Tarta de queso y caquis chorreando puro pecado

A este pastel no le pega ni con cola este grandioso y hasta obsceno chorro de dulce de leche pero hay cosas en la vida que no se pueden remediar y cuando no se puede, no se puede. En esta categoría de imposibles me he visto en la obligación de añadir un nuevo suceso: abrir un bote de dulce de leche argentino, meter el dedo, succionarlo en la boca realizando esos estridentes lametazos -estridencia que solo se manifiesta cuando la autoría es ajena-  y guardarlo de nuevo en la nevera no funciona... quiso la casualidad que a la que servía un trozo de pastel para sacar las fotos de rigor, de camino a la estantería a por la Cannon, echara un ojo al bote de La Serenisima... no hacía ni 24 horas que había llegado a casa -por obra de los de correos y gracia la que tiene mi amiga- y no hacía ni 23 y 1/2 que había afirmado que lo quería dejar ahí, para mirarlo y requetemirarlo de gusto hasta que la fecha de caducidad nos separara... ni un día he aguantado sin lanzarme como una desquiciada al tarro y hundir mi dedo índice -creo que el primero fue el izquierdo- y chuperretear mi táctil extremidad  como una completa posesa...

No pude detenerme. El lío ya estaba echo y me daba un poco de cosa tener que contar a Günter que me había zampado el dulce de leche a palo seco. Ea, un chorro al pastel y le digo que tuve que hacerlo... "por el blog, cariño -ya sabes, por compartir con los demás-" y a la que le asalto con esta escusa -pensé- puedo poner cara de fatalismo a lo "me debo a mi público"... y así, con esa espontaneidad que proporciona el tener una coartada bien atada y a la que echaba el chorreante y delicioso manjar para la foto, fui completamente incapaz de mantener mis dedos fuera del bote y clic aquí, chupa allá, ay madre! que se me pringa el aparato, chupa de nuevo, otro clic -vaya lío-, chupa de nuevo, el bote que parece que tiene un agujero o algo peor, porque por un momento vi como el bote se hacía más grande y el dulce de leche cada vez más chico... en fin, que aún no sé cómo pero he podido salvar la mitad de La Serenisima -puro milagro- que ahora se repone de la atacada en el frigorífico... miedo me da mirarla, te lo juro...
El caso, es que éste es un pastel de queso y puré de frutas muy rico además de práctico porque funciona fenomenal con esas piezas de fruta que se les ha pasado el punto y rulan por la cocina como veteranos de la guerra de las galaxias buscando un jedi que les libre del lado oscuro... el puntazo está en usar un queso o requesón con un punto ácido -el Topfen tiene ese punto- y si no, mezclar 3/4 parte de queso quark con yogur... si quieres hacer un redoble de tambores, hazlo con queso labne -pones yogur en un lienzo o gasa, lo atas bien por todos los extremos y lo dejas bien ajustado para que vaya perdiendo el suero colgado del fregadero por ejemplo unas 5-6 horas. Listo-. En cuanto a la fruta, la que más prisa corra. Yo he usado caquis y reconozco que aposta porque los compré y los dejé madurar con alevosía para hacer este pastel que, como puedes imaginarte, no es la primera vez que se cuece en casa. Lo novedoso del invento en esta ocasión ha sido que no he terminado de mezclar el puré de la fruta con la crema de queso. Si los Martinis de James Bond son "batidos, no revueltos" esta tarta es justo lo contrario para dejar unas vetas de fruta que le han dado un toque más jugoso y definido...


Ingredientes para la base:
  • 150 gr. harina
  • 100 gr. mantequilla
  • 50 gr. azúcar morena
  • 1 cucharada de miel
  • 1 huevo
  • una pizca de canela y de nuez moscada

Ingredientes para la crema de queso:
  • 400 gr. de queso tipo requesón (opcional: reemplazar un 100gr. por yogur)
  • 150 ml. de  crème fraîse
  • 80 gr. de azúcar
  • 4 huevos
  • un poco de esencia de vainilla
  • la ralladura de un limón
  • 1 cucharada de maicena
  • el puré de 3 caquis con un buen chorro de limón o naranja
Preparación:
Deja a temperatura ambiente la mantequilla hasta que esté blanda y haz una crema batiéndola con el huevo, el azúcar y la miel. Añade el harina y las especias y trabájala hasta lograr una masa compacta y lisa. Enharina ligeramente la encimera o mesa de trabajo y extiende la masa con la ayuda del rodillo. Engrasa un molde de unos 22-24 cm. de diámetro y cúbrelo con la masa: primero la base y después el borde (más o menos de 3 cm.). Pincha con un tenedor la base para que no se formen bolsas de aire y al horno. 10 minutos a 180ºC será suficiente.


Mientras tanto, separa las claras de las yemas y monta a punto de nieve las claras y las reservas. Mezcla el resto de ingredientes todos juntos -menos el puré de frutas- con la ayuda de unas varillas y una vez que la crema esté lisa y sin grumos añade las claras ligándolas suavemente con una cuchara. Añade la crema al molde y ahora le toca al puré: lo vas vertiendo sobre a superficie y con cuidado lo revuelves brevemente. Hornea de nuevo una 1/2 hora más o menos a 180º C, hasta que el centro del pastel esté cuajado y apruebe con éxito la prueba del pinchado...

Para servir, puedes hacer una espuma ligera, usando una nata baja en grasa (yo uso una al 18%) o puedes usar nata normal (suele ser al 33%) y sustituir parte por yogur. Pon una cucharadita de azúcar avainillada. Bates la nata con unas varillas eléctricas hasta que la crema esté medio cuajada... no tiene que espesar demasiado. Acompañar con espuma en lugar de nata montada hace que el pastel quede más ligero y jugoso. El mundo dulce de leche... no tengo nada más que añadir, salvo, tal vez, no lo pude evitar:-)

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