Panecillos de yogur y las cosas del investigador

No sé si alguna vez os lo he dicho pero mi chico es ratón de laboratorio, de bata blanca, gorro -también blanco- zuecos... así es, blancos, pero ¿por qué? ¿Qué más les da a los instrumentos, probetas y demás guarrearías del laboratorio que la vestimenta de los curritos sea blanca, naranja o bermellón? de hecho, cuando me cuenta que llevan una racha en que los ensayos no salen siempre pienso ¿por qué no probaran a teñir las batas de colores? porque cuando menos, ellos trabajarían con más alegría y no tan amorcilla'os con tanto blanco; mira, nunca se lo he dicho pero ahora lo dejo aquí, así, a lo tonto, voy a ponerle a prueba a ver si es verdad que me lee.

Ajá, ¿has visto? yo también ando de experimentos.

Da igual, no es el caso. La cosa es que no siempre va de bata y gorro. Entran y salen constantemente. La oficina la tienen fuera y cada vez que toca ensayo, ea, cambio de ropa y para dentro. Ayer estuve en su empresa y te juro que me quedé loca, pensé: cachis estos pobres, todo el día vístete, desvístete y vuelve a vestirte... pero que a lo tonto, ¿no? mira por donde, le voy a pedir al Günter que haga una estimación de cuantas horas al año necesitan para andar con el quita y pon, ¿ves? otra ventaja de vivir con un ingeniero. Le propones una imbecilidad para calcular y te hacen una aproximación en un periquete sin cuestionarse si la susodicha en cuestión es tonta, retonta o para requetetontearse de la impresión.

En fin, volviendo al blanco, yo creo que son rollos típicos de investigador. Se imponen trabas absurdas para poner a prueba su temple. Por ejemplo, si yo asumiera el puesto de Günter estaría protestando a los 10 minutos: Jolín, ¡qué pertado de bata!. A los 15, partiéndome de la risa:  juas juas, perdona pero es que con ese gorro tienes una nariz de boniato que me despisto de a lo que estoy, perdona, juas juas ¿qué me decías que vamos a descubrir? A los 20, haciéndome preguntas metafísicas:  oye, y ¿tú no te resbalas? y a la primera media hora ya me habrían despedido por petarda porque si algo es capaz de romper la impasibilidad a un científico es una petarda de letras, amante de darle al pico y saliéndose por peteneras cada dos por tres. Porque eso de darle al cante como que no encaja con la ciencia verdadera -la física, según el eslogan de la empresa- y quien quiera experimentar con la infusa pues que le de a la semifusa, es decir, que se dedique al cante jondo.
Lo dicho, que ayer estuvimos en su empresa y no fuimos a cantar sino a comer. Una vez al año nos invitan a las familias a comer pollo asado con ensalada de patata. Rico rico. Después, muchos Kuchen y dulces que, por cierto nunca lo he dicho y ya va siendo hora: pastel en alemán es Kuchen, eso ya lo sabes, pero lo que de fijo no sabes es que se pronuncia kujen. En una ocasión alguien me dijo que había visto un kuch' super rico en mi blog. Me quedé asustada. Por dios Mai, ¿Qué has publicado? perdona que sea tan burra y no cuente estos detallicos antes pero te juro que se me va la bola y suelto mis alemanadas de lo más normal, como si fuera una experta bilingüe. Jajajajaja, me parto. Tendrías que oírme hablar, pues hay quien dice que hablo como Yoda, Ahí lo dejo. 

En resumen, que todo muy rico y todo muy bien. Mucho calor, demasiado calor para estos valles pero todo muy rico. Me pongo sobre la pista de la receta del kuchen de topfen -requesón- que estaba delicioso. El más rico que he comido nunca y eso hay que investigarlo pero habrá que esperar. Y que mejor manera que con estos panecillos que me salieron por casualidad, de puro experimentar. Siempre los hago solo con leche, una receta que cogí del centro libanés en España que por cierto ya no existe. Han debido cambiar la dirección porque el link ya no funciona. El caso es que hago otro pan con yogur que también está muy rico -ya lo traeré- y me dije: niña, cruza los cables y prueba a ver que sale. Pues riquísimos, con yogur están para devorarlos y aquí no hay más rollo que soltar.


Ingredientes:
  • 375gr. de harina de fuerza
  • 1 sobre de levadura seca de panadero
  • una cucharadita rasa de sal
  • 1 cucharada de azúcar moreno
  • 3 cucharadas de aceite
  • 100gr. de yogur natural
  • leche, la que te admita (entre 150ml. más o menos)
  • un poco de leche y nigella (o comino negro) para adornar

Preparación:
  1. En un bol, mezcla la harina con la levadura seca, el azúcar y la sal. Haz un hueco en el centro y añade el yogur, el aceite y un poquito de leche. Lo vas moviendo todo y vas añadiendo leche a medida que la masa va tomando cuerpo. Cuando la masa esté pegajosa pero compacta, la dejas reposar 10 minutos. 
  2. Pasado este tiempo, la pasas a la encimera ligeramente enharinada. Amasa y sin es necesario añade más leche. Si te has pasado, como es lógico ya no eches más leche. Un poquito de harina hasta que la masa coja ese punto pegajoso pero que se desprende sola de la mesa o encimera. Deja que repose de nuevo en el bol tapado o cubierto con un film de cocina hasta que doble su tamaño (1 hora más o menos).

  3. Pasado este tiempo, calienta el horno a 220ºC.  Mientras se calienta, pasa de nuevo la masa a la mesa y haz 10 bolitas iguales. Esparce un poco de harina en cada bola y con el rodillo la aplana. Las colocas en la placa del horno con un papel de hornear encima. Aplasta cada torta con los dedos, le dará un toque mucho más rústico y con un toque algo oriental. 
  4. Pincela con leche y ponle las semillas por encima. Hornea entre 10-15 minutos, depende del horno, hasta que veas que quedan doraritas por encima.

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