Kipferln austriaco relleno de nutella

Hay dos cosas -entre otras- que sorprenden al visitante cuando llega a Österreich -Austria para los amigos-. Una, lo orgullosos que se sienten de las milanesas -el Wiener Schnitzel- que nada más aterrizar mi suegra me dijo que tenía que probar la super-mega especialidad del país  y cuando me llegó el filete empanado se me quedó la decepción escrita en los mofletes y a falta de recursos para salir del paso alegué "Uy, en España nos gusta mucho el filete empanado sobre todo los domingos en la pisci que en bocata sabe bien rico ". No sé, algo había que decir...

La segunda, darte cuenta que los austriacos no saben hacer cruasanes. O eso aparentan al primer mordisco. Yo, que he sido muy de desayuno de domingo, con zumo de naranja recién exprimido, bajando a comprar el pan y los cruasanes recién hechos, la prensa dominical y desayunar en la terraza como una reina mora... pues imagina el palo. Asumí estoicamente que no tuvieran gaseosa, ni chorizo ni puntas de jamón. Pero con el cruasán reconozco que sentí cierto pánico escénico.  Cuando dejé caer -como con la milanesa, un poco por decir algo- "Uy, que cruasanes más diferentes" con orgullo me respondieron que no, que nada de cruasán, que son Kipferln, que son bollitos tipo brioche y que no me dejara engañar por la versión comercial, que los caseros eran la cosa más rica que uno pueda saborear.

Y el tiempo, aquí, les dió la razón. Del mismo modo que el Wiener Schnitzel para mí es -y será- un filete empanado sin más bandera ni embajada, los kipferln son los cuernecitos más ricos que he probado dejando al cruasán fuera de escena. Inicialmente, van rellenos de masa de nuez, mermelada o de nougat pero los tiempos modernos y los gustos infantiles hacen que les metamos nutella para tener a todos contentos pero desde luego una menda se queda con la versión de nueces, que me chifla por encima de cualquier tableta de chocolate habida y por haber.
Y, como todo desde que el turismo se interesó por lo típico de cada lugar, los Kipferln tienen su historia. En uno de los muchos asedios que la ciudad de Viena tuvo que padecer en los largos siglos a la gresca con el turco, el panadero de las compañías que se encargaban de la defensa de la ciudad sorprendió a la tropa con unos bollitos en forma de media luna, por aquello de bromear sobre la manera tan poco sutil que tenían los austriacos de zamparse a los turcos. "Venir, venir aquí y mirar como os vamos a merendar".. o algo por el estilo. Aquello hizo gracia por lo que se repitió la horneada, que además de guasa, saciaban tan ricamente. Pero el problema de los imperios separados, es que al partirse también separan sus sentimientos nacionalistas y cada cual barre para su casa, y donde hubo un nos ahora se asegura que fue un mío y pa'ti el agua de borraja. Y ésta es la razón por la cual existen dos versiones de la misma historia una ubicando el asedio en Viena y otra en Budapest pero lo que se olvidan unos y otros es que el imperio era austrohúngaro y allí estaban los de Villarriba y los de Villabajo luchando bajo un mismo kaiser y un mismo ejercito...

También se cuenta, que María Antonieta, golosa como ella sola, puso de moda muchos dulces en Versalles entre otros el famoso bollo de batalla que se terminó adaptando al gusto francés por el hojaldre. Quién sabe, lo mismo les pasó a los franceses como a nosotros con la milanesa, que "sí, muy buena pero nada de echar cohetes". Así que hubo que esperar y fueron unos años más tarde cuando se hicieron populares en París gracias al café-panadería de Boulangerie viennoise, establecimiento fundado por un austriaco y que aún continúa abierto en el número 92 de la rue de Richelieu. Pero ésta ya es otra historia, la de cruasán, que bien vale que se le dedique una horneada a en su honor. 

En cualquier caso, son muchas las historias o historietas que nos vienen a decir que el mundo es un pañuelo. Que no hay trozo de suelo en el planeta que no haya sido pisado por nativos y foráneos. Que antes, se llegaba a la gresca, dando guerra y con el sable desenfundado repartiendo tajos a diestra y siniestra y ahora la gente se mueve para huir de los mamporros, para buscar una vida mejor y un futuro para sus hijos. Deberíamos mirar más nuestras propias raíces para ver que están germinadas con semillas de unos y de otros y que son muchas las cosas buenas que nos deja el mestizaje. 


Ingredientes para 8 grandes (o 12 pequeños)
  • 250gr. de harina
  • 50gr. de mantequilla
  • 125ml. de leche 
  • 2 yemas de huevo
  • levadura de panadero para 250gr. de harina
  • 50gr. de azúcar
  • una pizca de sal
  • Nutella para el relleno
  • una yema diluida en 2 cdas. de agua para pincelar
  • opcional: azúcar glas para espolvorear

Notas
  1. Estos bollitos se hacen con harina repostera. Yo uso mi harina rústica con su propia cáscara y germen pero no es necesario. 
  2. Si deseas probar el relleno de nuez deberás hacer una masa con los siguientes ingredientes:
  • 100gr. de nueces
  • 2cdas. de azúcar morena (o un puñado de pasas de sultanas)
  • 2cdas. de pan rallado
  • 75 ml. de leche (suelo necesitar un poco más)
  • una pizca de canela
  • un chorrito de ron (opcional)

Preparación:
  1. Templa la leche y deja que la mantequilla se disuelva. Haz la masa mezclando todos los ingredientes juntos (yo amaso en la procesadora pero se puede también con las varillas eléctricas si tienes las espátulas de amasado). A mano se tarda un poco más pero sale igual de bien. Deja que repose 2 horas.
  2. Precalienta el horno a 200ºC.
  3. Pasa la masa a la encimera enharinada, la extiendes con ayuda del rodillo formando un círculo tipo pizza y cortas 8 porciones triangulares (sí, tipo pizza) o 12 si deseas los bollitos pequeños.
  4. Pon un pegote de nutella en el borde más largo y lo enrollas sobre sí mismo hasta llegar al pico que debes cuidarte de que queda en la parte de abajo del bollito. Le curvas un poco los extremos para darle forma de cuerno y lo pones en la bandeja del horno sobre papel de hornear.
  5. Pincelas cada bollito con yema de huevo batida en u n par de cdas. de agua y horneas los bollitos hasta que cojan color dorado y uniforme. Si tu horno es muy fuerte, puedes bajar la temperatura a 180ºC después de 15 minutos de cocción. Puedes servirlos con azúcar glas por encima.

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