Bizcocho de nata integral con albaricoques o Marillen-Dinkel-Kuchen

Tengo de aquí al fin de semana para descomprimirme de todo lo que le pasa al mundo. Tengo una quemazón brutal y una vez más, siento que debo coger distancia y soltar algo de rienda a todo lo que pasa. Me voy a Italia en unos días y créeme si te digo que tuve un cargo de conciencia brutal cuando reservamos el hotel. Con la que está cayendo en el Mediterráneo y nosotros nos vamos a lucir panza al sol, a untarnos kilos de crema solar y a comer toda la pasta que nuestros intestinos aguanten. Supongo que ésto me convierte en una ridícula burguesa de doble moral que adoctrina el resto del año desde su sofá pero para cuando llegan las deseadas vacaciones, todo ese empeño se disipa como quien abre y cierra un paréntesis, corre un tupido velo o simplemente echa montoncitos de arena sobre aquello moralmente incómodo. Sí. Puede ser, pero no quiero verlo así.
Lejos de justificar mis caprichos o excesos con un "disfruta que te lo mereces" por razones obvias, porque los pobres también merecen, y la gente que no tiene oportunidades también, así como los que deben renunciar por fuerza mayor... decía, lejos de justificarme, sigo sintiendo que no deseo sentirme culpable por lo que tengo. Muy al contrario, soy muy consciente de mis privilegios y mi respeto más básico hacia el ser humano me dice que no pierda el tiempo en angustiarme por lo que tengo sino en seguir pidiendo a la vida que de a los demás tanto como yo poseo. Ni más ni menos porque aunque no calzo una vida de lujos ni me puedo permitir gastar sin haber ahorrado antes quitándomelo de otro lado, dispongo de todos los ingredientes para ser feliz, vivir segura y sobre todo protegida. 

Y ésto es lo que pido a los gobiernos y a las administraciones; que luchen contra la pobreza, contra la desigualdad, que sean estandarte moral sobre derechos humanos y que sepan estar a la altura. Y sobre todo, que algunos gilipuertas no se crean con el derecho moral de hacerme sentir culpable por tomarme unas vacaciones. 


Ingredientes:
  • 4 huevos
  • 140gr. de azúcar
  • 250ml. de nata
  • vainilla
  • ralladura de limón
  • 200gr. de harina integral de espelta
  • 150gr. de harina de espelta
  • polvos de hornear
  • 300-350gr. de albaricoques
  • azúcar glas para espolvorear

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC.
  2. En un bol mezcla, por un lado, los ingredientes secos: las harinas, el azúcar, los polvos de hornear, la ralladura y la vainilla. Mezcla ligeramente los huevos con la nata y mezclas todos los ingredientes juntos.
  3. Corta y deshuesa los albaricoques. Coloca la masa en un molde o bien engrasado o forrado con papel y dispón de los trozos de fruta por toda la superficie.
  4. Hornea hasta que veas que el centro del bizcocho se sostiene o si pinchas con un palillo que salga limpio de masa sin cuajar. Deja enfría y espolvorea con azúcar glas.

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