Tartar de salmón y aguacate
Entrar en mi facebook significa encontrar dos aluviones de materia; una, comida. Llega a ser asqueroso y vomitivo. Por más que intento definir lo que quiero ver es imposible. Me muestra lo que le da la gana y en estos diez años de red social, me mete a embudo el Sr. Zuckerberg -montaña de azúcar traducido al cervantino- meriendas y merendolas quiera o no quiera. Modificar los hábitos de facebook para adaptarse a mis preferencias es aún hoy, pura ciencia ficción. La segunda, frases. De todo tipo; célebres, bonitas, estúpidas, flojas, llenas de encanto, inspiradoras, vomitivas -sumado a mi empacho imagina el mal cuerpo que se me queda- y hasta bulos claro, todas esas parrochadas atribuidas a famosos de cualquier sector que nunca dijeron para bien o para mal.
Por otro lado, dejo en evidencia lo evidente que no es ni más ni menos que yo, la que critica, soy habitual de compartir recetas y frases. Si dejo aquí mi párrafo, vas a sacar un falso juicio sobre mi persona porque ya se sabe lo mal visto que está eso de tirar piedras sin estar libre de culpa. Superado este primer impulso, deja que me explique. A mí lo que me da fatiga es el exceso de, ese afán diario y repetitivo de compartir a saco y sin prudencia. Soy la primera que quiero que mi galaxia facebookariana se entere de que tengo nueva receta y por una razón muy sencilla, porque mi blog, que es muy chivato, me dice que tú muy posiblemente venías de darte una vuelta por allí y decidiste pasar a saludarme al ver la foto de este tartar. Así funcionan las cosas y sería vergonzoso por mi parte descalificar al resto del redil por pastar en la misma pradera. No, no es eso.
Me empacha ver demasiado, a todas horas, no solo de mis contactos sino
también de fulanos y fulanas que ni conozco porque es curioso que pueda
ocultar las publicaciones de mis contactos pero no de desconocidos por
el simple hecho de compartir un grupo o que algún intruso maleducado
se me cuele en mi cocina porque etiquetó a uno de mis contactos en sus
publicaciones. Y también es penoso que periódicamente tenga que perder
tanto tiempo en revisar mi configuración para ver si hay manera de
cambiar, evitar u ocultar lo que no deseo ver sin tener que ocultarme yo
misma.
Por ejemplo, imagina que te dijeran que para salir a dar un paseo, no
puedes pasear por donde te apetezca sino que para hacerlo, hay que ir a
la plaza de tu ciudad y darle vueltas a los soportales porque al alcalde
se le ha metido entre ceja y ceja que nos quiere ver a todos juntos
para ver con quien hablamos o dejamos de hablar. Nos parecería una
aberración, un recorte tan brutal de nuestras libertades que se liaría
parda en menos de lo que canta el gallo. Pero en cambio, en redes
sociales lo permitimos todo. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo decidir si
quiero ir por un callejón solitario hoy y mañana patearme la calle
Mayor? ¿Y por qué cada vez que me quejo siempre sale quien dice, si no te gusta ya sabes, te vas? ¿y por qué?
De las frases ya no digo nada porque se me han calentado los cascos de puro sin querer y aunque no valga de nada quejarse -o protestar que también se me da bien- pues lo dejo dicho a ver si un día de estos a alguien le da por liberar la red de tanto "servicio" talibán que parece que llegaron para salvar al mundo y lo único que han hecho es cortarnos las ciber-alas.
Ingredientes para 2 personas con opción a repetir:
Para el aliño:
Preparación:
- 75gr. de salmón ahumado
- 1 aguacate
- 1 chalota
- 2 tomates grandes o el equivalente en pequeños
- Salsa worcester
- brotes de eneldo o hinojo fresco y picado (perejil en su defecto)
Para el aliño:
- Un poco de aceite de oliva, mostaza, jarabe de ágave, sal, pimienta y vinagre de manzana
Preparación:
- Corta en fino el salmón, la chalota y los tomates. Marínalo con unas gotas de salsa worcester.
- Prepara el aliño poniendo en un bol todos los ingredientes y lo bates hasta que espese ligeramente. Añádelo al tartar.
- Corta en fino el aguacate y lo ligas al tartar al tiempo que añades las hierbas frescas. Rectifica de sal y limón a tu gusto si le hiciera falta. Deja reposar una media hora antes de servir para que se asienten los sabores.
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