Nougatgugelhupf o bizcocho de nata con nougat y una declaración de intenciones

Llego tarde, lo sé. Muy tarde. Tanto, que este silencio ha empezado a preocupar. Perdóname, el tiempo se me desmadra solo. No, no estoy en crisis. Ando muy liada, como todo el mundo supongo. Ya no nos conformamos con hacer las camas por las mañanas, fichar en la oficina y preparar una tortilla a la francesa para la cena. Queremos vivir más, no embrutecer el cerebro ni dejar que fosilicen nuestras entrañas. Abarcamos mucho -aleluya- y mucho es lo que se nos desmadra por el camino.

De un tiempo a esta parte, y de forma muy deliberada, no he visitado ningún blog de cocina. Me he saturado de ver tanta comida. Para un lector ajeno a la comunidad bloguera debemos de sonar a frikis mayúsculos pero, en serio, un bloguero no es nada si no visita a otros blogueros, sino se apunta a quedadas y participa en talleres y eventos culinarios. Pasarte a saludar se llama visitar un blog amigo y dejar un comentario en la receta del día adjuntando unas palabrejas de "pero qué bueno" se llama mantener el contacto. Todos hablamos de compartir, incluso los que publican recetas sin decir jamás la fuente, sin aportar al usuario una segunda versión o visión de su plato. O un consejo forjado en fracasos, una advertencia, un truco... al contrario, cada vez me encuentro con más recetas mentirosas que lo que dicen no encajan con lo que se fotografía, la vanidad del cocinero por encima de todo.

Usamos las redes sociales para compartir, pero ya casi nadie cuenta sus cosas al natural, los muros están plagados de almohadillas y palabras claves para posicionar mejor los enlaces a sus blogs. Tengo una cantidad infumable de contactos en facebook que jamás han compartido nada conmigo Solo me espanean y me hacen publicidad de sus ombligocentrimos-blogspot.com. Mi facebook se está volviendo asquerosamente inhumano e insano cargado de una cantidad infumable de fondant, cupckes, macarrons y masas madres. El mundo a veces se me desploma. En Bosnia las están pasando canutas. Críos chicos sin papillas, sin biberones ni pañales. Lo han perdido todo y aun les queda por llegar las enfermedades, la pobreza a medio plazo. Hace 20 años la guerra les dejó sin nada, agotados y de nuevo pierden sus casas y sus familiares. Las listas de desaparecidos son tremendas. Pero mi facebook sigue y sigue acaparado por fotos de tartas de fresa y ruibarbo. Hace unos días invité a todos mis contactos a que firmaran una petición de Amnistia Internacional. Una mujer sudanesa va a ser brutalmente castigada por haber nacido musulmana y haberse casado con un cristiano. Embarazada y aún así será castigada con 200 latigazos y la horca... cuántos blogueros con listas de mil y dos mil amigos en facebook han aprovechado su audiencia para intentar impedir esta atrocidad?
Ok, tienes razón, esto es juego sucio. Perdóname. Quizás no lo estoy enfocando bien.... mira, mucha gente critica facebook y le tacha de ser esto, de destruir lo otro. Pues te juro por lo más divino que es mentira. Facebook es una herramienta. Punto y pelota. La pregunta es ¿cómo usas tú tu facebook? es malo estar al tanto de lo que ocurre en mi país? de los trabajos de mis hermanos y amigos artistas? es malo despertar cada mañana con una pintura del Prado, con una nueva canción que no conocía o una linda sonrisa enfundada en un par de labios rojos? es malo que una amigo me diga "hola, estoy en Singapur" y otro "estoy en el mercado"? a mí me suena fantástico saber que los míos están vivos, que disfrutan, que se mueven. Me gusta enterarme de que hay niños que superan la leucemia, que se regalan sonrisas y tartas, que un padre se deja la vida por dar a conocer la enfermedad de las llamadas "raras" que padece su hijo y de cómo se esfuerzan por recopilar fondos... me gusta enterarme de las injusticias, de las catástrofes y me siento bien cuando alguien me pone a un clic de una buena acción. Me gusta la gente, me gusta el conocimiento, me gusta lo que hago y me gusta inspirarme a través de lo que otros hacen.

