carta desesperada con galletas de maíz y limón

La tierra vive ahora
tranquilizando su interrogatorio,
extendida la piel de su silencio.

Yo vuelvo a ser ahora
el taciturno que llegó de lejos
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra
la voluntad de mis germinaciones.

Jardín de invierno. Poemas del alma, Pablo Neruda
Mi querido Don Invierno,

Vengo a hablarle sin ánimo de importunar y  con el corazón en la mano -digo esto de pura metáfora y solo para que usted me entienda-. Antes de empezar mi desplego, que sepa que le adoro a rabiar y si bien es sabido por todos que no es la suya la estación que más adoro, necesito que me crea cuando le digo que me gusta muchísimo su olor, ese aroma que viaja con el aire fresco y que se cuela hasta en las naricillas más taponadas de mucosidades que, a su contacto -o sería más certero llamarle impacto? ... lo dejo a su parecer si me lo permite- decía, que esas naricillas enmocadas se despejan en una fracción de segundo al contacto de su gélido aliento, permitiendo volver a respirar con plenitud a la que las recién liberadas fosas nasales comienzan a inundarse de flujos acuosos abriéndose camino entre los bigotillos más o menos poblados y, una vez desbordadas, -y digo esto con conocimiento de causa- no hay pañuelito de celulosa que detenga tan generosa... flujación?...sí, lo sé, me lo acabo de inventar pero ahora que me he decido a hablarle no voy a colapsar mi masa gris en busca de una palabra ya antes usada. Le regalo ésta completamente nueva por si le pudiera servir...
Dicho esto y una vez expresadas mis simpatías hacia su estacional estado de cosas, voy al grano. Desde que diera comienzo el pasado periodo de adviento, vivimos en números rojos. Con una de mis manos -soy persona común, por lo tanto tengo manos de cinco dedos- se pueden contar las veces que el termómetro nos regaló unos poquitos de grados positivos y es muy posible que no mienta si afirmo que me sobraría algún dedo. Llevamos, por tanto, tres gélidos meses en menos números, empalmando resfriado con resfriado, angina con angina, equinacea con propóleo, caramelos de miel mano a mano con los de ecualipto... té tras té... y las fuerzas y ganas nos van fallando, señor mío. Así se lo digo. Ya no podemos más y creo que mi voz se podría hacer extensible al resto de parroquianos que por estos lares moramos... sí, de morar y  de estar bien morados, que tenemos la sangre como las barritas de pescado del Sr. Iglo...
Así que he pensado a bien recomendarle que se tome unas pequeñitas vacaciones y permita a este sol que tantas ganas tiene de lucir y que cada día nos regala un poquito más de luz, digo, que si no es molestia, por qué no nos va mandando unos cuantos grados -nada para echar cohetes, eh? 10 ó 12, no más- para ir aclimatando estos cuerpos serranos a los nuevos tiempos que irremediablemente habrán de llegar. Por aquello de que no nos pille la primavera con el disfraz de oso puesto, las botas peludas, las calles llenas de sal, los asfaltos levantados y las montañitas de perpétuas y negras nieves acumuladas por los rincones. En fin, le propongo un poco de glamour primaveral, qué le parece?

Después de todo -si usted lo piensa como calma- verá que no es mucho pedir y lejos de querer echar balones fuera, le recuerdo que la otra mitad del planeta ha estado pasando unos calores del ocho así que imagino que usted necesitará emplearse a fondo cuando le llegue el momento de cambiar de tercio... así las cosas, es por lo que me he decidido a pedirle una pequeña tregua -o un respirito- para afrontar con fuerzas el cambio estacional y de paso usted nos permite a los vivimos tan arriba, poder dar una lavadita a los cristales de casa que tienen pegotes de roña -así de claro se lo expreso- y que mientras el flú limpiador se congele al contacto con el frío exterior pues no hay nada que hacer...
Así mismo le expreso, que yo nunca -nunca- dije ni diré aquello de "váyase, Sr. Frío" porque no se trata de ponerse así. Lo que le reclamo en esta misiva es solo una sugerencia por si no se ha dado cuenta que estamos agotados y necesitados de un poquito de calor, digo! un poquito de menos frío, el suficiente como para guardar el gorro y poder domar estos pelos que, le aseguro, me encuentro en una edad donde ir despeinada ya no pone nada. Al contrario, empieza a darme un aire de locuela que no me conviene en absoluto...

