Strudel danés de queso y frambuesas para hablar del deseo

deseo
Del lat. desidium.
1. m. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece.
2. m. Acción y efecto de desear.
3. m. Objeto de deseo.
4. m. Impulso, excitación venérea. arder en deseos de algo
1. loc. verb. Anhelarlo con vehemencia. 
De nuevo la RAE se queda corta con este vocablo. Hoy ni me molesto en citarte lo que dice, para qué. Decepción. Esto es lo que la academia me inspira cada vez que rebusco en ella sus palabras más bonitas. Así que seré yo, una vulgar mamá a tiempo completo, bloguera a ratos, cocinera de diario - y de a diario también- y sobre todo, intelectualmente sospechosa de paletismos varios y mediocres conocimientos culturales... digo, yo, ésta misma que te escribe, se lía la palabra a la cabeza y te va a decir a las claras el significado de deseo.

Se entiende por deseo al movimiento vital de estar vivo de pleno. De estar vivo por dentro y por fuera vaya. Deseo es querer ser mejor, que los demás lo sean también para que tú, mires por donde mires, toques por donde toques el mundo irradie armonía. Es poner la primera piedra para el milagro elemental de intentar ser cada día mejor persona. Rectifico. Ser hu-ma-no -te parafraseo Cristina-. Ojo, no pongas en mi escrito palabras que no tecleo. Intentar, no lograr. Intentar es la meta y lograr un regalo que no siempre se obtiene porque no es la zanahoria que se coloca delante de un burro para que camine. Que se cumpla un sueño es pura lotería. La vida, imagino, no tiene recursos para todos así que para no deslucir los méritos de nadie recure al azar para repartir sus bonanzas.
El deseo no implica exigencia, ni pedestales ni fuegos artificiales. El deseo casi siempre nace anónimo, se expande en susurros y no busca discursos. El que lo grito y lo exige es un tirano. Igual me dan sus motivos o si es victima de algo o carece de todo. Es un tirano que nos quiere imponer sus deseos y el que no trague marcado queda.  Y no todos los tiranos van vestidos de generales de república bananera. Teme a los corderitos de cuento, tan monos y tan pobres ellos porque la vida no les hace justicia. Huye. La desgracia jamás justifica al necio para imponer sus chismes. El deseo bien usado es de listucos y el  manipulado de canallas... quién quiera hacerse un autoexamen que se recite de pe a pa su lista de deseos y podrá saber de qué pié cojea sin margen de error.

Algunos deseos se hacen públicos y otros jamás. Yo deseo públicamente un mundo mejor, sin muertes violentas ni torturas. Un mundo que defienda la infancia donde jamás un niño vuelva a ser vendido por sus padres por 300€ para que unos desalmados lo descuarticen en una mesa de cirujano y sus órganos sean vendidos a padres adinerados que aún se creen que pueden comprar la salud de sus hijos a golpe de talonario y a cualquier precio... yo deseo un mundo donde todos tengan lo que yo tengo: una sencilla y bonita casa. Un jardín con verduras de los de estar por casa que jamás será portada de una revista de jardinería. Un coche viejo que nos lleva y nos trae sin rechistar. Unos críos con sus pancitas llenas y sus afectos cubiertos... con los pantalones con rodilleras -solo el pequeño, el mayor superó esta fase- pero cómodos por dentro y por fuera... yo deseo que todo el mundo tenga lo que yo tengo. Ni más ni menos... pero mientras el planeta decide si quiere o no intentar cumplir este deseo, me adelanto a desear uno más factible: que los que tenemos bajemos el listón, que nos acostumbremos a vivir con menos aunque podamos pagarlo todo porque así los que lo han perdido o los que jamás lo han logrado no se sentirán tan asquerosamente mal... y con toda la razón para qué mentir.
Sé que este discurso no es nuevo. Me estoy repitiendo. Pero este es otro deseo que me esfuerzo en cumplir: no cansarme de repetir lo que estimo justo.

Tampoco me cansaré de preparar estos strudeln (esa n corresponde al plural de strudel, no dejes que te líe). Ya te conté hace tiempo que algunos strudeln sustituyen su masa por la de hojaldre -sobre todo los que queso que con la tradicional suelen romperse-. Rizar el rizo es usar la masa danesa que es un sucedáneo de hojaldre con menos mantequilla y menos trabajada pero con un resultado espectacular.  Lo preparo con distintos rellenos, incluso solo con mermelada y siempre triunfa. Cae rápido y uno aún no se ha quitado el regustillo en los labios cuando ya desea a rabiar un trozo más... y este deseo es de los que siempre se cumple.


