Pastel de arroz relleno de calabacín y jamón
Te voy a contar una de esas anécdotas que a veces -muy de vez en cuando- ocurren. De hecho, ésta en concreto, nunca me había pasado así que es de comprender que me pillara tan a contra pelo. Resulta que acompañé a la city -Graz- a mi amiga A. que en estos meses anda en el proceso de sacarse el pasaporte austriaco para ella y las niñas. Un folloneo máximo a más no poder con el típico trajín, de ve pa'llá a por un sello, no aquí no es, pero oiga que ya pagué, pos'pena pa'usté, pague de nuevo pero ahora a 20km. a la redonda, el siguiente sello en Viena, el otro en su ciudad y el que está por venir en el quinto infierno a la derecha.
A. tenía que hacer una de esas fatigas -tareas quiero decir- con traducción bajo el brazo como es de ley, en el bonito edificio de pasaportes y otras diplomacias y me apunté a ir de acompañante para hacer el trago más ligero. Con eso de que los terroristas han perdido el buen gusto por los atentados y ahora cualquier canalla se monta en una furgo y te arrolla en nombre de Alá, las medidas de seguridad a los viandantes se han refinado para que todos nos sintamos mucho más seguros.
Y aunque se puede seguir estacionando en la puerta del lindo inmueble -previo paso por el parquímetro, claro está- en la puertas de acceso te topas con esas cámaras de vigilancia copycat de las que la NASA manda a Marte. A mí, que me enseñaron educación ciudadana antes de la revolución cibercámara, me suele dar por saludar a la bola espía porque no sé, siempre tiendo a pensar que tal y como nos han enseñado las pelis de acción, delante de todos esos monitores que te toman de frente, de perfil y hasta de planta alzada, hay sentado un pobre segurata más aburrido que una piedra en una feria. En fin, que el infantilismo lo justifico con eso de darle una nota humana a tanta grabación.
La realidad es que esas cámaras las ve el mismo vigilante de la entrada que te ve en 3D a la que entras y en 2D a la que haces la tontada de saludar al ojo que todo lo ve. Imagino que el hombre estará hasta los cataplines de bobadas pero cuando quiero reaccionar es tarde. Las tontadas son más rápidas que el razonamiento. Así que ahí estábamos las dos, delante del seguridad entrado en años en espera del retiro y harto de tanta tontera, ante dos cápsulas rotatorias de esas que parece que te van a hacer la descompresión y el envasado al vacío pero lo cierto es que no tengo ni idea pa'qué están porque nadie te avisa si te miran con rayos x, te escanean cual código de barras o te filman en ropa interior y mandan los vídeos a una web medio porno.
Decía, ahí estábamos nosotras. A ver, bolsos a mí y de una en una. Pase usted -le dice a A.- bolso en orden y todo listo. A ver, ahora la tunante... me dispongo a hacer la descompresión. Quieta parada señora mía -no es traducción textual como ya te imaginarás- A ver que lleva aquí dentro. La cartera. Bien llena. Típico de las señoras, ¿verdad? Voy yo y medio sonrío. Son solo tickets, digo quitando hierro.
El hombre que me lo da y yo que se lo quiero devolver para que me lo meta en el bolso que me conozco y luego lo pierdo. No, no, señora, lo tiene que abrir usted. Ahí fui rápida "Ajá, por si es un monedero bomba" y yo se lo abrí y le quise enseñar las fotos de los chicos pero me dijo con impaciencia "ok, está todo bien". Siguiente, esta botellita de agua... y me mira a lo "ainnss que complicado me lo está haciendo"... pues tiene usted que beber. Ahí me descoloca por completo y hago un amago de gesto risueño pensando que me vacila. Es verdad que no caí en el hecho de que los austriacos no saben lo que es vacilar tal y como me recordó Günter más tarde.
Pero yo ahí me quedo sin saber que hacer. ¿Sigo la broma? ¿bebo aunque no tengo ganas? y el hombre que me da la botella y con los ojos puntualiza el envase y al mirarme levanta las cejas apremiando a consumar el trago. Mi amiga que me dice "bebe, bebe" y yo le contesto por lo bajito y en español "creo que me está vacilando" y A. en alemán le dice al Sr. agente de la seguridad interna "oiga ¿puedo beber yo?" Decido beber por lo que pueda pasar y en ese mismo momento que mi garganta se moja de tan sano líquido caigo en la cuenta que lo mismo el argumentario de seguridad piensa que en plena ola de calor, una botella de agüita medio fresca puede ser la excusa perfecta para transportar ácido o gas mostaza diluido en gaseosa.
En fin, que la vergüenza me duró poco porque nos reímos de lo lindo y eso siempre ayuda a relajar los largos silencios padecidos mientras la funcionara pegaba pegatinas y estampaba sellos en los documentos. Y como siempre en estos casos, antes de concluir con un pasen ustedes un buen día, la buena señora hizo la pregunta de rigor: ¿en metálico o con tarjeta?
En fin, que la vergüenza me duró poco porque nos reímos de lo lindo y eso siempre ayuda a relajar los largos silencios padecidos mientras la funcionara pegaba pegatinas y estampaba sellos en los documentos. Y como siempre en estos casos, antes de concluir con un pasen ustedes un buen día, la buena señora hizo la pregunta de rigor: ¿en metálico o con tarjeta?
Ingredientes:
Preparación:
- 300gr. de arroz redondo (para risotto o arroz con leche)
- 280ml. de agua (un poco menos del doble)
- 40gr. de mantequilla
- 3-4 cdas. colmadas de parmesano
- 1 huevo
- calabacín a tu gusto (yo 170gr.)
- lonchas de jamón york a tu gusto (yo 50gr.)
- lonchas de queso que funda bien a tu gusto ( yo 50gr.)
- Queso rallado para gratinar
Preparación:
- Pon el agua con sal a hervir, añade el arroz y cuece a fuego lento y tapado hasta que el arroz esté aún algo duro, aún sin estar al dente.
- Mientras pasa las lonchas de calabacín por la sarten con un poco de aceite de oliva y sal.
- Trocea el calabacín, el jamón y el queso en lonchas y lo reservas.
- Cuando esté el arroz, le añades fuera del fuego, la mantequilla, el queso parmesano y el huevo. Lo ligas bien y pones la mitad del arroz en una fuente de horno.
- Rellena a tu gusto y añade la otra mitad del arroz. Espolvorea con queso rallado y gratina hasta que tenga un bonito color dorado. Sirve inmediatamente.
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