Tarta alemana de albaricoques
Érase una vez el telescopio. Este aparato, diseñado con mucho ojo por Hans Lipperhey, nos abrió el camino hacia las estrellas. Es verdad que había muchas donde mirar y si mi madre hubiera tenido voz entre los astrónomos les hubiera dicho su frase favorita: "tranquilos que hay para todos". Pero a Galileo, David y Johannes Fabricius, Christoph Scheiner y Thomas Harriot les dio por mirar a todos a la misma estrella; ¡O Sole mio! tuyo no, mío, de eso nada que es nuestro... exacto, se lió parda. Todos ellos observaron manchas en el Sol y todos menos Harriot se pelearon a costa de su descubrimiento a lo "yo lo vi primero, no que yo lo escribí antes pero nosotros ya nos lo imaginábamos desde hacía mucho". Como digo, todos menos Harriot que pasó ampliamente de perder el tiempo en disputas y documentó sin decir esta boca es mía. Hoy en día, como está de moda defender pleitos pobres, hay quien lucha porque se le reconozca el descubrimiento pero -dicho sea todo y que nadie me malinterprete- dime tú, qué más da quién lo vio primero si eso no nos saca de pobres a ninguno. Lo importante de la tajada era interpretar lo que esas manchas significaban y cómo nos afectan a los terrícolas. Y en este asuntillo peliagudo, fue Galileo Galilei quien brillo con más fuerza.
Pero ¿Qué son? ni más ni menos que zonas de bajas temperaturas -para lo que es el Sol- y de intensa actividad magnética. Entonces Galileo no sabía muy bien cómo nos afectaban pero tuvo el buen criterio de dejar registro de la actividad de las susodichas. Otros vinieron después que hicieron lo propio y así es como hoy en día podemos demostrar a ciencia cierta y probada, el efecto de las manchas sobre nuestro planeta. En palabras que entendamos tú y yo y sin mucho perifollo, son estas manchas las que alteran nuestra climatología arrojando a nuestra atmósfera olas de frío, inclemencias, lluvias, sequías, tormentas, tornados y demás catástrofes naturales. El frío destruye las cosechas y sin ellas, la gente no come y enferma. Está constatado que, detrás de las hambrunas, desastres naturales y epidemias que nos han venido azotando a lo largo de los siglos, las manchas solares habían hecho acto de presencia.
¿No te ha pasado que tan pronto lees sobre el calentamiento global y de buenas a primeras nos hablan de cambio climático plagado de catástrofes? ¿Quién nos miente? Todos y ninguno. El problema es que cada cual interpreta lo que quiere y diagnostica a su libre albedrío. Que el planeta se calienta es normal, vamos, lo suyo teniendo en cuenta que estamos saliendo de una glaciación que por cierto aún no ha finalizado. ¿Es malo? pues no, para el planeta es su ciclo normal y para nosotros sería estupendo. Clima estable, vegetación a saco y salvo por la influencia de las manchas no sufriríamos ni sequías ni inundaciones ni gaitas. El paraíso. Entonces, ¿el calentamiento global es un cuento chino? pues tampoco. Es real y alarmante por diversos factores (otro día abrimos ese melón).
¿La subida de temperaturas es culpa de la degradación y la contaminación humana? ¿tiene el poder de revertir o modificar la glaciación o las manchas solares? no se sabe, se intuye pero no hay datos a largo plazo por tanto los científicos deben ir improvisando sobre la marcha con lo que tienen. Ahora, contaminar los océanos, las ciudades y el aire no afecta al clima sino a nuestro hábitat. Sin él, sin una vida ecológicamente hablando sostenible, vamos a vivir de puta pena, muchos morirán y otros vivirán tan mal que desearán estar muertos. Pero no será el fin de nuestra especie. Nos adaptaremos a la vida, sí pero mermados y maltrechos con una calidad de vida de asco.
En fin, ya sabemos que la clave está en consumir menos y solo aquello que seamos capaces de reciclar y reforestar. Tenemos los medios. ¿Y qué hacemos? Nada. Proclamamos el día mundial bajo el lema de "un día sin plástico" y asunto resuelto. Sabemos que las olas de frío vendrán una y otra vez y que si no lo remediamos, miles (millones) de personas seguirán muriendo por falta de auxilio. ¿Y qué hacemos? Nada. Porque el modelo socio-político y económico que tenemos es el enemigo. Es quién nos ha metido en esta espiral de mierda e inmundicia y a la vista está que le importa un comino quienes mueran por el camino.
Falto a la verdad si no añado, como punto y final a este discurso, el segundo factor más importante que nos va a mermar sin remedio: el agua, pero ésta es otra historia. Hoy la receta se la dedicamos al rey sol que tanto nos da y nos quita.
Falto a la verdad si no añado, como punto y final a este discurso, el segundo factor más importante que nos va a mermar sin remedio: el agua, pero ésta es otra historia. Hoy la receta se la dedicamos al rey sol que tanto nos da y nos quita.
¿Cuál es el costo de las mentiras? No es que las confundiremos con la verdad. El verdadero peligro es que si oímos suficientes mentiras luego no reconoceremos la verdad. ¿Y qué se hace ante eso? Solo nos quedaría abandonar la esperanza de la verdad y conformarnos, en su lugar con historias. En estas historias no importa quiénes son los héroes. Solo queremos saber a quién culpar.
(dicho en la serie Chernobyl)
Ingredientes para la base:
Para el relleno:
Preparación:
- 200gr. de harina
- 120gr. de mantequilla fría
- 50gr. cacao puro
- 60gr. azúcar
- una pizca de sal
- 1 huevo
Para el relleno:
- 400gr. de albaricoques
- 3 huevos medianos
- 400ml. de sauerrham (o mitad crème fraîche y yogur)
- 120gr. de azúcar
- 30gr. de maicena
- vainilla
Preparación:
- Mezcla todos los ingredientes juntos en un bol hasta que tengas una masa lisa y jugosa. Si está algo seca, añade un para de cucharadas de agua fría.
- Lava, deshuesa y corta los albaricoques en cuartos.
- Con ayuda de la batidora, mezcla el resto de los ingredientes.
- Calienta el horno a 180ºC. Forra un molde engrasado en mantequilla con la masa de chocolate. Vierte la crema y coloca los albaricoques sobre la superficie. Hornea hasta que coja color doradito por encima. Una vez frío y antes de servir, espolvorea un poco de azúcar glas por encima.
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