Dejo la decisión en sus manos y a su buen entender. Me he permitido adjuntar a esta carta una caja de galletas de maíz y limón -deliciosas a rabiar- sin ningún tipo de pretensión, se lo aseguro. Tan solo deseo hacerle llegar con ellas mi cariño y mi amistad porque pese a vivir tiempos tan duros y sufridos, sepa que cuenta con toda mi admiración. Siempre suya,
Para más señas, la receta original, aquí.


Ingredientes:
  • 1 taza de harina blanca de trigo
  • 1/4 taza de harina fina de maíz
  • 2 cucharadas de maicena
  • una pizca de sal
  • 125gr. de mantequilla
  • 1 huevo
  • 1/3 taza de azúcar glas
  • unas gotas de  extracto de vainilla
  • ralladura de limón
  • unas gotitas de concentrado de limón
  • azúcar de granulado normal para rebozar
Preparación:
 Lo primero que te recomiendo, es que ralles muy fino la cascara de limón para que el sabor quede bien difuminado e intenso. Yo he hecho una masita con las ralladura de limón y las gotas del concentrado obteniendo una pasta que mezclé con la mantequilla y el resto de ingredientes húmedos (todos menos las 3 harinas). Una vez que están bien mezclados -no me molesté en coger las varillas eléctricas. Lo hice a mano y la mar de bien- añades las harinas y la maicena tamizadas.  Amasa hasta que esté suave y bien formada, haz una bola que envolverás en un paño o plástico de cocina y deja que enfrie en la nevera -si tienes prisa en el congelador-.

Calienta el horno a 180ºC. Haz bolitas no muy grandes - a mí me salieron unas 25- y rebózalas en azúcar normal. Las vas dejando en una placa de horno forrada con papel de hornear -no muy juntas a pesar de que no aumentan mucho de tamaño-. Con un tenedor marca -aplasta- cada bola. Para que quede más perfecto, hazlo en dos tiempos: marcas firmemente por un lado cuidando de mantener la redondez de la galleta y luego por el lado opuesto cuidando de hacer coincidir las marcas del tenedor. Vuelve a echar una pizca más de azúcar encima de las galletas y hornea hasta que estén ligeramente doradas -no cogen mucho color-. Si puedes, deja que enfríen antes de probar...


La versión de Erika..
Domingo 6 de marzo, día soleado y en positivo. Ayer sol y 7ºC!!! maravilloso! al solecito hasta hacia calor. Hoy hasta llegaremos a los 10º... gracias, gracias, gracias!


Y estas son las galletas que ha hecho Erika. Preciosas! Le ha rebajado algo la mantequilla y le puso más harina. En lugar de harina amarilla de maíz, las ha hecho con poleta amarilla, de grano más grueso y la textura quedó fabulosa... perdón, flamboyante! Carmen planteaba en los comentarios la cuestión sobre el tipo de harina: más refinada o gruesa, y creo que con este ejemplo podemos estar seguros que con cualquier harina de maíz saldrán perfectas..

No es la primera vez que compartimos receta o cocinamos lo mismo. Tenemos gustos -a la hora de cocinar y comer- muy parecidos aunque el hecho de vivir cada una en un extremo del planeta hace que añoremos muchos ingredientes "exóticos" para una, cotidianos para la otra... internet es maravilloso, no crees? esto antes hubiera sido imposible a no ser que gastáramos de poderes telepáticos pero me temo, que esto hoy por hoy como que no usamos. Dentro de diez años, vete tú a saber:-)

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