Fruta gratinada para comerte mejor
Un reto llama a otro y las acciones solidarias se confabulan para encontrarse, ¿o no? No tengo ni idea si ha sido obra de la casualidad, de una conspiración cósmica o de que en el fondo, en este mundillo del blogueo comilón, terminamos a mordiscos unos con otros. Sea como fuera, gracias a un blog de recetas donde las manzanas se exhiben mordidas, la casualidad quiso -o su fantástica dueña- que dos buenas causas lucieran juntas, una de la mano de otra. Así es como he conocido a Marisa, del blog Thermofan que anda también con una buena acción entre platos.
Ella anda muy enfadada porque nuestros enanos comen fatal. Ha sido profesora -corrección sobre la marcha: MAESTRA, en mayúsculas- muchos años y el poso vocacional no hay quién se lo quite. Ahora, forzada por una asquerosísima enfermedad que se las ha hecho pasar canutas, está alejada de la docencia. Pero claro, quien tuvo, retuvo y máxime ahora, lejos de las aulas, se siente más impotente por las burradas que hacemos. Está que echa chispas y nos ha regañado con razón. A los padres por lo mal que alimentamos a nuestros hijos y a las autoridades por hacer leña con la alimentación de los escolares.
Ella anda muy enfadada porque nuestros enanos comen fatal. Ha sido profesora -corrección sobre la marcha: MAESTRA, en mayúsculas- muchos años y el poso vocacional no hay quién se lo quite. Ahora, forzada por una asquerosísima enfermedad que se las ha hecho pasar canutas, está alejada de la docencia. Pero claro, quien tuvo, retuvo y máxime ahora, lejos de las aulas, se siente más impotente por las burradas que hacemos. Está que echa chispas y nos ha regañado con razón. A los padres por lo mal que alimentamos a nuestros hijos y a las autoridades por hacer leña con la alimentación de los escolares.
Parece ser que a partir de ahora, en algunas comunidades españolas, no habrá servicio de comedor en los colegios y los nenes tendrán que llevarse la tartera de casa. Esto no tendría nada de particular en otros tiempos -en los míos, por ejemplo, que las lentejas me las llevaba al cole de casa- si no fuera porque está demostrado que estamos alimentando fatal a nuestros críos. En España estamos a un paso de tener niños malnutridos y no por falta de recursos sino porque comen más chucherías que alimentos de verdad.
Porque es así, la publicidad nos ha hecho creer que nuestros niños se van a hacer muy grandes, fuertes y guapos comiendo bollicaos y petit suisse. Nos lo creemos todo, así que atiborramos a los críos de chucherías empaquetadas en eslóganes de "sano para tu hijo". A los papis nos es cómodo y cuando alguien sale con un "pero por qué al niño no le das algo más sano?" saltamos como si tuviéramos un resorte en el culete con un "ahhh, es que eso no se lo come"... pero ¿en serio que se lo ofreces?
Con Álvaro, mi mayor, aprendí mucho y desde que vivo en Austria mucho más porque para la alimentación infantil estos austriaquitos están en otra onda que para nuestra mentalidad latina es casi un sistema diabólico. Mi hijo Lucas come fruta desde que tenía tres meses en trozos que chupaba y requetechupaba y que en un par de asaltos su instinto le llevó a masticar con sus tiernas y peladas encías. Doy fe que no se ahogan -como me decían con el mayor- ni que les da un patatus. Nunca hemos hecho una papilla o un puré e incluso, ha papás que mastican ellos la comida y se la dan a los bebés o, como mucho, la machacan con un tenedor. A los nueve meses, el pediatra me dijo que ya podía comer de todo, ¿De todoooo? sí, de todo. Pero de ¿todooooo?... mira que yo iba de moderna pero esto me superó. Pero, donde fueres haz lo que vieres así que desde ese día, mi hijo tiene su sitio en la mesa, el mismo que tiene hoy y el mismo que tendrá el día que se case. Nos sentamos a comer todos juntos. No se adelanta la cena al niño, sino que nosotros hemos adelantado nuestra hora para adaptarla a él. Y, por supuesto, se sirve lo mismo en todos los platos. Claro que muchas cosas no le gustan, pero nunca se le cocina otra cosa. Esto no es mérito mío, no te hagas líos. Alguna vez, que me disponía a prepararle algo a parte para evitar un drama, su padre ha puesto el grito en el cielo. Pero pónselooo. Es que no lo quiere... pónselo, y luego ya veremos. En más de una me he tenido que comer yo solica mis palabras.
