bienenstich y diferencias irreconciliables

Hoy me tienes que perdonar pero no vengo muy parlanchina. Ando floja, de nuevo sin hierro. Bah, dejo los detalles escabrosos que no nos llevan a nada más que hurgar en relatos patológicos de lo más cochinos pero resumiendo, esta es una historia de mala convivencia que ya viene de lejos. Mi útero y yo acabamos de emitir un parte escueto e impersonal que reza "diferencias irreconciliables".  Desde hace un par de años nos llevamos fatal. Hemos intentado convivir en paz, cada uno a lo suyo pero no ha funcionado. Ya no nos aguantamos -así te lo digo- y como suele pasar en estos casos siempre hay algún inocente que se la carga. En mi caso, mi nivel de hierro que entre pelea y pelea, mensualmente ha pagado en metálico nuestros trapos sucios... sí, muy gore la historia, para que mentirte...



Pero no siempre fue así, la verdad. Hubo un tiempo que hasta nos llevamos bien. Yo fui la penúltima de la clase en recibir sus señales. Al principio, me estresaba un poco y hasta me avergonzaba. Salir a la pizarra en aquellos tiempo que aún no existían las extraplanas era una auténtica pesadilla. En una ocasión -ensayábamos una obra de teatro- tuve un desbordamiento. Quién me alertó del chapapote fue un compañero de clase, Antonio Lorente para más señas y, si la vida no le cambió de rumbo, hoy será dentista vocacional y puede que ese ramalazo médico fue lo que le llevó a diagnosticarme el desastre... bueno, que decir, que en ese momento creí que esa se convertiría en la experiencia más horrible de mi vida y que, si la pasta me lo permitía, yo sería a partir de ese momento, carne de psiquiatra...

Y lo que es la vida. Antes de verme cara a cara con un psiquiatra para resolver mi trauma menstrual, ésta se marchó durante 42 semanas, las que duró mi embarazo con tan solo 20 añicos. Ahí comprendí lo importante y listo que era mi útero quién albergó, cuidó y mimó a mi bebote, un varón de casi 4 kilos que se encajó en el canal del parto durante horas. Mi pelvis se quedó completamente loca la pobre... pero tuve a Álvaro, mi primer milagro en la vida y mi batería inagotable de esperanza y amor.



Ésto marcó un antes y un después en nuestra convivencia. Durante más de 20 años nos hemos llevado a las mil maravillas. Él cada mes hacía limpieza de bajos sin darme ni un ruido. Alguna que otra vez un retuerto que otro pero nada del otro jueves. Mira si es majo, que cuando cumplí los 40, a esa edad que todo parece indicar que a las mujeres nos dará un bajonazo de estrógenos de la leche, pues el solito decidió fecundar a mi segundo bebote, una experiencia maravillosa y tremendamente placentera que llegó en ese momento de la vida en que una empieza a estar convencida que se le pasó el arroz... se portó fenomenal! aguantó genial una amniocentesis y una cesárea y mira, cuando podría haberse jubilado con todos los honores y haber llevado una vida de reyes, pues me engaña con un mioma de 6 centímetros que me ha hecho la vida imposible... tanto, que los profesionales del ramo han decidido cortar por lo sano...

Y en esas estoy. Esperando que me digan cómo y cuándo haremos la separación definitiva. Tantos años juntos y ahora todo ha terminado entre nosotros con un volante amarillo para el hospital a la atención del cirujano de turno y, entre garabato y garabato en germano, me ha parecido leer un "se acabó el pastel"...


En fin, que para no estar parlanchina te he contado 30 años de relación extrauterina pero qué te voy a contar que tú ya no sepas. Sabes que no me puedo callar ni debajo de agua y hasta ahora no ha habido flojera que me cierre el pico... o la tecla que para el caso que nos ocupa es lo mismo...

Y yo chaspa que chaspa y tú mirando esta delicia sin saber qué es. Se llama Bienenstich -picadura de abeja- y me picó el antojo apenas abrí el bote de miel que me envió una libélula desde Euskadi. Pero esto ya te suena de aquí, verdad? sí, cuando publiqué los ratones fritos ya te puse los dientes largos con esta crema de abeja pura y sin adulterar, hecha con mucho mimo y buen hacer. Un placer que despertó en mi memoria dos cosas que adoro: los pestiños y este bollo, relleno de crema y cubierto por una capa crujiente de almendras y miel. Y como las sorpresas no vienen solas, andaba yo liada con esta picadura cuando mi querida ventada argentina, publicó su versión de la picadura en una entrada maravillosa donde cuenta con pelos y señales la historia de este brioche relleno. La versión de Erika no lleva miel así que si no eres amante de la resina de abejas te gustará más su receta..


