Patatas en ajo pollo almerienses para quitar estreses

Aquí el satélite estresa'o llamando al planeta Tierra... queda alguien al aparato?

Y aunque solo han pasado 11 días desde mi última publicación, tengo la sensación de haber estado años perdida por el espacio.. sigo sin domar mi gmail que pierde aceite por todos sus links y los mails importantes se camuflan entre toneladas de spam, suscripciones, boletines y para hundir más mi flácida moral, mi bandeja de entrada supura un montón de nuevas publicaciones de otros blogs que me pellizcan en lo más profundo de mis masas levadas -y sin levar, para que mentir- recordándome que soy un desastre incapaz de sincronizar obligaciones y deseos porque cuando las tareas impuestas se crecen, me rindo a la primera de cambio y dejo de exigir como mía esa parcela que moral y personalmente solo a mí me incumbe: mi tiempo libre...
Porque aunque todo parece lo mismo, no lo es. Porque hay estrés y estreses. Me explico. El estrés positivo, ese que te mantiene activo todo el día, ese que desde que te levantas hasta que te acuestas busca la manera de mantener cuerpo y mente ocupado en tareas que nos hacen crecer como individuos... ese regusto a cansancio de tanto comerte la vida a puña'os... vivir a tope para que nadie nos quite lo baila'o.. este estrés es bueno. Digo! magnífico! nos mantiene en órbita, activos y sanos. Perooo...

Ainsss Madre! el otro, el otroooo! el chungo! el muy maldito que abre boquetes en los estómagos. El que te tiene en danza todo el día tocando ocho mil palillos sin saborear ni un mal pinchito. El que no deja tiempo para disfrutar de lo que uno hace, el que mina la moral, nos autoconvence de que somos tontos por no llegar, bobos por hacer demasiado y trozos de carne con ojos porque cuando caemos rendidos lo hacemos en un sofá, con el (la) pariente(-ta) al lado sin cruzar palabra y como mucho una miradita de soslayo para caer en la cuenta que a tu costillita de atocinamiento también se le está escapando un hilillo de baba por la comisura de los labios, gesto inequívoco de que uno tiró la toalla y aunque ninguno pronuncia palabra, en el aire se extiende un rumor que parece decir: "y ¿pa'qué? pues pa'ná"...

Contra eso hay que luchar: contra el síndrome pa-qué-pa-ná. Es malísimo y a la larga produce lesiones irreparables. Hay que ponerse en tratamiento a tiempo para dejar de pelar la pava y, en todo caso, cocinarla a fuego lento para después comerla tan ricamente, con una buena guarnición de guisantes salteados a poder ser... hay que poner las pilas en la posición correcta para que el polo positivo y negativo dejen fluir lo que tengan que fluir que no me voy a meter en física cuántica que no es mi cosa. Yo, a lo mío, al guiso...
De nuevo vengo con receta de Yvonne. Esta colaboración, ya ves cuánta cosa rica está dejando:-) La receta tiene tela marinera porque yo llevaba mucho tiempo detrás de traerla la blog. Es una receta llena de recuerdos de infancia que había olvidado por completo hasta que Lolica de Ajoblanco me regaló un libro maravilloso de recetas típicas almerienses. Mis recuerdos de estas patatas, van acompañados con boquerones o sardinicas pero estoy segura que sabrás entender que aquí, tales majares, ni en foto. Las hice acompañar por unos lomitos de bacalao fresco. Muy rico también, y o más importante, hay que apañarse con lo que toca que luego nos estresamos a lo tonto con bobadas:-P a disfrutar!



Ingredientes:
  • 1 kg. de patatas
  • 12-15 almendras peladas
  • 2 ajos (Yvonne le pone alguno más)
  • 1 tomate maduro (opcional)
  • 1 rebanada de pan 
  • unas hebras de azafrán
  • mucho perejil fresco
  • un poco de comino
  • aceite, sal y pimienta
  • 1/2 kilo de pescado, sardinas o boquerones a ser posible (para la versión clásica)
  • un poquito de harina para freír el pescado
  • 1 huevo duro (versión de Yvonne)

Preparación:
  1. Pela las patatas y las cortas en gajos o en rodajas algo gruesas. Las pones a cocer en agua con sal. 
  2. En una sartén con un poquito de aceite de oliva, tuestas un poco el pan y las almendras. Le añades -es totalmente opcional, yo lo hago por pura rutina- un tomate cortado en trocitos pequeños o incluso rallado. Salteas un poco, añades los ajos enteros, el comino, sal y pimienta. Tradicionalmente se prepara toda esta majada (más el azafrán que es mejor añadirlo en crudo) en un mortero pero vamos a ser prácticos y mejor lo trituramos.Cuando las patatas ya están casi hechas, añade la majada sobre las patatas, el perejil picado y rectifica el caldo de sal. 
  3. En una sartén freímos ligeramente el pescado previamente rebozado en harina. El pescado se puede añadir al guiso en crudo pero suele quedarse más seco. Si lo fríes un poco antes, se forma una capa exterior que impide que el pescado pierda jugosidad. El pescado lo añades 3-4 minutos antes de finalizar el guiso, lo apartas del fuego y lo dejas descansar tapado como 10 minutos antes de servir.

Versión con huevo duro:
  • si te gustan los guisos bien espesos, puedes añadirle a la majada una yema de huevo duro. La clara la puedes trocear y añadirla al final al guiso porque como siempre, nada se tira.

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