Galletas de vainilla rellenas de pera

Mira, llevo un tiempo con el nervio metido en el cuerpo... estoy a las puertas de que de comienzo la temporada oficial galletera y con un mono de lanzarme al rodillo bestial! y para colmo, veo como las remesas de galletas empiezan a hornearse por todas partes, y oigo a mis amigas decir "pues yo el sábado ya me pongo..." Pero, bueno!!! qué pasa con las tradiciones? Que yo no la cumpla, pues es de entender: en España comemos pastas y galletas todo el año pero aquí, los austriaquitos, sólo en Adviento. Como les pongas una galleta entre fin de año a noviembre vas a oír cosas como "pero si no estamos en Navidad!" Uy, esta galleta sabe a Navidad!" ... (una galleta de vainilla y pera y me dice el tío que sabe a Navidad... lo flipo, pero no le digas nada que luego tenemos tensiones interculturales a cuenta de una galleta o la salsa por encima de una Knödel... que este pequeño detallín, para ti, suena a entrada pasada pero a mi me va a estar calando por una buena temporada) En fin, que por mi parte no quede y pelillos a la mar.

Pues eso. Las galletas. Que solo a partir del primer domingo de Adviento... ahora, que sepas, que desde hace más de un mes las tiendas están a rebosar de moldes, coberturas, sazonadores, harinas, y leches en vinagre! Perdona que me ponga tan mal hablada pero es que esto es de una tensión horrible. Yo, lo que quiero, son galletas. Nada más. Para desayunar y mojarlas en el café. Lo siento. Es verdad, me gusta mojarlas, que puedo hacer... También quiero galletas para merendar... y aquí llegamos a la otra espina sin sacar. ¿Por qué les hace tanta gracias la merienda española? ¿pues no es una merienda la hora del té inglés? ¿o el pastelito en la conditorie? ¿qué tiene nuestra hora de mojar el bollo o las galletas en chocolate? A ver! qué alguien me indique donde está la gracia que yo no la pillo... En fin, que de nuevo y por mi parte, que no quede y más pelillos a la mar...

Y ahora que los peces tienen una buena madeja de pelo en sus estómagos, que si tuvieran empatía estarían acordándose de los pobres gaticos y sus episodios de regurgitación peluda... valiente tontería estoy diciendo pero no lo voy a borrar ahora que estoy a tiempo... pues eso, que ahora, por fin, es el tiempo de empezar con las galletas. No es el tiempo, vale! pero me da igual. Yo empiezo y que salga el sol por Antequera. Y, que conste, que tampoco las voy a camuflar de inocencia, no. Las he fotografiado ya vestidas de Adviento con sus bastoncitos y cacahuetes... que tenía ganas de chinchar un rato... la cara de mi pobre consorte cuando me vio con los cacharros de Navidad en la mano... no dijo nada pero le leí en la frente: está loca empieza ya.
Pues hala, Allá vamos. La primera propuesta son estas florecitas de vainilla rellenas de pera. La idea era haberlas rellenado de manzana pero Lucas me dejó sin munición aunque el cambio de planes ha resultado delicioso. Y, ya puestos, te tengo que contar un detalle que define a la perfección mi estupidez transitoria en ciertos menesteres. Había visto un par de recetas de pastas de mantequilla que las llamaban "margaritas". Bueno, no le di importancia. Me pongo a cortar las galletas y uso un molde con forma de florecita. Las quería redondas peo el molde liso se me hacía muy grande así que uso este. Cuando las cierro, presiono un poco para cerrarlas, y me digo: Uuuy, pero si parecen margari.... taaas! toma! a veces pienso que la cabeza no se para que la tengo. Supongo que la llevo puesta por aquello de no llamar la atención que sino no me molestaría en cargar con ella...


Ingredientes:
  • 300 gr. de harina
  • 200 gr. de mantequilla reblandecida (en pomada)
  • 100 gr. de azúcar glas
  • 1 huevo
  • 1 yema
  • 1 paquete de azúcar con vainilla
  • la ralladura de un limón
  • 2-3 peras
  • 1 cucharada de azúcar por pera
  • 1 chorrito de limón
  • 1 pizca de pimienta
  • Azúcar glas para espolvorear

Preparación:
  1. Pelas las peras, las cortas en trocitos pequeños y las pones a cocer en un cazo con el azúcar y unas gotitas de limón. Cueze hasta reducir el líquido pero intenta que la fruta quede un poco al dente. Para eso, cuece a fuego medio y vigila bien para que no se pegue. Una vez conseguido el punto a la mermelada, añade un poquito de pimienta negra molida. Verás que toque más especial...
  1. Bate la mantequilla lo más reblandecida posible junto con el azúcar, la ralladura, el huevo y el extracto de vainilla. Este proceso de batir se hace fenomenal con las varillas eléctricas -o con robot pero este aparato es típico de frikis del amasado-. Si tienes que batirlo con varillas a mano derrite previamente la mantequilla y deja que temple -no la uses en caliente que se cuajarán los huevos- y una vez batidos los ingredientes, deja que enfríe a temperatura ambiente antes de seguir con la receta. Si usas esta crema sin enfriar te va a engañar el harina. Necesitarás echarle más cantidad y cuando las comas te vas a acordar de ese harina de más, fijo. A esta crema, le añadimos el harina con la pizca de sal. Ve poco a poco y amasando hasta que tengas una pasta muy suave y algo húmeda pero que se despega sin problemas de la mesa de amasar... Cubre con un film de cocina y deja en la nevera que repose al menos una hora. Lo suficiente para que coja bien el frío y se endurezca que así es más fácil trabajar después la masa.
  2. Extiende un buen trozo de masa con el rodillo -unos 5 mm. de espesor-. Puedes enharinar la superficie pero con moderación. Se dejan trabajar muy bien. Corta la masa con un corta-galletas con forma de flor y con ayuda de una cucharita de café coloca un poco de relleno en el centro de la galleta. Coloca encima otra galleta idéntica, y presiona con la yema del dedo los bordes para sellarlos.
  3. Hornea de 10 a 15 minutos a 180º C. una vez frías, expolvoréa un poco de azúcar glas por encima.

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