Espaguetis integrales con guisantes y albahaca

Varias veces, mi hermano Luisfer me ha comentado su necesidad de ir por la vida a paso de caracol algo que dicho tal cual, solo arrancaría a cualquier parroquiano un  "pues mira tú qué bien". Pero ésta es una necesidad con truco porque lo cierto es que no estamos preparados para vivir con caracoles alrededor. Eso nos descompensa las prisas, los agobios, los plazos a alcanzar en nuestro curriculo sin que se nos pase el arroz. La gente, como digo, dice "mira qué bien" pero continua su camino sin mirar atrás algo muy lógico porque si no atiende donde pisa se esmorra sí o sí. Y el caracol se siente solo, incomprendido y abandonado. Y tiene razón, claro. Pero el corredor de a pié también porque argumenta con mucho tino eso de que si uno se despista pierde el tren algo que siempre nos han dicho que es algo terrible y muy decepcionante. Tanto, que uno puede perder sus caudales, la honradez o la honestidad que nada pasa pero si pierdes el tren te conviertes casi por decreto en una decepción familiar o un perdedor social, ambas opciones nada apetecibles...
Y ésta es la razón por la cual los caracoles tienen fama de solitarios y sufren de soledades. Y no por pretesto de no ser capaces de entenderse con cualquier lagartija que se cruce en su camino. No, no. El problema es que la susodicha va tan rápido que apenas se la ve. Y sin ver no se admira. Y sin admirar no se empatiza. Y no porque no se quiera. No se puede por un simple problema de física de colegial. Sin más atrezzo. Así que, debes recordar que los caracoles suelen caminar solos, no por afán ermitaño, sino como cobro a su letargo. 

Yo, aunque soy lagartija crónica, he pasado una semana en modo caracol. Lenta de reflejos, lenta en hacer, en pensar y en incentivarme. Ya sabes que sufro del sindrome espejo, no por estar sometida a un estado depresivo sino por vivir expuesta al proceso. Es un efecto secundario muy normal cuando se vive con una persona en fase depresiva diagnosticada, ya que de pura inercia se contagian cosas sin padecer la enfermedad. Cuadros de ansiedad y angustia, presión en el pecho, noches en vela y mañanas que no arrancas... vienen y si no las haces caso, se van. Así que hago como ellos, me pongo en modo caracol y que salga el sol por Antequera...

Pero al tener truco, el del caracol, se sufren soledades. No puedes abordar a cualquiera y contarle tu malestar porque casi sin querer te recriminaran que no te cuidas, que no vas al médico, que qué se yo... y no hay nada más inoportuno que decirle a un caracol "que lento eres, hij@ mi@" Pero también sabes que la angustia se disuelve hablando y riendo pero.... no, no funciona, porque el mundo ve lagartijas y no caracoles...

Y como buena lagartijilla, me falta el sol. El cambio horario me ha hecho trizas. Pero no todo es arrastraste por la acera, no te vayas a llevar una mala impresión. En el proceso de recuperación de Günter, hemos seguido añadiendo varios cambios en nuestros hábitos. Uno de ellos, es que hemos dejado de consumir harinas normales. Todo integral, biológico y con su germen a ser posible. Y como ves, no es sinónimo de comer aburrido.


Ingredientes para 4 raciones:
Adaptada del libro Everyday Supefood, de J. Oliver

  • 300gr. de guisantes congelados
  • 2 cdas. colmadas de almendra molida
  • 1-2 dientes de ajo
  • Albahaca fresca
  • queso parmesano al gusto
  • zumo de limón fresco o concentrado
  • 400gr. de espaguetis integrales
  • taquitos de jamón desgrasado
  • un poco de aceite de oliva,
  • Sal y pimienta
  • 200gr. de yogur
  • opcional: un huevo (lee mis notas)


Notas:
  1. Tras dudar un poco, he optado por seguir la receta y añadirle el huevo, algo que como me temía, ha secado algo la pasta. Estoy convencida que sin huevo la receta gana pero quiero dejar cuenta de mi preparación real. Para las próximas veces (que las habrá, nos ha encantado) irá sin huevo..
  2. En la receta original Jamie O. tuesta la almendras y luego las muele. Yo la he usado cruda porque adoro los pestos de almendra. Dejo nota por si quieres probar..


Preparación:
  1. Pon a hervir agua con sal para cocer la pasta. Cuando hierva, usa un poco de este agua para escaldar los guisantes en un cuenco. Deja un par de minutos que templen.
  2. Mientras, prepara el pesto de guisantes. Pon en la procesadora (o con la batidora eléctrica) el queso rallado, la almendra molida, el limón al gusto, un poquito de aceite de oliva,el ajo machacado, la albahaca y los guisantes y lo trituramos  todo junto.
  3. En una sartén, saltea el jamón y lo reservamos. En la misma sartén, pon el yogur (si lo quieres con el huevo deben de estar batidos ambos antes de echarlo a la sartén) y remueves hasta que hierva. Añade el pesto y dejamos que la salsa tome cuerpo. Salpimienta.
  4. Mezcla la salsa con la pasta y añade el jamón. Sirve rápidamente.

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