Bollitos turcos con semillas de amapola (haşhaşlı çörek)

Si la vida me dejara meter mano para poner orden en el mundo, eliminaría las fronteras, montaría un huertico en cada casa, todas las personas cobrarían lo mismo y así que cada cual trabaje en lo que más le guste. Todos seríamos ricos aunque no existirían los millonarios. Los trabajos sin ocupar -esos que nadie quiere- serían como la mili, todos haríamos trabajos sociales rotatorios y asunto zanjado. Habría pozos y fuentes en cada esquinita del mundo, no habría niños sin besos ni abrazos, ni ancianos olvidados, ni una voz que no encontrara oreja... y a los violentos, violadores, malversadores, tiranos, dictadores, asesinos, a toda esta panda, pues a Marte y que se las entiendan con los marcianos... y qué han hecho de malo los marcianos, te estarás preguntando. Pues no sé, pero confío que sean más listos que nosotros y sepan tener controlada a esta gentuza...

En este mi mundo ordenado, no habría mujeres con el rostro quemado por ácido porque rechazaron un pretendiente, ni religiones intolerantes, ni leyes crueles que sentencian a ser violadas a las hijas, hermanas o esposas de los que delincan... no habría sida, ni leprosos. No habría lágrimas amargas, solo saladas o dulces y siempre compartidas. Nunca se secarían solas y sin una caricia. No habría castas ni clases sociales por encima de otras... el que quiera ser marqués que lo sea y el que quiera ser maestro carpintero pues también. Pero todos de igual a igual, sin pleitesía. No habría diamantes de sangre ni petróleo ensangrentado. No habría ni ganadores, ni vencidos, ni nadie hincaría la rodilla en el suelo salvo para hablar de amor... amor! se enseñaría en las escuelas a amar cada día más, a todos, sin un motivo ni un por qué. Solo por amor a uno mismo y a lo que nos rodea... 

Y releo mi mundo soñado y aún mojado en tanta fantasía me parece inalcanzable... necesitaría de la magia, del conjuro diario para hacer que el milagro no se rompiera. Para ello -ventajas de los sueños- existirían unos árboles donde crecerían haşhaşlı çörek  recién hechos al gusto de todos y al comerlos las personas nos desprenderíamos  de la ambición y la codicia. Descubriríamos el placer de compartir y no de poseer... y menos bucólico pero muy importante: el dulce no engordaría ni provocaría caries...

Y ahora, a la realidad. El vivo al bollo, dice el dicho y ya que es imposible realizar mis fantasías por lo menos vamos a comernos estos bollitos que están para irse al hoyo del gustazo. Los encontré hace tiempo en donde Manuela, la mercante di spezie, uno de mis blogs favoritos. Ese aura que desprenden sus fotos, sus recetas... sus comentarios, ese halo de algo para mí es pura inspiración. No ha habido vez que me haya paseado por su cocina y no haya entrado yo a la mía a amasar. Y por algún motivo que no logro distinguir, siempre me quedo soñando en mi mundo mágico. La vez anterior, te transporté a ese mundo a través de mi jardín encantado, el jardín de mamá que ahora Luisfer cuida con tanto mimo. La receta entonces, también era de Manuela y te aconsejo que le eches un vistazo al vídeo que colgué sobre la forma de amasar los m'semen porque estos bollitos se hacen de la misma manera...

Esa miga arrugadita en capas, se logra estirando al máximo la masa, plegándola sobre sí misma y luego la retuerces y la enroscas... ya! que no te enteras de nada, verdad? no me extraña. Intenté hacer fotos del proceso pero fue un desastre ya que tenía la manos pringadísimas -y sola, sin una mano caritativa que le diera al zoom- así que tendrás que ir a la mercante  y mirar las preciosas fotos de Manuela y así verás como se pliega la masa. Mi versión está hecha con una sémola de trigo muy gruesa -la que hay por aquí- que le da un aspecto más rustico pero están francamente deliciosos. Te dejo otro enlace de un blog turco que encontré a la que le seguía la pista a estos bollitos, portakal agaci y con la ayuda del traductor se entiende todo de maravilla así que no te lo pierdas...

