Pastel de almendras y amarenas con un regalo muy especial
Chachán! aquí me tienes, más o menos rehecha de la operación, con un tajo púbico de costa a costa y acordándome de la gloriosa frase de mi ginecólogo diciendo aquello de que "el tamaño no importa". Y mira, esto me tendría que haber hecho sospechar porque ese tipo de afirmaciones, para ser creíbles, tienen que salir de los labios de una mujer. Cuando un hombre recurre a lo del tamaño es porque hay gato encerrado... en mi caso, un útero enorme que no cabía por mi vaginal salida de emergencia así que mis queridos Herren Doktoren idearon un plan de evacuación abdominal que funcionó maravillosamente pero que me ha tenido viendo estrellitas y en alguna que otra ocasión, constelaciones completas.
Pero no te voy a aburrir con mis ains y auchs que, para qué mentir, no han sido para tanto. Porque, qué geniales son las drogas, madre mía! cada vez que un dolorcillo asomaba, ahí tenía a un Herr o Frau Doktor, botellica en mano, dispuesto a enchufarme tan genial chute de paz y felicidad. Sin poder evitarlo, según abrían el grifillo y notaba ese fresquete en las venas, me quedaba sopa como un fideo... y bueno, qué decirte de la pildorita que me dieron un rato antes de bajar al quirófano... Ahhhh, qué recuerdos! bajé feliz como una perdiz, con una sonrisilla que no conseguía dominar, con toda mi musculatura completamente fofa y desparramada por la camilla, con uno de esos camisones de florecitas con el culete al aire, un gorro antilujuria al que se le escapaba la mitad de mi flequillo y unas medias blancas mega-compresoras que nos ponen para evitar embolias... te imaginas el cuadro a lo Picasso? ... tremendo. Y a la que vienen a por mí y me invitan a la fiesta - allí había todo un regimiento de Doktorten la mar de sonrientes y dicharacheros que no pude distinguir bien quiénes eran pero que a mí me saludaban como de toda la vida-, decía que estos sí que saben montar fiestas y salvo por el detalle que nada más medio tumbarme, colocar las piernas en su sacro lugar y lanzar una fugaz mirada al techo, una vocecita me chivó al oído "Gute Nacht" .. y para mí, se termino el jolgorio.
No supe más de mis aventuras, hasta que me empezaron a hablar todos al tiempo, y ojo, que aquí todos hablan en extranjero. Imagina la impresión, cuando intentas enfocar las pupilas en lo-que-sea, abres un ojo con esfuerzo sobrehumano y aún sin saber dónde te has metido, una marabunta humana te acosa a preguntas en idioma guiri ... qué vértigo, lo juro! tuve suerte y logré reponerme y contesté a todas y cada una de las preguntas formuladas con un breve pero significativo "super" expresión que, pronunciada en germano suena a supa... y así estaba yo, con un supa aquí y otro allí mientras esas hormigas gigantes vestidas de clínica ambulante me preguntaban que qué tal me sentía, que si me dolía, alguien me vestía, otro decía que qué bien había salido todo... menudo gallinero! y yo supa que supa ... finalmente, como un pollo desplumado, me llevaron de vuelta a la habitación y pude ver un poco al Günter, con cara de mega aburrido, congestionado del calor hospitalario y embotado de tanto esperar. Pero así de ingrata soy, que según llego apenas pude hablar con él -un par de supa más y me quedé roque el resto del día-. De vez en cuando abría el ojo, vomitaba un poco y volvía a dormir.
En uno de estos despertares intermitentes, pude ver una figura extraña en frente de mi cama. Un ladrillo gigante que me sonreía... ¿efecto narcótico? no, enfoqué un poco más y vi que el ladrillo tenía cara de señora y una sonrisa permanente e inamovible. Era nuestra nueva compañera de cuatro que debía estar flipando en colores. Yo echando el hígado cada dos por tres y la tercera en discordia, Frau Venenoskaja, con una sonda en el cuello, diciendo que no comía porque todo era un asco, que los chutes en vena que no le quitaban el dolor, que no podía dormir, que no podía comer y que no, que no y qué no... chimpón. Y ahí estaba ella, la pobre Frau Ladrillo, que venía desde la provincia de Carincia para que la operara nuestro jefe del servicio de gine, el catedrático y doktor Herr George Ralph -Dr. Ralphi y que quede entre nosotros-. Puedo imaginarme la impresión de la buena mujer y me juego los despojos de mi ex-útero a que a punto estuvo de rajarse ella solita con tal de salir pitando de allí. No se lo reprocho, en absoluto. Porque el Ralphi será mucha eminencia en órganos femeninos pero las petardas de la 249 ... muy pero que muy petardas y para la siguiente receta te lo argumento... porque voy a contar toda la verdad de lo que pasó en esa habitación que fue mucho.. bueno, quizá no tanto pero gracioso un rato... por lo menos ahora, así, a toro pasado...
