Choco-choco natillas con galletas y nueces

El Sr. Roberto ya traspasó los ochenta y lejos de amilanar su ánimo, desafía el invierno argentino sentándose a diario en la acera con una caja de cartón y papeles. Con ellos construye felicidad para los chiquillos de un parvulario cercano. Como la generosidad no tiene desvergüenza, la reparte a chicos grandes y menudos sin distinción.  Cada día construye una flota de barquitos de papel que regala a cada chinorris que le sale al paso. Los tiene también chiquitos para los más peques. Así son los barquitos, no tienen grandes aspiraciones en cuanto a su tamaño. Les basta ser construidos por manos sabias y amables. Ellos echan el resto a la ecuación.

Cada día el abuelo de los barquitos, haga bueno, malo o regular, moldea cariño por devoción a los infantes porque dice que los chicos le rejuvenecen, que la alegría y gratitud que ellos desprenden le hace refeliz. Qué hermoso es saber que el Sr. Roberto existe. Lástima que no tengamos un abuelo constructor de amor empapelado en cada esquina. El mundo funcionaría mejor, seguro. 
Hace un par de días, en una terracita, una pareja nos echaba el humo de sus cigarrillos mientras los chicos comían. Al marchar, Lucas se lamentó "¿por qué no quieren cuidar su futuro?" Y eso mismo digo yo ¿por qué? ¿por qué no somos más protectores y amables con lo que realmente importa? de las muchas cosas que hemos errado, quizás la más tremenda -aparte de lo de humar a los chiquillos que no puedo entenderlo- decía, la más tremenda es que les hemos robado los deseos. Sí, digo bien. Porque nuestros niños ya no diferencian deseo con necesidad, lo obtienen todo antes incluso de imaginarlo y estamos atrofiando sus sueños condenándoles a vivir sin metas. Y encima lo hacemos ¡tan a lo tonto! 

Qué lindo es contribuir al deseo de un niño, ya sea por tener su barquito diario o sus natillas de doble chocolate de pascuas a ramos. Los padres escondemos nuestros complejos agasajando con desmedida a los renacuajos cuando ellos aún no han perdido la capacidad de ser felices con poco cosa. Quizás es eso lo que al Sr. Roberto le ha enseñado la vida y ésta es su forma de inspirar a los adultos haciendo feliz a los peques. Ahí queda. Para pensar y saborear.

Video del abuelo barquito, aquí.


Ingredientes:
  • 200gr. galletas rústicas tipo campurrianas
  • 75gr. de nueces
  • 100gr. de trocitos de chocolate con leche
  • 1 litro de leche
  • 100gr. de chocolate para cocer
  • 2cdas. de cacao en polvo 100%
  • 2 sobres de pudding o natillas
  • 80gr. de azúcar

Para el ganaché de chocolate:
  • 1/4 de taza de leche
  • 1 taza de trozos de chocolate de cobertura
  • 1 cda. colmada de queso mascarpone o tipo philadelphia

Preparación:
  1. Pon a calentar la leche con el azúcar, el chocolate de cocer y el cacao . En  un poquito de leche que habrás reservado, disuelve las natillas. Cuando rompa a hervir, añade las natillas disueltas sin parar de mover. Separa del fuego y reserva.
  2. En un recipiente rectangular, por las galletas, las nueces y los trocitos de chocolate con leche cortado todo en trocitos. Baña con las natillas y lo ligas con cuidado para que quede bien repartido.
  3. Para hacer el ganaché, pon al baño maría la leche con el chocolate hasta que se derrita (lo puedes hacer en el microondas). Cuando haya templado, añade el queso crema y lo ligas todo junto. Viértelo por encima y deja enfriar en la nevera un par de horas.

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