Crema de tomates y calabacín para romper clichés
Hubo un tiempo no muy lejano en este blog donde publicar una sopa era sinónimo de afectos desencajados. He dedicado sopas a tristezas propias y ajenas, a momentos requete-duros de la actualidad, a historias crueles de la vida que nos desmontan la moral y el alma; pero esto es agua pasada. He tomado una sopera decisión que afectará sobremanera a la sustancia de este blog. Es por todos sabido que... [Acabo de borrar dos párrafos de pura tontaina]
Comenzamos de nuevo. Ayer vuelta al cole.
Acto inaugural dedicado a los de primero y que para evitar jaleitos innecesarios, la directora nos despacha a los "veteranos" en los primeros cinco minutos del acto. A ver, los de segundo, en fila de a dos sigan a sus tutores y a vosotros queridos padres gracias por venir pero despejar la sala en silencio. Dicho y hecho.
Allí nos quedamos tres mamis como tres marías que tenían por delante un rato largo antes de pasar a recoger a los pimpollos. Toda una hora menos cinco minutos. Como te lo cuento; el primer día, solo una hora de cole para que los niños no se cansen. Y ¿Qué hacer? pues tomarnos un café, así que allí estábamos E., E. y yo misma analizando la jugada. Qué mayores los niños y qué guapos y cómo crecen y ¿os habéis fijado en la mamá de fulanito?, con todo el calorazo y completamente enfundada en una túnica hasta el suelo, las manos siempre ocultas y el velo bien encajado en el rostro. Y ya no sale sola como antes a pasear a los críos. Ahora o con el marido o en casa. Pena profunda. No es el único caso.
E. es de Bosnia y musulmana. Es creyente pero no practicante. Los niños comen salchichas y hamburguesas, le parece absurdo las doctrinas respecto a la comida. En la guerra pasó hambre y necesidades. Por aquel entonces rompió con muchos mitos. Vive y viste como le place. Es guapísima, de un pelo rubio larguísimo y con un tipazo increíble a pesar de dos embarazos seguidos. Le gusta ir a la moda y vestir con gusto y coquetería. Para su comunidad, una vergüenza. Para su marido, un orgullo tener una mujer lista y guapa. Que conste que no es la única. Conozco a más mamás musulmanas progresistas y europeizadas pero como ella dice "¡yo soy europea, cómo no vivir conforme a lo que soy!". Pero la comunidad de musulmanes los ignoran. Si hay algo peor que una occidental es una musulmana laica. Y peor que una musulmana laica, el débil del marido que lo consiente.
Y de nuevo salieron las tristezas. Este verano, de vacaciones en casa, E. ha visto como amigas de infancia ya casi no salen de casa. Viven enfundadas y alejadas de las malas compañías. Ha visto como su comunidad se endurece a pasos de gigante. Volvimos a hablar del caso de la nena nacida en nuestra ciudad que con 13 años fue casada con un hombre mayor del pueblo de sus abuelos porque se negaba a ponerse el pañuelo para ir al cole y salir con sus amigas. Una niña criada como cualquier otra de su edad soñando con ser astronauta, futbolista o princesa de cuento, pero sin conocer las crueldades del subdesarrollo; una nena entregada a un matrimonio concertado donde habrá sido -y seguirá siendo- violada y maltratada por un desconocido.
E. es de Bosnia y musulmana. Es creyente pero no practicante. Los niños comen salchichas y hamburguesas, le parece absurdo las doctrinas respecto a la comida. En la guerra pasó hambre y necesidades. Por aquel entonces rompió con muchos mitos. Vive y viste como le place. Es guapísima, de un pelo rubio larguísimo y con un tipazo increíble a pesar de dos embarazos seguidos. Le gusta ir a la moda y vestir con gusto y coquetería. Para su comunidad, una vergüenza. Para su marido, un orgullo tener una mujer lista y guapa. Que conste que no es la única. Conozco a más mamás musulmanas progresistas y europeizadas pero como ella dice "¡yo soy europea, cómo no vivir conforme a lo que soy!". Pero la comunidad de musulmanes los ignoran. Si hay algo peor que una occidental es una musulmana laica. Y peor que una musulmana laica, el débil del marido que lo consiente.
Y de nuevo salieron las tristezas. Este verano, de vacaciones en casa, E. ha visto como amigas de infancia ya casi no salen de casa. Viven enfundadas y alejadas de las malas compañías. Ha visto como su comunidad se endurece a pasos de gigante. Volvimos a hablar del caso de la nena nacida en nuestra ciudad que con 13 años fue casada con un hombre mayor del pueblo de sus abuelos porque se negaba a ponerse el pañuelo para ir al cole y salir con sus amigas. Una niña criada como cualquier otra de su edad soñando con ser astronauta, futbolista o princesa de cuento, pero sin conocer las crueldades del subdesarrollo; una nena entregada a un matrimonio concertado donde habrá sido -y seguirá siendo- violada y maltratada por un desconocido.
