara mucho su opinión...
A Patrick le ha gustado, no ha dado muchos detalles pero le ha gustado. Pensaba que era de melocotones... bueno, eso es perdonable, cocinados yo también los confundo...
 Peter dice que muy rico. Un sueño!
A Thomas también le ha gustado. Muy rico aunque él, Peter y Angelika ya habían cotilleado la entrada y ya sabían que era de albaricoques...
Y nuestro abnegado Kuchen  cruzó las fronteras del laboratorio de Günter y se instaló en el hogar de Angelika pudiendo su marido dar noticias de este pastel... prueba superada!

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