Ahora lo dejo que tengo una receta que contar y muchos agradecimientos que dar... porque me he desbordado por completo de tanto cariño... "No hace falta tocarnos para sentirnos cerca" ... qué bonito y que cierto porque cuando vi tanta vela, tanto calor y cariño, tanta gente querida haciéndome un regalo tan especial... mira, no sigo que me pongo tierna -más tierna, si se puede-. Y qué decir cuándo vi el regalo en el blog de Erika tres días después del tajo y casi se me derrite el termómetro a la que pasó la enfermera a hacerme el control... me cachis! un momentazo tremendo y feliz!
Erika! eres maravillosa. Hay cosas difíciles de explicar y la amistad no entiende de lógica. Se siente o no, sin más. Qué poco importa que no nos podamos tocar con los dedos cuando nos manoseamos con tanto arte el alma:-) Ver como has movilizado a tantos amigos y a mi familia. Leer tus palabras, tanta dulzura... no digo más, que tu regalo habla por sí mismo y desprende esa luz tan tuya...
Lola, mi Lola! de sorpresa en sorpresa... sabes que desde esas fotos se ve mi casa? mira, aún no me había repuesto del regalo de las velas cuando me encuentro con mis Negras y con mi Cerro Negro.. ains! y que sepas que me lo tomo como una promesa. Para cuando baje, tenemos que hacer juntas una excursión a la Cala de San Pedro. Andando o en barquita, que da igual. Pero ese picnic san pedrero ya está apalabrado:-) mil gracias querida mía!
Rosa, Núria! mi teléfono suena y no siempre llego a tiempo :-) pero vosotras, erre que erre, siempre ahí... os quiero...
Anita! cielo! mil gracias por la sopita. Esa cae, vamos, cae redonda, cuadrada, en plato y hasta en lata. Mil gracias por tu cariño y en cuanto pueda pillar el zug a Viena me voy a tomarme un café con kuchen contigo:-) mil abrazos y cariños guapa mía!
David, Elena, Luisfer, Paqui -y tu señor consorte y mi hermano mayor-, Reyes, Virginia... qué a estas alturas de la vida ya solo me queda repetirme una y otra vez en lo dicho... os requete-quiero...
Alba, Carlos, Caro, Carmen, Nikk, Esther, Eva, Iratxe, Judith, Kako, Laube, Lolah, Ly, Majuluta, Marhya, María José, Ma Robledo, Marga, MariLou, Marimi, Marona, Miriam, Noema, Nuria, Pam, Paula, Paxarina, Pilar, Pikerita, Raquel, Sil, Silvia, Sole, Suny, Toñi, Viena que sois la leche!!!! pero os lo diré uno a uno en cuanto me dé un poco más de tregua la cicatriz. Aunque tarde, os contaré uno a uno con cuanta ilusión me habéis llenado y que, las cosas como son. De momento sigo por la vida sin hierro, pero mecha... tela la de mecha que me habéis regalado:-) mil gracias!
Ea, al pastel! muy rico como siempre. Al estar fuera de temporada usé unas amarenas confitadas aunque estaba delicioso, nada que ver con una fruta fresca, las cosas como son. No te recomiendo que uses frutas congeladas que mojan mucho la masa del relleno. Prueba con una mezcla de frambuesas y moras... para perder la cabeza!
Ingredientes:
Preparación:
Calienta el horno a 200ºC. En un molde cuadrado o rectangular de unos 23cm coloca la plancha de hojaldre encima de un trozo de papel de hornear que ocupe toda la superficie del molde. Pincha la masa con un tenedor para que no coja aire la masa y prehornea unos 15-20 minutos hasta que esté ligeramente dorado el hojaldre. Baja la temperatura del horno a 180ºC.
Mientras tanto, con ayuda de unas varillas eléctricas, haz una crema con la mantequilla y el azúcar. Cuando esté lisa y sin grumos, añade los huevos y a continuación la ralladura, las almendras y el harina. Encima del molde con el hojaldre prehorneado, coloca la fruta bien repartida, cubre con la masa y hornea unos 45 minutos hasta que esté dorada la superficie. Enfría antes de servir y expolvorea con un poco de azúcar glas.
- 1 plancha de masa de hojaldre lista para usar
- 150gr. de mantequilla reblandecida (yo uso 100gr. de mantequilla y 50 de crème fraîse)
- 185gr. de azúcar
- 3 huevos
- ralladura de un limón
- 125gr. de almendras molidas
- 2 cucharadas de harina
- 200gr. de frutos rojos (cerezas, frambuesas, arándanos, moras, etc.)
Preparación:
Calienta el horno a 200ºC. En un molde cuadrado o rectangular de unos 23cm coloca la plancha de hojaldre encima de un trozo de papel de hornear que ocupe toda la superficie del molde. Pincha la masa con un tenedor para que no coja aire la masa y prehornea unos 15-20 minutos hasta que esté ligeramente dorado el hojaldre. Baja la temperatura del horno a 180ºC.
Mientras tanto, con ayuda de unas varillas eléctricas, haz una crema con la mantequilla y el azúcar. Cuando esté lisa y sin grumos, añade los huevos y a continuación la ralladura, las almendras y el harina. Encima del molde con el hojaldre prehorneado, coloca la fruta bien repartida, cubre con la masa y hornea unos 45 minutos hasta que esté dorada la superficie. Enfría antes de servir y expolvorea con un poco de azúcar glas.
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