Y mi toque, el glaseado. Lo he hecho con dulce de membrillo. El sabor.... uhmmm, a niñez! ya no me acuerdo ni cómo ni por qué pero en mi casa cada otoño había membrillos. El dulce de membrillo lo hacía mi madre aunque a veces también nos lo regalaban. Tampoco sé por qué. Pero estaba delicioso. Los glaseados me gusta hacerlos sustituyendo parte del azúcar por mermelada. Me parecen más bonitos y sabrosos... y me acordé que tenía un frasquito de dulce de membrillo esperando una buena ocasión... Manuela los hizo bañados en miel pero me da en la nariz que le pongas encima lo que le pongas van a estar para dejarse caer al hoyo con tal de no perder el bollo...


Ingredientes:
  • 400 gr. de harina de fuerza 
  • 300 gr. de sémola de trigo
  • 150 ml. de agua tibia 
  • 150 ml. de leche 
  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • 3 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharadita de sal  
  • 1 sobre de levadura de cerveza (yo usé 1 sobre levadura de pan deshidratada)
  • 1 huevo

Para pincelar las capas:
  • una mezcla de mantequilla derretida y aceite. Más o menos usé 30gr. de cada
  • 3/4 de taza de semillas de amapola

Para el glaseado de membrillo:
  • 2 cucharadas de carne de membrillo (o confitura)
  • 2 cucharadas de azúcar glas
  • unas gotas de zumo de limón

Preparación:
La manera de preparar esta masa es igual que la masa del strudel, del baklava o los m'semen. No es dificil de trabajar pero requiere que le dediques su tiempo ya que la masa debe de estar muy elástica.  como he comentado antes, aquí tienes un vídeo explicativo de como amasar este tipo de masas.

En un bol pon todos los ingredientes secos y mézclalos. Después añade los húmedos, amasa hasta que tengas un bolo compacto y manejable. Deja que repose unos 10 minutos para que la masa se quede más blandita. Mójate un poco los nudillos y trabaja la masa hundiendo los nudillos, estrellándola sobre la mesa... lo que sea, pero con rudeza. Cuanto más la castigues más blandita queda. Evitar estampar en puertas y paredes y no usar bates de béisbol que no sirve para nada. Después de la paliza, deja la masa levar entre 1 y 1/2 a 2 horas tapada con un paño húmedo.

Derrite la mantequilla y la mezclas con el aceite. Precalienta el horno a 200ºC. Moja un poco la mesa o encimera de trabajo. divide la masa en 9-10 partes iguales y forma bolitas que taparás con el paño húmedo mientras no trabajes con ellas. Coge la primera bolita y la divides en dos. La vas extendiendo con las manos y/o con la ayuda del rodillo lo más redonda  posible y bien fina (con cuidado que se desgarra con facilidad). Haces lo mismo con la otra parte. Unta ligeramente una de las piezas con la mezcla de aceite y mantequilla. Espolvorea las semillas de amapola a tu gusto y colocas la otra parte encima. Pliegas la masa como si fuera un acordeón - mira las fotos de Manuela que se ve mejor de lo que se explica- y gira la tira sobre sí misma como si quisieras retorcerla. Fija uno de los extremos a la mesa firmemente con un dedo - o dos que esto es cosa de maña- y enrosca. Guarda el otro extremo en el centro del bollito. Lo colocas sobre una placa de horno con papel de hornear y haces la misma operación con el resto de las bolas de masa. Antes de meter en el horno, pincela cada bollo un poco del aceite con mantequilla que te haya sobrado. Hornea hasta que este dorados. deja

Mientras, preparamos el glaseado. Mezcla el membrillo, el azúcar y un poquito de limón hasta que tengas una crema completamente suave -si tienes una trituradora mejor-. Si te ha quedado muy espeso el glaseado, añade unas gotas más de limón pero con mucha mesura para que no quede demasiado líquido. Con los bollitos aún templados, riega un poco del glaseado por encima.


Semanas más tarde:
Por fin he conseguido sémola de grano duro más molida. En esta foto puedes ver la diferencia de las moliendas. No la he conseguido aquí en Austria -seguiré buscando, esta sémola la he comparado en Italia.

Me resulta muy difícil decir como salen más ricos. La masa es mucho más manejable con la sémola más fina. Es mucho más elástica y eso se nota en la estética de los bollitos. La miga queda tierna en ambos casos aunque la sémola gruesa dejó las capas más aireadas. El sabor insuperable. En cualquier caso, estos bollitos quedan mejor usando mezcla con sémola que solo con harina blanca de fuerza...

Por cierto, el glaseado esta vez es más ligero de azúcar. Deja menos capa pero la acidez del limón se hace más presente que unido al gustillo tan maravilloso del membrillo ... uf, no te cuento más!

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