Con Álvaro, mi mayor, aprendí mucho y desde que vivo en Austria mucho más porque para la alimentación infantil estos austriaquitos están en otra onda que para nuestra mentalidad latina es casi un sistema diabólico. Mi hijo Lucas come fruta desde que tenía tres meses en trozos que chupaba y requetechupaba y que en un par de asaltos su instinto le llevó a masticar con sus tiernas y peladas encías. Doy fe que no se ahogan -como me decían con el mayor- ni que les da un patatus. Nunca hemos hecho una papilla o un puré e incluso, ha papás que mastican ellos la comida y se la dan a los bebés o, como mucho, la machacan con un tenedor. A los nueve meses, el pediatra me dijo que ya podía comer de todo, ¿De todoooo? sí, de todo. Pero de ¿todooooo?... mira que yo iba de moderna pero esto me superó. Pero, donde fueres haz lo que vieres así que desde ese día, mi hijo tiene su sitio en la mesa, el mismo que tiene hoy y el mismo que tendrá el día que se case. Nos sentamos a comer todos juntos. No se adelanta la cena al niño, sino que nosotros hemos adelantado nuestra hora para adaptarla a él. Y, por supuesto, se sirve lo mismo en todos los platos. Claro que muchas cosas no le gustan, pero nunca se le cocina otra cosa. Esto no es mérito mío, no te hagas líos. Alguna vez, que me disponía a prepararle algo a parte para evitar un drama, su padre ha puesto el grito en el cielo. Pero pónselooo. Es que no lo quiere... pónselo, y luego ya veremos. En más de una me he tenido que comer yo solica mis palabras.
Tenemos que cambiar nuestras costumbres, eso está claro. Las chuches y chocolates nunca a la vista y con cuenta gotas. Y solo hasta mediodía o hasta la merienda, cuando tienen tiempo de quemarlo y así no tendremos niños atacados e hiperactivos que no hay quien los meta en la cama porque se han puesto morados a golosinas dos horas antes de cenar. En cambio, ten frutas por toda la casa, siempre a mano y cuando tenga hambre, cuando te pida la chuche, prueba a ofrecerle una rica y jugosa fruta. Y digo ofrecer, no preguntar. Este es otro error del ocho. ¿Qué quieres, mi rey: un níspero o un pastel chorreante de choco y caramelo relleno de ciento ocho colorantes y conservantes? ¡Qué te apetece hijo de mi vida y de mi corazón? Planteado así, el niño que elija el níspero es que es raro profundo con marcada tendencia al frikismo. ¡Qué no! qué no le hagas pensar a lo tonto. Tú dale, y si se tercia, ya veremos. Y hasta aquí puedo contar que ya me he enrollado mucho. Amenazo con volver al ataque porque me gustaría traer a esta acción un par de ideas para los almuerzos en fiambreras, que de verdad, bien hecho no es tan malo y pueden ser muy divertidas sino echamos a perder el paladar de nuestros pequeñajos:-)
En este reto, Marisa pide que el plato a preparar no contenga mucho azúcar ni grasas saturadas. Debe ser barato al bolsillo, de fácil preparación, nutritivo y atractivo. Pues ¡ahí va!
Ingredientes para 6-7 raciones:
A cerca del xilitol:
Preparación:
- 700gr. de fruta del tiempo
- 3 cucharadas de miel o sirope de arce
- 4 huevos
- 3 cucharadas de xilitol
- ralladura de un limón
- 250 gr. de queso quark (yo uso topfen, típico aquí en Austria)
- un poco de vainilla molida o extracto
A cerca del xilitol:
Lo he descubierto hace unos meses. Se trata del azúcar de la corteza del abedul. Tiene textura y sabor a azúcar y similar a la sacarosa. Lo pueden consumir diabéticos y al ser natural y no necesitar de procesos químicos para su producción es un producto mucho más respetuoso con el medio ambiente. Reduce la caries y la placa bacteriana. Tiene una peculiaridad que lo hace muy especial y es que en el intestino hace reacción con el calcio aumentando la densidad ósea lo que ha hecho que ya se esté usando en terapias contra la osteoporósis, tema que me afecta directamente por la enfermedad que arrastro.El problema es el precio, el kilo sale carísimo. Nosotros nos hemos unido a más gente que hicieron un pedido grande con descuento y aun así me costó 9 € el kilo. Podrás imaginar que lo tengo como oro en paño. Lo usamos un par de veces al día como enjuague (disuelves media cucharadita en la boca unos 4-5 minutos) y en la repostería como reductor del azúcar.
Preparación:
- Corta la fruta en trozcitos, la repartes en la fuente y mezclas la miel o el sirope. Pon a calentar el horno a 200ºC. Separa las claras y móntalas a punto de nieve con ayuda de unas varillas eléctricas (a mano se puede pero es para volverse loco).
- En un bol mezcla las yemas con el xilitol o azúcar, la ralladura y la vainilla. Añade el queso quark y bate hasta que tengas una crema lisa. Añade las claras y las mezclas con movimientos suaves de arriba a abajo, sin batir. No mucho para que las claras no pierdan el aire que es lo que le dará ese toque espumoso.
- Hornea hasta que esté doradita la superficie. Sírvelo templado.
Publicar un comentario