Zucchinibrot o pan de calabacín y un estudio chorra sobre la empatía

Es evidente, que nada mejor que un tercero para contarnos nuestras verrugas con exactitud. Nosotros, al hacerlo, fijo que nos dejamos una o mil sin contar y fijo que de puro sin querer... o no, vete tú a saber. En cualquier caso, intentar hacer autocrítica es siempre un ejercicio sesgado, esto es requete obvio. Uno jamás es imparcial consigo mismo, nos falta perspectiva y deberíamos olvidar nuestros afectos, prejuicios, costumbres, creencias... en fin, todo ese compendio de cosas que nos afectan y definen haciéndonos merecedores del sello poco fiable. Y es que se cuenta, que de forma innata, solo empatizamos con lo que conocemos.
Leí hace poco sobre un estudio que se hizo a una persona que carecía del sentido del gusto y por más que le explicaron qué sentimientos y emociones despertaba la comida en sus congéneres más cercanos no fue capaz de entenderlos... el estudio, a todas luces, es más bien tirando a chorra. Adivina la pasta que ha tenido que costar mantener a todos esos doctores tomando notas para constatar lo que las personas que nunca han fumado sienten cuando un fumador les vende eso de que un cigarrillo es placer puro que sabe bien y además relaja... se quedan a cuadros, claro, y desde luego no me parece que sea por falta de empatía sino más bien obedeciendo a la posesión de sus plenas facultades mentales al completo sin las mermas del fumador...
Siguiendo esta teoría se supone que quién no ha matado no puede entender un crimen y lo mismo, si no has sido fiambre no puedes empatizar con el cadáver. Entonces, si mi mente retorcida no me engaña, para ser experto en criminología hay que matar un par de veces antes para poder entender la mente de un criminal y al pobre del médico forense.. me cachis! como tenga que morirse un par de veces se le van a quitar las ganas de hacer autopsias para siempre...

No, no. Esta teoría se cae por sí misma. La empatía o la carencia de ella, en este asunto, creo que pincha en hueso. Sea cual sea el motivo exacto, lo cierto es que la autocrítica no es un juicio de valor muy válido a nivel general sirviendo solo a nuestro yo positivo,  a ese afán de superación más o menos desarrollado que cada cual viste y calza. Intentar ser mejor, corregir defectos, reparar errores, etc. No deja de ser un test de calidad para mejorar los procesos propios de personalidad y o humanidad, que mucho borrico anda suelto. Pero poco más...
Lo curioso, es que cuando un tercero analiza nuestras cosas, cachis como escuece. No gusta. Desde que vivo fuera de España y me desenvuelvo con una lengua más -la alemana para estudios, reportajes y análisis es fantástica. Solo suspenden cuando les toca a ellos reconocer sus fallos- he ido viendo con mayor claridad todos los defectos y vicios de los españoles. El porqué de la bancarrota, porqué nuestra crisis no es como la de ellos, porqué jamás volveremos a tener lo que pensábamos que teníamos, etc. cosas que se ven y se analizan con una claridad brutal pero que intentar hablar de ello con un compatriota resulta imposible. En estos casos, dejo de ser el segundo en la historia para convertirme en un visto y no visto en tercero en discordia. Rápidamente se me dice "tú no sabes, tú no estás, tú no lo sufres"... acabáramos. Ahora soy guiri. Ahora ya no viajo a mi patria, a mi hogar sino que hago turisteo, habrá quién se piense que ahora me calzo las sandalias con calcetines y se me pone la napia como un cangrejo. La morenaza cuarto andaluza, cuarto manchega, cuarto madrileña y cuarto emigrada ya no tiene ni idea de lo que es la vida, ya no ve ni oye ni habla con su hijo ni con su familia, ni con amigos... ahora además de guiri soy antisocial y por ende idiota... manda coila, señor mío!
Y todo este rollo para qué? pues para nada porque te iba a contar sobre un libro y veo que ya me fui por las ramas y apenas me queda entrada para más discursos. Me he propuesto ser escueta -consecuencias del autoanálisis- y estoy dispuesta a medio cumplirlo así que el libro lo dejo para otra ocasión. En la próxima entrada toca seguir contando las andanzas del bueno de Don Bernardo que iré publicando cada dos semanas... en fin, una de cal y otra de arena que no todo sea crítica o auto o la leche en bote... así que te dejo con un pan de calabacín (Zucchinibrot para mis paisanos) que está para morirse del gusto y resucitar mil veces para seguir comiendo y muriendo hasta que el cuerpo aguante que la vida son dos días...


