Pastel de coco y mermelada para desenchufar

Quiero a mis chicos a rabiar, que nadie saque ideas equivocadas, pero cada lunes por la mañana, cuando el papá sale por fin de casa y el peque queda entregado en el Kindergarten... en ese mismo instante en que cruzo la puerta y me dejo caer en la mesa de la cocina... esos segundos, no tienen precio. Ese silencio, que de puro placer parece casi obsceno, no tiene precio. Ese desenchufar la mami-máquina y llenar los pulmones de aire por puro gusto y no por necesidad vital de respirar, no tiene precio...

Cada lunes, llegado este momento, no hay fortuna que compense este estado de mamitis-vegetativo. Ahora que no trabajo disfruto del momentazo en casa pero antes el sublime subidón de relajación doméstica me llegaba en el mismito momento en que cruzaba la puerta de la oficina... bueno, qué placer. Cada lunes, cada mami, nos quitábamos la bata de estar por casa para cruzar como mozas de buen ver el pasillo de la oficina gritando a placer -o casi- un "buenos días" de esos que salen del alma ... o del ombligo que tampoco es como para exagerar. En definitiva, un buenos días que dejaba requeteclaro que aquí estoy yo y solo yo. Sin prole. Sin dónde está esto o lo otro. Sin un "y no hay...?" o un "y dónde está...?"  "a qué se te ha olvidado hacerme, ponerme, coserme, arreglarme, lavarme... ?" "erme" "arme", me, me, me y requetemé...
Pero, cada lunes, entraba por la puerta de la empresa a lo "me llamo Yo, simplemente Yo" argumento más que discutible, desde luego, pero ya me entiendes a lo que voy: no eres ni mami, ni cariño, ni churri... soy Yo y aquí llego como una reina mora y que le den morcillas al polvo de mi casa, a las quejas de mis hijos y al pesa'o de mi consorte que día sí y día casi también, se le va la perola y se olvida que no es uno de los críos. Que es el señor de mi sensualidad, el que tiene que animar a mi trasero a moverse como el de una bailarina en un serrallo y hacer que en mi día -mi largo e interminable día- quede un huequito para el fantaseo emocional. Porque, me cachis, qué difícil es llegar a la noche, después de la currada diaria, después de haber apagado ocho mil fuegos, cansada y despeluchada como un teddy bear en la sala de espera del pediatra... y antes de que te de tiempo a cambiar el chip, tu compañero de aventuras y vecino de tresillo, te sale con eso de lo cansado que está, que no ha parado en todo el día, que cuánto estrés y "por cierto amor, sobró pastel? me traes un poquito que estoy muy cansado?"... me cachis... y para mis adentros pienso "cansado! mírale que listuco. Entre cansancio y cansancio tú como tonta, haciendo pasteles. Y él, comiéndoselos... y esto es lo que llaman compenetración en la pareja?... pues ya te vale, guapa"...

Y con las migas del pastel aún en el sofá, llega el martes, con unas ojeras del ocho producto de que el niño no ha querido dormir y, sobra decirlo, desencantada por completo del efecto oficina porque a tu jefe le ha subido la bilirrubina y desmadra sus malas pulgas entre todo el personal... y solo estamos a martes. El viernes suena a ciencia ficción... y ¿para qué? para que cuando por fin llegue, tu lleves tres días comiéndote las muelas porque el tiempo parece que no pasa y cada vez estas más hasta el gorro de todo y necesitas el fin de semana para .. jajaja, ¿descansar? ... me parto, mira que es ingenua la imaginación....

Pero entre viernes y lunes, entre limpieza de la casa, las compras, cocinar para la semana, los recados, sacar tiempo para jugar con los chicos, sacar tiempo para torturarte diciendo que eres una mala madre, que no te sabes organizar, que eres una floja que no llega a nada... en medio de ese caos, algo pasa que hace que te tomes dos segundos, los mires a todos fugazmente, de una pasada y te preguntes "¿qué haría yo sin ellos?" ... a parte de descansar, por supuesto. Pastel dedicado a todas esas mamis que van por la vida deprisa y corriendo, que viven convencidas que son un puro desastre y que no llegan a nada. Que creen que maleducan a sus hijos porque están cansadas y no les sale "pelear" cada batalla y que cuando toca "hacer turno para el rancho" instintivamente, se colocan al final de la cola porque siempre, siempre, la pandilla primero...


Ingredientes:
  • 180gr. de harina
  • 1 cucharadita de polvos de hornear
  • 150gr. de mantequilla cortada en dados pequeños
  • 60gr. de azúcar molida
  • 1 huevo
  • 150gr. de mermelada

Ingredientes para la capa de coco:
  • 250 gr. de coco rallado
  • 4 cdas. de ron y 1/2 vaso de leche o de zumo para re-hidratar el coco
  • 120gr. de azúcar
  • 3 huevos medianos

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC. 
  2. En un bol, mezcla el harina y los polvos de hornear. Añade el azúcar. Pon la mantequilla cortada en trocitos y mezcla bien. Tendrás una masa que hace efecto de "migas". Añade entonces el huevo y amasa.
  3. En un molde untado ligeramente en mantequilla -a ser posible cuadrado y de unos 23 cm.-  extiendes la masa cubriendo la base por completo. Hornea unos 15 minutos hasta que la superficie se dore ligeramente.
  4. Mientras, haz una masa con el coco rayado que habrás tenido como una media hora mojado en la leche y el ron. Ya no habrá líquido, pero de haberlo, retira el exceso. Mézclalo con el azúcar y el huevo.
  5. Coloca una capa de mermelada sobre la base ya horneada y cubre con la masa de coco. Hornea de nuevo unos 20-30 minutos hasta que la superficie esté dorada.. Deja que se enfríe cubierto con un poco de papel de aluminio para evitar que pierda humedad y se quede seca la capa de coco. Contra más jugoso, más rico.

Diario de abordo:

La recuperación del "tajo al bajo" ha ido más lenta de lo esperado. La cicatriz -está sobre una cesaría anterior- me ha dado más lata de lo esperado y la falta de defensas me ha hecho un par de jugarretas. Así que perdonar que haya estado tan calladica pero no he tenido muchas ganas de enchufar la máquina. El mioma, ha vuelto. Bueno, es otro, no el mismo. Sería un caso para NASA que un alienígena de esta guisa escapara del frasco donde le hicieron lonchitas y volviera soltero y entero a mis entrañas... no, no. Éste es otro espécimen que como aún es pequeño, vamos a esperar unos mesecicos a ver por donde pisa. Para después del verano, ya nos veremos las caras y a ver que cuenta, aunque ya me ha adelantado mi nuevo y estupendo doctor -al enanín_el_tamaño_no_importa le he dado billete y espero no volver a verle el bigote en la vida- que operarlo habrá que hacerlo.. eso sí, nada que ver con la complejidad de ésta. La próxima vez, será coser y cantar...

Así que las aventuras hospitalarías las pospongo a pesar de haberte prometido que vendría con los chismes de mis compañeras de cuarto. Lo dejo, con tu permiso, para la próxima que el destino quiere que las crónicas del bisturí continúen...

En cualquier caso, que sepas que estoy estupendamente. Y como prometí, contestaré a todos y cada uno de los mails pendiente. Me cueste lo que me cueste y aunque me lleve la vida entera:-)

Como siempre, gracias, gracias gracias... os quiero mucho,

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