Stollenkonfekt, primera vela y nieve

Así que, para poner un pretexto más a mi plancha, me he venido a contarte algo y publicar este dulce que está para darse un atracón y morirse uno la mar de a gusto -y sin planchar nunca más-. En fin, ya ves que todo tiene su por qué. Por cierto, recuerdo que de pequeña -ya lo conté en el blog pero no me acuerdo donde- tenía una enciclopedia infantil que se llamaba el porqué de las cosas. No el qué o el cómo o de quién. No, el porqué porque es lo primero a lo que acude nuestra mente. Es lo más importante de todo cuanto uno piensa. Vendrán los cómo, los cuándos y los qué cuando sepamos por qué esto o lo otro. No importa que ese por qué sea lucido o absurdo, falso, coherente o demencial. Cada uno tenemos nuestros por qué y con ellos sentamos cátedra. Creo que cada uno de ellos, es sencillamente una escama de la verdad porque a la vida me remito, que verdades hay muchas y no siempre estamos de acuerdo con las ajenas.
He leído el hilo de un tuitero que ha puesto algo de distancia a sus tuits. Analizaba por qué la gente pierde tanto tiempo en redes y lo resumía en dos: por dinero -vivir de sponsor o de colaboraciones en medios- o por ego. Egos enormes que nos miran a los que no tenemos seguidores como si fuéramos escupitajos en una acera. Egos que nos ven como su público, sin entender que nosotros también interactuamos en ambas direcciones: creando contenido y participando del ajeno. Esa gente que antes muerta que contestar con un comentario o un like a un sin nadie, sin comprender que de carne y hueso, la red está llena de gente super interesante con la que echaríamos la tarde entera sin aburrirnos ni un ápice. En cambio, a mucho de esos egos, con toda su fama y su influencia, yo personalmente sé que no les dedicaría ni cinco minutos de mi tiempo porque a mí personalmente no me aportan nada. No me inspiran ni hacen de mi mundo un lugar más luminoso... pero él no iba por estos derroteros. Él se alejó de los tuits por salud mental, por poner distancia a tanto memo y tanto pirado que en redes sociales se sienten como en Disneylandia y afean todo lo que pillan a su paso.
- 250gr. de harina repostera
- 50gr. de almendra molida
- 50gr. de masa de mazapán molida
- 50gr. de azúcar
- 50gr. de mantequilla
- 1/2 cdta. de canela
- una pizca de vainilla
- 1 cdta. rasa de polvos de hornear
- 1 huevo
- Cramberries y frutas escarchadas troceadas y mojadas en ron
- 30gr. de mantequilla derretida para pincelar y azúcar glas para espolvorear
- Precalienta el horno a 180ºC.
- Pon todos los ingredientes en el procesador (o bate con varillas eléctricas) hasta que tengas unas miga finitas. Pásalo a la encimera y amasa hasta que se forme la masa. Parte en dos,
- Con cada parte, forma los rollos iguales y vas cortando rodajas de un dedo de grosor que irás colocando en una plancha de horno con papel de hornear.
- Hornea entre 15-20 minutos (dependiendo del horno) hasta que veas que van cogiendo un poquito de color. Después, aún en caliente, pincelas casa pieza con mantequilla derretida. Finalmente, cubre con azúcar glas y deja que enfríen completamente. Se conservan bien en caja metálica.

Publicar un comentario