Yo usé la receta de Lunch for one, un blog alemán que me gusta mucho. Reduje algo los ingredientes húmedos porque la primera vez que lo hice la masa me quedo muy floja y tuve hundimiento de almendras caramelizadas. Para el relleno, te dejo dos versiones: la versión con nata te la ofrece Erika en su picadura. La versión alemana es una mezcla de pudding de vainilla y nata. Y mi versión, para hacer un homenaje a Euskadi, la tierra de esta miel, con una mezcla de cuajada y nata... una improvisación de última hora muy acertada. Desde luego, mi cuajada es de el Sr. Royal, porque aquí no hay, pero no me faltan sobres gracias a un par de pajaritos muy majos que me han dejado bien surtida:-) hija, me quedaré sin útero pero ya ves que regalos no me faltan :-D


Ingredientes para la masa:
  • 500 gr. de harina
  • 2 yemas de huevo (yo usé solo una)
  • 1 huevo entero
  • una porción de levadura fresca (viene a ser unos 40-50 gr.)
  • 80 g. de azúcar (yo usé 5 cucharadas)
  • 100 gr. mantequilla (yo usé unos 70 gr.
  • 1/4 l. leche templada (yo usé unos 225ml.)
  • una pizca de sal
  • ralladura de limón a ser posible bio

Ingredientes para el crujiente:
  • 100 gr. de mantequilla
  • 100 gr. de azúcar (use 60gr.)150 gr de almendras fileteadas
  • 2 cucharadas de miel (yo 3 cucharadas super colmadas)
  • 4 cucharadas de leche

Ingredientes para el relleno:
  • 1 l. de leche
  • 2 paquetes de pudding de vainilla
  • 150 gr de azúcar (no usé. La cuajada ya estaba azucarada)
  • 10 láminas de gelatina (no usé. La cuajada ya tiene la textura)
  • 600 ml. de nata (yo usé 400ml.)
  • 4 cucharadas de azúcar avainillada

Preparación para el brioche:
Deshace la levadura en 4-5 cucharadas de leche templada. Añade una cucharada de azúcar y un poco de harina a ojo (que te quede como una papilla). Deja que fermente por lo menos 30 minutos en un lugar templado. Derrite la mantequilla y deja que temple un poco. En un bol grande pon el resto de la harina, de la leche y del azúcar, además del resto de ingredientes para masa. Añade el prefermento y amasa unos 5 minutos hasta que tengas una masa suave y lisa. Deja que fermente hasta que doble su tamaño (no es harina de fuerza así que no subirá tanto como una masa de pan)...

Preparación de la cubierta crujiente:
Mientras está levando la masa, pon la mantequilla a derretir en una sartén. Añade las almendras y dóralas ligeramente. Añade el azúcar, la miel y la leche y mueve constantemente hasta que el caramelo que se forme tome un poco de cuerpo (no tiene que quedar demasiado duro). Deja que se enfríe a temperatura ambiente...


Preparando el brioche para hornear:
Una vez que la masa ha levado, la extiendes en la mesa con ayuda del rodillo y le dejas un espesor de 2 a 2,5 cm. La colocas en un molde grande o en una bandeja con algo de profundidad. Extiende la masa acercándola a los bordes pero sin llegar a tocarlos. Así, cuando vuelva a levar tendrá sitio para expandirse y quedará más plana. Si no lo haces, es posible que el brioche se abombe. Deja de nuevo que repose unos 45 minutos. Calienta el horno a 180º y antes de meter el brioche a hornear, cubre con la cobertura de almendras intentando que quede bien extendida y uniforme. Hornea alrededor de 30 minutos (puede ser algo más)...

Preparando la crema avainillada:
Pon en remojo la gelatina. Disuelve los polvos para el pudding en un poco de leche. En una cacerola pon el resto de la leche hervir junto con el azúcar y llévalo a ebullición. Cuando rompa a hervir, añade la leche con el pudding disuelto removiendo constantemente hasta que vuelva a hervir. Retíralo del fuego, y sin dejar de remover añade la gelatina escurrida y sigue batiendo hasta que la gelatina esté completamente desleida. Deja que temple cubriendo el pudding con film de cocina haciendo que toque la crema para que o forme capa dura. Por otro lado, monta la nata con el azúcar avainillada. Mezcla con el pudding suavemente hasta que tengas una crema uniforme y bien ligada....

Si optas por la crema con cuajada:
Este relleno es mejor que lo prepares con bastante tiempo de antelación ya que tienes que dejar que la cuajada se forme. Si usas cuajada natural, no será necesario, claro. Lo primero, disuelve los polvos para la cuajada en un poco de leche. En una cacerola pon el resto de la leche hervir y llévalo a ebullición. Cuando rompa a hervir, añade la leche con la cuajada ya disuelta removiendo constantemente hasta que vuelva a hervir. Retíralo del fuego y deja que enfríe en la nevara. Por otro lado, monta la nata con el azúcar avainillada. Mezcla con la cuajada ya fría y montada  y bate suavemente hasta que tengas una crema suave....

Montar el Bienenstich:
Corta el brioche por la mitad con un cuchillo. Para evitar que la crema se desborde por lo lados  puedes usar un aro de montaje con forma cuadrada o bien -fue lo que hice- usar el mismo molde en el que horneé el brioche. Coloca la capa inferior, añade la crema y tapa con la otra mitad dejando el crujiente arriba. Deja que repose un par de horas en un lugar fresco -la nevera sería excesivo- para que la crema se asiente. Y listo, a comer.

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