Dip turco de berenjena, garbanzos y nueces

Al hilo de la entrada anterior, te voy a hablar del cortisol, una hormona conocida como la del estrés.  Cuando estamos en modo ansiedad, angustia, agobio... en fin, con todas esas puñetas sin importar si son emociones reales o fakes porque el cuerpo no sabe diferenciarlas, empieza a volverse muy loco con tantos sobreestímulos, ruido y tensiones. Si no somos capaces de bajar este tren de vida tan chungo,  generamos más  cortisol de la cuenta. Mientras está en sus niveles normales, nos ayuda con tareas como el sueño, la concentración y la memoria, la glucosa, la metabolización de cosas como las proteínas, carbohidratos y grasas, la presión arterial y se encarga de darnos chutes de energía para afrontar situaciones de desasosiego y estrés.

Pero eso es cuando funciona bien. Cuando se descontrola puede ser el causante de nuestra hipertensión, dolores musculares, problemas cardiacos, insomnio, aumento de peso, mareos, cansancio, perdida de memoria... incluso puede ser el acelerante en un proceso depresivo que unido a este cuadro de síntomas pues no deja el alma hecha jirones. 
Como ya sabes, el estómago es nuestro segundo cerebro y por lo que sea -parece que hay evidencia científica- el cortisol y nuestra flora intestinal tienen una relación muy tóxica cuando uno de los dos anda con malas compañías. Si no comes bien, puedes subir los niveles de cortisol y si éste está alto, la flora intestinal se desmorona, volviéndose ineficaz en su función inmunológica dejando nuestro cuerpo muy vulnerable a la hora de coger infecciones, desarrollar intolerancias alimentarias o cuando menos, nos infla como a globos, irrita el colón, reflujos, acidez... una porquería de vida.

Y el cortisol cuando está alto, pues la toma con nuestra microbiota -la flora intestinal dicho en fino- y se enzarzan los dos en un círculo vicioso donde el cuerpo es el que sale mal parado. La alimentación es fundamental, eso ya lo sabemos. Hay muchas cosas que se pueden hacer para auto ayudarnos pero si estás que no puedes ni con tu alma, puede suponer un estrés añadido cumplir con toda la lista de deberes.
Ya sabes que no soy profesional de estas cosas. Comparto lo que sé, lo que me afecta por si puede servir de ayuda. Compartiendo experiencias es como la humanidad ha salido adelante siempre. Pero no quiero ponerlo todo de golpe, si te parece vamos dosificando porque, de verdad, cuando el psicólogo te suelta la retahíla de "Noes, sies y deberes" el ánimo se nos va al traste, así que despacito, como dice mi hermano Luisfer, en plan caracol con la casita a cuestas para encerrarte cuando el mundo atosigue.

Venga, manos a la obra: un par de noes para empezar (siempre tiene que haberlos). Tabaco y cafeína. Hay que reducirlos. Realmente, hay que echarlos fuera. Si te vale de consuelo, se puede. Llevo 20 años sin cigarrillos y he eliminado la cafeína casi al 100%. Bueno, una coca-cola en años bisiestos y poco más. Descafeinados e infusiones de Rooibos que son buenas para el hígado, el corazón y mano de santo para la jaquecas (y no es una medicina, no la puedes tomar cuando te duele; es su consumo regular quien las reduce).

¡Y la panacea! porque la hay, la madre de todas las ciencias: el Omega3. Este es el diccionario de la salud. Hay que darle sin piedad a las verduras, las semillas, las nueces y frutos secos, legumbres, carnes, lácteos e integrales. Dicho así suena a rollo de siempre pero la salud mental pasa por comer requete bien y por supuesto, sabroso y gratificante... de momento, te dejo con este dip que es una bomba de Omega3 y poco a poco iremos hablando de más cosillas. Para la próxima.


Ingredientes:
  • 2 berenjenas
  • 1 cebolla
  • 1-2 tomates dependiendo del tamaño
  • 1/2 cabeza de ajos
  • 1 taza de té de garbanzos
  • 1 taza de té de nueces
  • aceite de oliva, sal y una pizca de comino
  • opcional: un poquito de pimentón por encima (se me olvidó)

Preparación:
  1. Asa las verduras en el horno a 170ºC. cuando enfríen, lo pelas todo.
  2. En una trituradora, pon las verduras, los garbanzos, las nueces, la sal y la pizca de comino y tritura hasta que tengas una pasta uniforme.
  3. Sirve con un chorrito de aceite de oliva y un poquito de pimentón.

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