Ingredientes:
  • 3 tazas de harina blanca con 1/2 taza que sea integral (en un vaso medidor)
  • 1 sobre de polvos de hornear
  • 2 huevos
  • 180ml. de buttermilch (o yogur líquido)
  • 1 calabacín mediano
  • 2 cebolletas pequeñas con el tallo verde
  • Sal y pimienta (a gusto)
  • 100gr.  de queso tipo enmental rallado
  • 50gr. de queso parmesano rallado
  • 30gr. de mantequilla a temperatura ambiente (más o menos son 2 cucharadas)
Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC. 
  2. En una procesadora corta en menudo o rallado el calabacín y las cebolletas. Si no tienes procesadora pues con rallador grueso y cuchillo como toda la vida. 
  3. En un bol grande pon la verdura con el resto de los ingredientes y mezcla bien con unas varillas o cuchara de palo (con cuchara más faena, prueba con varillas). 
  4. Pon un papel de hornear sobre una bandeja de horno o un molde amplio. El truco de este pan es que no quede alto. Tiene que quedar lo más fino posible para que quede muy crujiente. 
  5. Hornea hasta que esté bien dorado. Apaga el horno, entreabres la puerta para que vaya perdiendo el calor, pero lo dejas como unos 5-10 minutos para que seque bien.
Está fantástico templado:-)

NOTA: (unos cuantos días después)

Hace unos días, vía Fecebook, Eva me comentó que había hecho este pan pero que le había quedado como una quiché. Después de verlo -mandó esta foto- la conclusión es que el pan no se desarrolló por dos motivos principalmente: uno, exceso de verdura. Dos, falta de horno. Si os fijáis en mis fotos, el pan está muy horneado para darle tiempo a hacer esa capa gruesa y crujiente. Muy importante también hacerlo bien fino para que evapore los líquidos de la verdura y pueda desarrollar la masa. Sino, imposible. Las masas húmedas siempre necesitan de horneados más largos. Si tu horno tiende a tostar la superficie, le bajas la temperatura a la que empieza a coger el color. Muy importante, dejarle esos 5-10 minutos de horno apagado pero para dejar que termine de secar...

En cuanto a las verduras. Siempre ante la duda, poner menos verduras. Es difícil manejar cantidades porque nos movemos por unidades, pero siempre es mejor tirar por lo bajo. si le ponemos mucha verdura, terminamos haciendo una tortilla o un quiché.

Otra cosa que debo aclarar. Yo siempre uso los calabacines y otras verduras con cáscara. Imagino que tantos años fuera de mi patria me están haciendo olvidar que en España todo se pela. Es un error gordo y más si se trata de calabacines. No me preguntes por qué -hablo por mi experiencia no por mi sentido común- pero los calabacines apenas se deshidratan cuando se cocinan con cáscara. No los peles y si le retiras piel que no sea más de una cuarta parte... gana en sabor, en color y es más saludable...


OTRA NOTA: (a pocas horas después de la anterior nota)
Mi amiga Carmen, a la que quiero un montón, ha hecho el pan para comer hoy.  Ha acompañado a una crema de calabacín, vitaminas por un tubo y por partida doble pero hay que darle buena salida a las cosas ricas de la huerta... mirar que preciosidad!

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