Crujiente de pudding de sémola, vacas, bañeras y demás parientes

Tenía un montón de cosas que contarte. Es lo que tiene ausentarse tanto, que todo se junta y a la hora de la verdad, cuando una se sienta e inicia el aporreamiento de teclado comprende que su memoria de mosquito ha vuelto a jugársela y de los muchos y grandilocuentes temas que mi mente retorcida almacenaba no consigo cazar ni un mal titular al que agarrarme. También es cierto que esto que te cuento no es del todo verdadero ya que hay un pensamiento que me tortura desde hace un rato largo, una pregunta en apariencia inofensiva pero que guarda grandes misterios inexplorados: ¿Qué pensaría una bañera paseando por el Centro Comercial? No te asustes. No perdí la chaveta. Sé que dicho así puede resultar extraño pero si lees el fluir nº2 completo comprenderás que a cada bañera le llega su San Martín y que a lo tonto, todos nos vamos quedando caducos... o cosas peores que a algunas pobres -las bañeras- quién les iba a decir que iban a oxidarse a la intemperie sirviendo de abrevaderos de supuestas vacas que ya no abrevan con la libertad de antaño... ahora viven enclaustradas -las vacas- y enchufadas a una máquina que decide cuando deben hidratarse, comer, hormonarse o inflarse de antibióticos para asegurarse de antemano que el bicho no enfermará.

Yo como vaca no tengo mucha experiencia -salvo en mi más tierna infancia cuando mi hermano Juanpe para chincharme me llamaba vaca Paca- pero me temo que preferiría estar muerta antes que llevar una vida semejante... yo no le deseo el cautiverio a nadie -gente decente, se entiende- y mucho menos a unos animalicos que se les cría para que nosotros vivamos bien alimentados y sanos. No me parece de recibo, así de claro. Y si encima, la opción que se les ofrece es o afinamiento o abrevar en bañeras de agua estancada de lluvia que son verdaderos criaderos de inmundicias... uy, no sé, creo que a las pobres no se las deja mucho margen donde agarrarse.

En cualquier caso, si de vaca tengo poca experiencia, como bañera ninguna por lo tanto mi capacidad empática al supuesto de qué sentiría semejante saneamiento de paseo por un centro comercial es nula. No puedo por más que me esfuerzo. Ahora, siguiendo el hilo vacuno, intento imaginarme a las estupendas y felices vacas de Ruddy -mi lechero- intentando coger las escaleras automáticas en medio de una marabunta humana, o en la cola del super intentando pasar por esos mini pasillos entre caja y caja, intentando teclear el número pin en un cajero o sudando la gota gorda al pretender introducir la tarjeta del parking a la hora de abandonar semejante suplicio. Si fuera vaca, creo que se me cortaría la leche, o como se decía antes a las madres en periodo de lactancia: no te alteres que se te va a retirar la leche... pues eso, y no es para menos.
Ay! lástima de progreso mal pogresa'o. De nuevo, mi mente se estanca en Saramago, en esa caverna llena de cerámicas porque ya nadie quiere barro. En ese centro comercial devorador de artesanos, de talento personal y de individualismos donde la mole lo arrasa todo, Ese centro comercial, decía, que solo piensa en masas y que sin el menor ápice de pudor es capaz de adularte con estupideces a lo "usted es nuestro mejor cliente pero, por favor no se lo diga a su vecino". Un progreso tonto que yo no lo quiero, para qué mentir. Porque creo que este avance-progresador llegó un día y nos convirtió en zotes sin remedio. Pero del mismo modo que todo fluye, el progreso también y yo confío en que el siguiente paso progresista, progresivo o progresanador hará gala de su verdadero significado -o por lo menos el que le asigna la RAE- y nos devolverá la sensatez. Yo, como el final del artículo fluir nº2 alcanzo a leer la palabra esperanza en muchos sitios. En Ruddy por ejemplo. Granjero de mediana edad, buena planta, 9 hijos y por lo que me han contado la familia entera respira el mismo buen rollo que él desprende... granjero que vive a un par de kilómetros de casa, lo suficiente cerca como para que veamos sus vacas, las que nos dan esa leche tan rica y tan fresca, pero prudentemente lejos del mundanal ruido que genera la vida moderna. Vacas felices, granjeros felices y pudding de sémola y leche requetefeliz... se puede, claro que se puede!

Este es un pastel sencillo, hecho con la leche de las vacas de Ruddy, huevos de gallinas felices y sémola del lugar. Un sencillo pudding de sémola que como ya he dejado ver en otras ocasiones me chifla a rabiar. Para darle otra chispa, le cubrí con láminas de pasta philo que tenía en la nevera sobrante de  una pastela moruna que llegó y marchó sin que la cámara tomara testimonio de su existencia.. la vida, así es.



Ingredientes:
  • 3/4 litro de leche fresca y entera, sin que le pongan ni le quiten nada que la vaca no produjo
  • 3 cucharadas de azúcar. Los golosos pueden usar un poco más pero ruego no abusar, que tiene que saber a huevos, leche y sémola. Mucha azúcar lo arruinaría
  • 2 claras y 2 yemas. Sí, exacto, dos huevos pero separados
  • 3 cucharadas de sémola de trigo o polenta que también queda estupendo
  • una corteza de canela y la ralladura de medio limón
  • un poco de vainilla molida. Si usas extracto, mucha mesura por favor
  • una pizca de sal para montar las claras
  • unas rodajas de mango, naranja, mandarinas, albaricoques o melocotones. Evita frutas rojas y no importa si son naturales o enlatadas. Evitar en almíbar, siempre al natural en su propio jugo.
  • unas 7-8 hojas de pasta philo
  • dos cucharadas de mantequilla y dos de aceite para pincelar la masa

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 200ºC.
  2. Con ayuda de unas varillas eléctricas, monta las claras de huevo con un poquito de sal hasta que alcancen el punto de nieve. Lo reservas. En un cazo amplio pon la leche con el azúcar, la vainilla, la canela y la ralladura de limón. Guarda un poquito de leche ( 3-4 cdas.) para mezclar con las yemas más adelante. Una vez que la leche empiece a hervir añade la sémola espolvoreándola sin parar de mezclar. Una vez que haya espesado, lo retiras del fuego. Retira la corteza de canela.
  3. En el mismo cazo pero retirado del fuego, añade poco a poco las yemas de huevo desleídas en un poco de leche fría. Añádelo poco a poco al pudding sin dejar de mover. Si lo añades de una vez sin mover la crema podrían cuajarse en lugar de proporcionar la textura cremosa que se pretende. Una vez bien incorporado y poco a poco, añadimos las claras a punto de nieve. Lo mismo, de un golpe podrían cuajarse y dejar grumos molestos. Hazlo poco a poco pero suavemente para que aireen el pudding dejándolo esponjoso.
  4. Engrasa una fuente o recipiente de horno con la mezcla de mantequilla derretida y aceite. Coloca unas 3 hojas de pasta. Engrasa por encima con ayuda de un pincel y bien extendido. Añade el pudding, coloca las rodajas de fruta y cubre con otra capa de 3 hojas. Vuelve a pincelar y termina con otra capa de pasta philo (2-3 hojas) que de nuevo pincelaras. Guarda con ayuda de una espátula los bordes de masa por dentro del recipiente. Hornea hasta que esté la masa dorada y crujiente. Ideal para comer templado o frío. Templado más crujiente, frío más cuajado. En ambos casos, delicioso. Damos fé.

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