bizcocho de caquis y mandarinas para vencer a la empanada

Vengo con este bizcocho otoñal -literalmente, porque lo hice hace meses-  el cual decido publicar en un día como hoy, primaveral a rabiar, y metafóricamente camuflado entre montañas y montañas de nieve -exageradamente hablando- que aún se apilan en los rincones y bordillos de la calle como resultado imperturbable de las pesadas, frías e invernales nevadas de estos últimos días... más o menos, para qué dar más detalles... Y es que aquí, la que guisa y se lo come, la que viste y calza o para que nos entendamos, la que pincha y corta el bacalao, esa, osea, yo, estoy como el tiempo. Desbarajustada perdida. No sé muy bien si loca de remate, anárquica y veleta transitoria o simplemente me dejo llevar por la ocasión, que dicen que la pintan parda, ve tú a saber por qué... el caso, es que tengo una empanada mental tan grande como el de las isobaras de esta parte del hemisferio norte...


Mi teoría, es que la equinacea nos está camuflando un pasmazo de mucho cuidado. Estamos como si hubiéramos luchado en Lepanto, agotados pero sin dar ni un sablazo al agua. Algún moquillo que otro -el Lucas más- y algo de malestar sin definir... y como línea argumental principal gastamos una ganas de dormir horrendas. El Günter no para de decir que Ay pobre de él. Debe ser mi empanada que no termino de pillar el concepto. Puede que ni él mismo lo sepa. Lucas otro que tal baila. Ahora me dice que está malito y que tiene que tumbarse -su libro del cuerpo humano dice que para que las defensas luchen mejor hay que descansar- y medio minuto después me pelea a mansalva que nos vayamos a la calle a jugar...


Y mientras yo, qué? pues ni idea, por lo menos definida. Bostezo, se me cierran los ojillos y se me vuelven a abrir. Lucho por no rozar el sofá porque como me acerque a menos de 10 metros me lanzo a lo salto del tigre o algo peor que a veces dudo de mis propios límites. De cualquier modo, ni los bomberos me iban a despegar si dejo desplomar mi esqueleto -y algo más- en tan mullido y confortable mobiliario doméstico... ainsss! Mai! no lo pienses, no lo pienses!


Así que para mantenerme lejos de mis dulces, placenteros y dormilones planes he decidido desenterrar todas esas recetas que un día cociné, fotografié pero nunca me digné a publicar. Por falta de tiempo, no pienses mal, que para esto del voyeurismo culinario no tengo ningún pudor en venir al blog y enseñar con todo lujo de detalles los majares que nos zampamos por estas latitudes y que si bien es cierto que me da mucha pena no poder compartir, aquí mis mozos rinden buena y feliz cuenta de lo que un horno es capaz de cocer, y con un cuajo impresionante! te lo digo yo!



Por lo tanto, ésta de hoy es la primera de una larga serie -más o menos, siempre más o menos-. Esta receta viene a ser la formula magistral para cualquier tipo de bizcocho con fruta. Funciona con todas -manzanas, peras, plátano, calabacín, boniatos, calabaza...- y es además una manera muy jugosa de meterle fibra al cuerpo. Insoluble, la que te proporcional el salvado de la harina integral y de la soluble, el premio gordo que puede recibir nuestro organismo, con ese montón de fruta para ayudar a digerir el azúcar y la grasa que el bizcocho lleva consigo a cuestas... y es que no perdamos tiempo en engañarnos. No hay repostería sana, pero dentro del pecado, pequemos manteniendo nuestras conciencias limpias como una patena y a otra cosa, mariposa!

PD: ¿me estaré haciendo mayor? no saltaba la coletilla de la mariposa desde que era niña:-)



Ingredientes:

  • 125gr. de harina repostera *
  • 150gr. de harina integral de trigo *
  • 1 cucharada de azúcar avainillada o de extracto
  • 1/2 cucharadita de polvos de hornear y una pizca de bicarbonato
  • una pizca de sal
  • 2 huevos
  • 125gr. azúcar morena
  • 60ml. de yogur natural o buttermilch
  • entre 60-70ml.* de aceite de canola o maíz 
  • 2 mandarinas peladas
  • 2-3 caquis
  • un poquito de la corteza de mandarina

  • 125ml. de leche agria (crema agria mezclada con yogur en su defecto)
  • 2-3 cucharadas de azúcar glas (yo con dos tengo pero no somos golosos)


    (*) uso una harina que contiene su cascara y germen natural, el suyo resultante de la molienda. Con este harina uso solo 50-60ml. de aceite pero si usas la mezcla de integral y repostera es posible que necesites hidratar con un poco más de aceite el bizcocho.



Preparación:

Precalienta el horno a 180ºC. Para manchar menos, lo hago en la trituradora pero puedes hacerlo con la batidora. Pelas y cortas las frutas y las trituras. Añade el azúcar y los huevos y haces una crema muy suave. Añades la sal, la ralladura, el yogur o buttermilch, el aceite y la vainilla. Haces una crema. Por otro lado, mezcla las harinas con el bicarbonato y/o los polvos de hornear. Con una espátula, mezcla el harina con la crema hasta que este totalmente lisa y sin grumos. En un molde en forma de corona -o de cake alargado- previamente engrasado, pones la mezcla y horneas hasta que cuando lo pinches con un palillo éste salga sin manchas de masa. Más o menos necesitarás entre 40-50 minutos. Como siempre, esto es cosa de cada horno. Deja que enfríe antes de desmoldar.

Para la salsa, mezcla la leche agría (o una mezcla al 50% de crema agría y yogur. No te recomiendo nata, el sabor no tiene nada que ver) con el azúcar glas. Lo bates con energía ayudándote con unas varillas para que no quede ningún grumo de azúcar. Que cada comensal se sirva a placer...

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