Muffins o cake con plátano, avena y nutella
fracasar
Cf. it. fracassare.
1. intr. Dicho de una pretensión o de un proyecto: frustrarse (‖ malograrse).
2. intr. Dicho de una persona: Tener resultado adverso en un negocio.
3. intr. Dicho especialmente de una embarcación cuando ha tropezado con un escollo: Romperse, hacerse pedazos y desmenuzarse.
4. tr. desus. destrozar (‖ despedazar).
Fracaso. Posiblemente el proceso más oscuro y reprobable del ser humano. Fracasar es no ser nada o algo peor. Es vergonzoso, de flojos, de perdedores, de Don Nadies. Nuestra crianza se cierne con uñas y dientes en apartar nuestros pasos de ella. Es como esa necesidad brutal de afirmar ante un recién nacido que es listo, precoz; es recurrente la frase de "mira, mira como ya lo entiende todo"o que qué gordico que está, qué grande, qué hermoso. Como si esa vida no fuera nada sin los abalorios, como si el milagro de la vida no bastara con que su madre lo alumbrase en buena hora. Ese tufillo que nos acompañará el resto de nuestra vida si no destacamos por encima de los demás, si no superamos la media aunque la definición de "media" nunca quede del todo clara, siempre tan arbitraria y a veces sientes que es como escalar el Everest y en otras se te antoja como un repecho de tantos que gasta el camino. Y aún así, sin criterios claros en los que medirse uno los humos, se nos tensan las entrañas con tan solo olfatear al susodicho. ¿Es tan terrible, en serio?
Hace unos años, en el Festival de Cine de Slamdance, el cantante Neil Young sostuvo una charla con su amigo Jonathan Demme (el director de El silencio de los corderos y Philadelphia) donde dejó caer un breve pero insuperable discurso sobre el fracaso. Hurgó en la necesidad de afrontar los retos sin miedo, siendo auténticos por encima de todo y capaces de aceptar el fracaso en su forma más amplia y extensa, más allá del arquetipo a modo de castigo por la falta de éxito, entendiendo por tal lo que ya sabemos todos: dinero, poder, popularidad, estatus y poco más.
Pero Neil Young nunca ha sido una persona normal. Se le condenó al fracaso cuando su discográfica se deshizo de él porque sacrificó su papel de cantante de éxito por el de padre compositor, dedicando al menos un par albums a una especie de música experimental terapéutica escrita para su hijo, que nació con parálisis cerebral. Se ha expresado y ha vivido a su manera, tal y como le pedía el cuerpo y no la fama. Un hombre dispuesto a darlo todo y como dijo en una entrevista "Es mejor quemarse, que apagarse lentamente".
Aseguráos de darle siempre la bienvenida al fracaso. Decid siempre: Fracaso, encantado de tenerte, ven. Porque así no tendréis ningún temor. Y si no tenéis miedo y creéis en vosotros mismos y os escucháis a vosotros mismos, sois los números uno. Todo lo demás está detrás de vosotros, vuestro nombre está por encima. Es vuestra vida, vuestra película. A la mierda con todo lo demás.
Neil Young.
Tengo un niño de 12 años que no sabe equivocarse, lo que significa que no soporta la idea del fracaso. La consecuencia es que vive constantemente estresado y no saborea los éxitos ya que para él un logro significa "me libré por ésta vez". Intentamos hacerle ver que nadie se libra de los errores, que en sí no significan nada ya que son parte del camino. Que lo importante es afrontarlos y repararlos lo mejor que se pueda. Con honestidad. Su tutora nos dijo que una de las cosas que más valora de nuestro hijo es que no huye de sus responsabilidades, que cuando se presenta con alguna tarea sin hacer no recurre al "es que..." y opta por la dolorosa verdad del adolescente: "se me olvidó, lo siento".
Ilustrar esta definición con una receta no ha sido fácil pero como siempre el destino nos lo pone que ni pintado. Olvidé sacar algunas fotos en el paso a paso, un error que no convierte en fracaso esta delicia de cake o de muffins; o de los dos, porque no hay mejor antídoto contra la adversidad que golosinear en el formato que más te guste puesto que el envase jamás afecta al éxito de la empresa.
Ingredientes:
(para 6 muffins y un molde de plumcake)
Preparación:
(para 6 muffins y un molde de plumcake)
- 240gr. de harina (usé espelta)
- 1cdta. (o sobre) de polvos de hornear
- 100gr. de azúcar moreno
- una pizca de sal
- vainilla
- 2 plátanos (banana común)
- 2 huevos
- 60ml. de aceite suave
- 125ml de buttermilch (o yogur y agua a partes iguales)
- 85gr. de avena
- Nutella al gusto (he usado 4 cdas. colmadas)
Preparación:
- Precalienta el horno a 180ºC.
- Pon todos los ingredientes (menos la nutella y los copos de avena) en un bol y haces una crema con ayuda de la batidora eléctrica. Añade la avena y bates otro poco dependiendo de cuanto quieras ligar los copos.
- Calienta brevemente la nutella para que esté algo más líquida. Añade la mitad a la masa y la mezclas una chispa intentando que quede definida.
- Rellena los moldes (de muffin primero y luego del plumcake) a los que antes habrás cubierto con papel de hornear (los muffins con capsulas de papel estándar). Reparte el resto de la nutella poniendo un poquito sobre cada molde y con un palillo largo o pajita, lo revuelves un poco. Lo mismo haces en el molde de plumcake.
- Hornea hasta que estén doraditos por encima. Los muffins se hacen antes. Los sacas y dejas unos 10 minutos más el molde de plumcake a 150ºC. Cuando veas que el centro está firme, estará listo. Ante la duda, lo puedes dejar un poco más. A 150º normalmente no hay mucho peligro de que se tueste.
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