Crema de aguacates y chocolate porque hoy estoy de dulce

Hoy estoy de dulce. Prometo no hurgar heridas ni destapar escándalos. No voy a hacer crítica social, ni defender los derechos de las mujeres ni reflexionar sobra la influencia de la semana santa en la vida sexual de los mejillones; hoy, así de claro. No te traigas a engaños que mi promesa caduca mañana, monada. No esperes peras del olmo ni trufas en las ostras y que conste a sus señorías que el esfuerzo es mayúsculo. Sobra decir que para variar, estoy de unas chispas brutales.

Y porque te acabo de hacer una promesa y no es cosa de faltar a ella tan pronto que si no ya te estaría relatando lo pesados que son los de bloggers con sus cambios chorras que cada vez que nos tocan el editor de entradas algo deja de funcionar o el hecho que todas las compañías de telefonía austriacas se hayan puesto de acuerdo en mandarnos a todos los usuarios cartas de aviso calcadas unas de otras a lo "querido cliente, estamos ampliando, mejorando y eso cuesta pasta así que a partir de ahora 3 euros más al mes por la cara" ... la cara os la iba a poner yo de colorines, canallas.

Y aquí tuve que salir pitando al Müller a comprar un regalín ya que Lucas tiene cumpleaños esta tarde y yo soy madre de las de todo a última hora. Regreso con un agujero dentro brutal. A la que volvía me han dado una noticia horrible; me siento en deuda con mi compromiso de no liarla parda hoy así que me voy a esforzar. Tan solo unas pinceladas para que veas que motivos tengo...
L. es una nena de la clase de Lucas que arrastra unos problemas de falta de atención más que notorios. Es una niña lista -mucho en mi opinión- que ignora bastante al resto de los niños pero en cambio, se esfuerza en exceso intentando llamar la atención de los adultos que tiene a su alrededor. En su afán por conseguir esta atención, se le ocurrió llamar a la policía y denunciar a la profesora por malos tratos. El trago para A. tiene que haber sido terrible, ella que es todo dulzura, cariño y dedicación viendo como su integridad humana -y legal- quedaba en entredicho hasta que todo se aclaró. La pobre pequeña, está ingresada en observación, pasará unos días aislada de su familia imagino que hasta que puedan completar el diagnóstico y dice su madre que desde el ingreso no ha parado de llorar día y noche. Ya han adelantado que la cría va a recibir medicación y tratamiento especial en el cole. Este tratamiento consiste en que niños con discapacidades tiene un acompañante constante desde que entran hasta que salen del colegio. Por un lado, el alma encogida al ver una vez más que la incapacidad de unos padres por atender a sus hijos -he sido testigo, no es divagación- conlleva un castigo bestial al niño. Conozco a la cría y os aseguro que no es malvada ni retorcida, quiere que no levantes los ojos de ella y mira si es jodida la vida, su condena es estar en un hospital aislada de todos... sí, sí, por su bien, no dudo que el sistema lo hace por su bien pero a asuntos sociales le falta corazón y entrañas y humanidad. ¡Cómo no va a llorar, por dios! los niños, por muy listos que sean no saben medir las consecuencias y se me hace intragable un castigo tan desmedido.
Y para A. pues otro intragable. Quieras o no, es vivir con una señal encima. Supongo que habrá quién quiera sacarle tres pies al gato y especularan si hubo algo o no o si es buena docente o no o si... o si cualquier barbaridad. Y si yo fuera ella, creo que me costaría quitarme ese temor del cuerpo pensando que pasaría si a otro crío -sí, aún queda más de uno difícil en la clase- le da por imitar la jugada... así que, a partir de ahora ¿qué le queda por hacer? tanto entusiasmo, tantas ganas por hacer actividades educando a los niños más allá de lo obligatorio, enseñando voluntariamente inglés o canto, estando siempre a nuestra disposición, aguantando las tontadas de los padres -que las hacemos- y... ¿y? bonito premio a la vocación y entrega.

Pero no, no me voy a poner amarilla ni voy a encadenarme a una farola ni voy a cantarle al sistema las cuarenta. Hoy voy a pasar de largo, tan de largo como el disgusto que llevo me deje, y voy a ser agradecida con todos los que me habéis apoyado y me habéis animado a seguir berreando por un mundo más justo e igualitario. Quiero que sepáis que os adoro... os quiero mucho, mucho! También quiero darle las gracias a mis células madre que me han dado unos hijos tan lindos. El mayor, por fin, es feliz. Qué gusto. El pequeño es maravilloso aunque en nuestras visitas a casa de E. siempre nos quede esa sensación de que su hijo es perfecto, y los demás unos bichos y que si su retoño no supura más santidad por sus poros es porque los demás son un mal ejemplo y bla bla bla... tanto bla bla bla que muchas veces al llegar a casa tengo que pararme a reflexionar si debería recriminarle algo al pobre mío... pero qué? gracias a dios que por más que busco no veo nada malo en Lukis, es un niño sensato, con sus fragilidades, con esa incapacidad de cachorro humano por comprenderse a sí mismo... ¿no es delicioso?
Pasando a tope de un mundo perfecto, recto e uniformado. Pasando ampliamente de los que no saben perdonar, transigir y cuidar a los que tienen a su cargo con cariño y dedicación. Pasando de los que no tienen corazón, ni entrañas. Vivan los bomberos como Roberto que ha sido juzgado por no cumplir con su deber: tenía que desahuciar a una anciana de 85 de su casa. Dijo que él rescata personas, no bancos.. ole! ole! Lo que daría por localizar a este bombero y avisarle que en Leoben tenemos a una pequeña princesa encerrada en un hospital porque sus padres no han sabido cubrir sus afectos y ella, en su afán de mandar sondas a marte, se pasó de la raya...


Ingredientes:
  • 2 aguacates maduros
  • 3 cucharadas de azúcar moreno
  • un chorrito de agua hirviendo para disolver el azúcar
  • un poco de vainilla molida
  • 1/2 taza de leche fría
  • 3 cucharadas de cacao puro

Nota:  esta receta la vimos en televisión, en Das Perfekte Dinner. Creo recordar que lo preparon con ágave o glucosa y que la leche era un sustitutivo ya que el reto era hacer un postre sin hidratos de carbono. Yo como paso de chorradas, lo he hecho con las cosas que tomamos en casa y en las medidas que a nosotros nos gustan. Imagino que se puede hacer con más azúcar e incluso con menos. Habrá quién prefiera leche de coco o chocolate a la taza en el vez de cacao... en fín, que todo vale. En la red he encontrado ésto. En cualquier caso, tal y como lo detallo es como yo te puedo asegurar que está pa'morirse.

Preparación:
  1. Hierve un poco de agua y disuelve el azúcar con la vainilla en una taza. Deja que enfríe. Le leí a Pamela, que ella sabe mucho de aguacates, que jamás se cocinan porque amargan. Así que para no estropearles el sabor asegúrate de que se enfría por completo el azúcar líquido. 
  2. Pela los aguacates y tritúralos junto con la leche, el cacao y el azúcar líquido. Así de fácil.

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