Cada vez es más común esta práctica de devolver a las niñas a la cultura de los padres para evitar que deshonren a sus familias siendo condenadas a matrimonios arreglados y pagados por sus propios abuelos. Y el gobierno austriaco no puede hacer nada. Son temas sensibles que se camuflan en respeto a las tradiciones y a la religión. Yo, tomo una decisión que implica un mal a mi hijo y servicios sociales me lo quita. Después tendré que demostrar que soy madre capacitada y ya se pensarán si me lo devuelven o no. Pero si perteneces a una minoría musulmana -porque ya puedes ser protestante, judío, mormón o marciano que servicios sociales llamará igualmente a tu puerta- puedes hacer con tus hijas lo que te de la gana. Y no hay salida. Nadie las protege ni las puede ayudar.
Al regresar a casa, me encontré con esta foto, algo que no solo está pasando en países lejanos en constante conflicto y seguro que mis conocimientos no llegan a entender lo que ocurre en ellos. Lo que sí sé, es que cuando llegué a Austria y solicité la residencia, firmé un papel donde entre otras cosas aceptaba las leyes de este país como mías. Es así siempre vivas donde vivas. Pero mucha gente viene y no lo acepta por lo que sea. Las constituciones europeas rezan que todas las personas son iguales y que tienen los mismos derechos sea cual sea su sexo, religión, raza o creencia. Algo tan simple ha necesitado de mucha lucha, sangre y sacrificios. En Europa nos hemos currado las democracias a muerte -literal- así que creo que se merecen un respeto brutal y donde la ley dice que hombres y mujeres somos iguales, que no vengan unos brutos retrógrados a cortarnos las alas, la inocencia y la dignidad. Y para entonces, seremos felices como perdices y comeremos sopa.
Al regresar a casa, me encontré con esta foto, algo que no solo está pasando en países lejanos en constante conflicto y seguro que mis conocimientos no llegan a entender lo que ocurre en ellos. Lo que sí sé, es que cuando llegué a Austria y solicité la residencia, firmé un papel donde entre otras cosas aceptaba las leyes de este país como mías. Es así siempre vivas donde vivas. Pero mucha gente viene y no lo acepta por lo que sea. Las constituciones europeas rezan que todas las personas son iguales y que tienen los mismos derechos sea cual sea su sexo, religión, raza o creencia. Algo tan simple ha necesitado de mucha lucha, sangre y sacrificios. En Europa nos hemos currado las democracias a muerte -literal- así que creo que se merecen un respeto brutal y donde la ley dice que hombres y mujeres somos iguales, que no vengan unos brutos retrógrados a cortarnos las alas, la inocencia y la dignidad. Y para entonces, seremos felices como perdices y comeremos sopa.
Ingredientes:
Nota sobre el uso del pimiento: en casa, recuerdo que en la mayoría de los sofritos se les echaba una punta de pimiento. La idea era aromatizar más que dar sabor ya que el sabor del pimiento es muy predominante. Recuerdo que mi abuela me decía que el secreto de unas lentejas estofadas era simplemente esa puntica de pimiento bien rehogada y fritita en el arreglo... te aconsejo que sigas el consejo de mi abuela Teresa y le pongas ese puntica a esta crema...
Preparación:
- 1kg. de tomates maduros
- 2 calabacines medianos
- 1 cebolla pequeña
- 2 dientes de ajo
- 4-6 tomates secos
- 1 pimiento rojo pequeño
- 1 y 1/2 litros de caldo de verduras o de pollo
- 1 cdta. de azúcar
- algo de perejil o cebollino fresco
- 1 cda. generosa de queso crema tipo Philadelphia
- un poco de aceite de oliva, sal y pimienta
Nota sobre el uso del pimiento: en casa, recuerdo que en la mayoría de los sofritos se les echaba una punta de pimiento. La idea era aromatizar más que dar sabor ya que el sabor del pimiento es muy predominante. Recuerdo que mi abuela me decía que el secreto de unas lentejas estofadas era simplemente esa puntica de pimiento bien rehogada y fritita en el arreglo... te aconsejo que sigas el consejo de mi abuela Teresa y le pongas ese puntica a esta crema...
Preparación:
- En una olla rehoga la cebolla, el pimiento y el ajo cortados en fino. Una vez que comience a dorarse este sofrito, añade los tomates cortados en cuartos, los calabacines en rodajas gruesas y los tomates secos.
- Añade caldo hasta cubrir y deja que cueza hasta que el calabacín esté tierno. Añade un ramillete de perejil o cebollino, una cdta. de azúcar y el queso crema.
- Lo pasas bien por la batidora eléctrica o en un procesador. Sal pimienta y listo para servir. Queda genial servirlo con unos nachos hechos migas, dándole un punto crujiente muy simpático.
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