Pero necesito que facebook sea un reflejo de como soy. ¿Soy una bola de masa para cruasán? Me niego. Necesito que noticias como la de ese fósil de mierda humana encontrado en Puerto Rico se mezclen con la tarta de manzana y queso brie pillada en pleno corte en un improvisado picnic.. o no tan improvisado, qué coño! qué más da! necesito de  frases de poetas pero en su contexto real y con su autor por delante no de esos refritos cutres y facilones que me ponen los pelos de punta. No soporto ver esos muros a lo "si crees que eres buena persona comparte esto en tu muro". En cambio, me gusta ver a los nenes de mis amigos y conocidos crecer, cumplir años, que me enseñen sus logros y poder compartir su alegría con ellos. Pero no soporto quién de forma repetitiva y tocapelotas me bombardea a diario haciendo publicidad de sus libros recién publicados, de sus talleres de cupcakes y de sus cursos de fotografía. Una vez es compartir logros. Diez es spam. Y a la mayoría les importo un pimiento salvo por el hecho de que soy su audiencia. ¿Es éste el precio que tengo que pagar por tener un blog?

No, esto no va. Me planteo publicar, me paso por la red y se me quitan las ganas...

Que no, que esto no va. Regreso al principio. ¿Por qué estoy aquí? ¿por qué nació hierbas y especias hace 5 años? ¿por qué me gusta tanto contar historias y cocinar? ¿por qué lo que más me gusta y que tantas satisfacciones me ha dado solo entra en crisis cuando me descuelgo de la comunidad bloguera? ¿quieres la verdad? Los blogueros tenemos pánico a dejar de recibir visitas. Muchos blogs que estaban en lo alto se desplomaron cuando dejaron de moverse por la comunidad. No ha importado lo bien que estaban hechos, ni sus genialidades. De nada valió ese esfuerzo y el cariño puesto en ellos. La comunidad les dio la espalda y se desplomaron... pues sabes lo que te digo? que ahora me toca a mí. Doy la espalda a dejar comentarios estúpidos que no deseo hacer. Paso de tener que fichar dejando constancia de mi visita en los comentarios o un me gusta en facebook cada vez que un blog amigo publica. Paso de quedadas organizadas. Nadie me invita, es cierto, pero paso. Yo no participio en talleres ni cursos ni puñetas. Si esto me convierte en una paleta hacedora de magdalenas en lugar de cupcakes.. pues sea! y en facebook, solo quiero amigos y conocidos desinteresados con ganas de compartir y de abrir su mundo. Al próximo que me espanee, lo borro. Lo juro.
Porque yo te quiero a ti. Quiero escribir y cocinar para alguien que se toma un respiro, que se escapa del ajetreo un ratico para charlar y vaciar la mente porque está de quehaceres hasta el moño. Quiero escribir y cocinar porque es un acto que me puede, es inmensa la satisfacción que siento cuando veo una receta mía en otro blog, cuando amigos, blogueros y lectores me escriben para decirme "hice esto y nos chifló"... me encanta mi blog, en el que rebusco historias pasadas, en el que he escrito 5 años de mi propia vida y la vida de mis hijos... ahora podría decir eso de que quiero un blog en el que ser autentica y quedaría de puta madre pero no, la coletilla es mona pero falsa a rabiar. Yo quiero -y tengo- un blog de carne y hueso donde mis visitas no se contabilizan con un contador... cada visita es un par de ojos, una sonrisa, a veces lágrimas y sobre todo corazón. Si quiero que mi blog no se hunda, necesito quitarme de encima ciertas cargas pesadas que son las que me minan.



(Receta del libro So kocht man in Österreich)
Ingredientes:
  • 3 huevos
  • 1/4 litro de nata liquida con el 100% de su grasa
  • 150gr. de azúcar (la receta original dice que 250gr. pero queda dulce con 100gr. menos)
  • Vainilla molida o en extracto
  • 250gr. de harina repostera
  • 1/2 sobre de polvos de hornear (o una cucharadita)
  • 150gr. de nougat troceado (valen también bombones y pralines)


Preparación:

  1. Precalentar el horno a 180ºC. Preparar el molde. Yo he usado uno antiguo que compré en un mercadillo. Antes eran de piedra, geniales para cocer dentro de estufas de leña, cocinas de carbón y hornos rústicos. Muchos moldes modernos no necesitan tanto "forro" pero este requiere de engrasarlo con mantequilla y luego forrarlo con harina. Es la única forma de evitar desastres.
  2. La masa no requiere de mucho arte. Bate los huevos y el azúcar primero, añades la vainilla y la nata. A esta crema le añades el harina y los polvos de hornear. En el último momento, añadiremos los trozos de nougat. En este bizcocho, siempre se bajan los trozos de nougat. No tiene remedio. Si pones más harina en la masa para que los trozos queden más uniformes, el bizcocho pierde jugosidad. No merece la pena.
  3. Hornea hasta que esté cuajado. El tiempo varia en cada horno. Y muy importante, no desmoldar hasta que esté completamente frío. Repito, completamente.

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