Ingredientes (para dos piezas de 6 raciones cada una)
  • 325gr. de harina repostera (yo uso la mágica, ya sabes, con su cáscara y su germen íntegro)
  • 50gr. de azúcar 
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 200gr. de mantequilla
  • 60ml. de agua templada
  • 120ml. de leche entera del tiempo
  • 1 sobre de levadura panadera seca
  • 1 huevo
  • crema de queso (ver aquí)  de sémola (ver aquí) o simplemente pudding de vainilla. Eso sí, en cantidades mucho más reducidas que solo necesitas una fina capa.
  • Un buen puñado de frambuesas (unos 150gr.)
  • Una yema de huevo mezclada con 2 cucharadas de leche para pincelar

Opcional: cubrir con glasé de limón. Mezcla 3 cdas. de azúcar glas con unas gotas de concentrado de limón. Ve añadiendo poco a poco el limón para no excederte. Tiene que quedar espeso como para que cuando le pasas la cucharilla por el fondo del cuenco se quede la huella claramente marcada pero claro, que se pueda verter en un hilo y no en pegotes.

Nota: esta es una masa que tiene que quedar muy pegajosa. De hecho, la primera vez que se forma ni se amasa y se guarda directamente en la nevera. Aún así, a mi me quedó muy desarticulada. Una cosa es pegajosa y otra grumosa (mira la imagen de abajo). Para estas cantidades tuve que añadir un poco más de harina, lo justo para poderla reunir y muy pegajosa aún la envolví en film de plástico.

Preparación:
  1. En una jarrita disuelve la levadura en el agua y la leche. reserva. Mezcla con ayuda de unas varillas eléctricas o un procesador de cocina el harina con el azúcar, la sal y la mantequilla cortada en trozos. Si no tienes aparato mecánico pues método tradicional: con las manos. El plan es hacer unas migas lo más finas posibles. A mi me gusta amasar en la encimera pero si lo prefieres puedes pasa la mezcla a un bol grande. Pones las migas sobre la mesa, haces un agujero en el centro, añades el huevo y la mezcla líquida con la levadura poco a poco...
  2. Vas reuniendo la masa -ya sabes, es muy muy pegajosa- y si es necesario enharinas un poco más. La envuelves en film de plástico y dejas que repose en la nevera como mínimo 1 hora. si tienes tiempo, un poco más mejor. Puedes incluso dejarla la noche entera si te viene mejor. Pasado el reposo, se va a dejar trabajar un poco mejor pero aún así espolvorea sobre la mesa un poco de harina. La extiendes un poco con ayuda del rodillo en forma de cuadrado y la pliegas como si fuera una carta clásica, en tres pliegues. Haz lo mismo en la otra dirección, a lo largo. La masa seguirá bastante pringosa pero ya se dejará trabajar. La vuelves a envolver y otra vez a la nevera. De nuevo dejas que repose 1 hora.
  3. Pasado ese tiempo, repite la operación. Esta vez sin enharinar para evitar que la masa se ponga dura. Para trabajarla mejor, cubre la masa con el film de plástico y así el rodillo no se pegará. Esta vez, la masa reposó 30 minutos. En esta ocasión, repetí la operación una vez más pero no he notado mucha diferencia.
  4. Sacas la masa de la nevera y la divides en dos partes iguales. Deja que reposen un poco a temperatura ambiente para que se dejen estirar mejor (unos 15 minutos). Precalienta el horno a 200ºC.  Mientras prepara el relleno que desees. Yo adoro el relleno de queso pero allá cada cual. Extiende una de las masas en forma  rectangular. Cuida que no sea más larga que tu bandeja del horno. Mentalmente divide la masa en tres. Si tu mente no alcanza, recurre a una regla. en la porción central cubres una fina cada de crema y pones encima las frambuesas. En las porciones laterales, cortas tiras con una distancia de unos 2,5 cm. intenta que queden lo más paralelas posibles. 
  5. El plegado es fácil de hacer y más complicado de contar. Pero coges la primera tira y la llevas a la segunda del otro lado. La primera del otro lado, a la segunda y así sucesivamente. Siempre una tira por delante del lado contrario (mira en la foto).
  6. La pasas a la bandeja del horno, la pincelas con una mezcla de yema de huevo y leche y la horneas a 200º hasta que empiece a dorarse. Baja el horno a 160º hasta que coja su color dorado definitivo. Deja que temple antes de cubrir con el glasé. si va relleno de crema, es bueno que repose un par de horas mínimo para que la masa por dentro se asiente bien.  

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