Panecitos de leche divinos y un trio Calaveras con muy mala leche

Aquí me tienes, escribiendo esta entrada y aún sin poner las manos en la masa.  Hoy palabras y levados van a desarrollarse al mismo tiempo. Por una vez, escribiré con calma para plasmar con algo de coherencia tanto sentimiento torcido descendiente directo del atentado contra Charlie Hedbo. Antes de comenzar a mezclar agua y harina, siento que debo una vez más, exponer de qué pie cojeo. Seguro que ya lo sabes pero me ilusiona pensar que en cada entrada, ojos nuevos charlarán conmigo. Soy deslenguada por naturaleza y propensa a decir lo que siento. Sé que no es una virtud esto de ir sin filtros por la vida, pero así me salen las cosas. En frío o en caliente, soy animal con necesidad verbal y este blog es el testigo perfecto para mis reflexiones, amores e improperios porque de todo hay.

Pertenezco a ese reducto social que se postula por un estado laico universal como única manera de terminar con tanta guerra santa y demás demonios retrógrados que nos anclan socialmente a la Edad Media. Si lo piensas un momento, sin religiones no hubieran existido herejes, infieles, endemoniados, brujas y demás monstruosidades humanas nacidas de la mente retorcida del fanatismo religioso, mezcla absurda de locura e ignorancia que nos ha hecho la kuski por los siglos de los siglos... y de amén, un comino. 

Y en este punto, muchos apostillan eso de "noooo, la religión no ese eso, dios es amor y paz y esperanza..." evidentemente, no. Por desgracia, así no va. Claro que ese es el deseo de la gente de bien. No importa si practican o no una religión, todos con buen fondo soñamos con ese mundo utópico, casi idílico, donde convivir en armonía. La realidad y la historia de la humanidad hablan de otra cosa.

Desde que el hombre se bajó del árbol y tuvo un ápice de conocimiento lo empleó en organizar a sus parroquianos. A ver, necesitamos un alfa. ¿A quién ponemos? ¿al más fuerte? casi que no. Ese que sea jefe. El alfa seré yo -pienso, luego mando- pero como soy pequeñajo y flacucho me las van a dar por todos lados... ¿qué hacer?... pues eso, a rezar y hacer lo que yo digo que sino viene el coco, perdón, dios y te la cargarás. Y ¡Ay con mi señora! mecachis, ésta es capaz de dejarme en evidencia delante de estos señores. Ea, pues sea que es deseo divino que las mujeres callen y caminen a nuestra sombra y la que rechiste la apedreamos por contradecir el deseo divino -el mío- y santas pascuas. Cada uno en su casa y yo, perdón dios, en la de todos. Cachis, que me lío. Casi que lo dejo escrito y me dejo de deslices incómodos. Sea. Y así, con santas escrituras y libros santos, hasta hoy.

Y ahora me voy a mezclar los ingredientes...
Listo. La masa está descansando en la ventana, al sol, la mejor manera de que el levado pierda la pereza en invierno. Veo que me quedé en la historia de la humanidad. Algo resumida y escueta pero directa al grano para que nos entendamos con poca prosa. El caso, es que mira tú si tuvo éxito la idea del renacuajo del clan cavernario, que hoy en día, tradición, cultura y religión siguen enredadas sin remedio. Como todos los revoltijos que se precien de serlo, sirven para tirar del hilo a gusto del consumidor. Este fenómeno manipulador de realidades hace que cada cual use la religión a su antojo y es lo que provocó que la idea del enclenque flacucho se dividiera -dios mediante y con un tal Abraham en el ajo- en tres religiones que a su vez se fraccionaron en multitud de variantes.

Y en éstas estamos hoy. Tres religiones que adoran a un dios cavernario, cruel y dictatorial. Imagino que muy apuesto para la moda primitiva pero desde luego muy casposo para el gusto actual. Tanto, que a día de hoy cuesta mucho mantener su club de fans y como los asesores de imagen salen por un ojo de la cara, mejor vendemos a nuestros parroquianos viajes al paraíso con todos los gastos pagados y paseo por la calle de la fama de la mano de dios. Y a todo el que te haya humillado, rechazado o ignorado, dios le quemará en el infierno a una palabra tuya y perdonará a aquellos que tú le indiques; es decir, viaje al paraíso y puesto ejecutivo en la directiva divina e influencia absoluta sobre la voluntad de dios. Y no te empeñes en levantar el dedo y señalar a uno de los tres porque este trío Calaveras canta en las mismas cantinas, las mismas letras de canción pero con distintas melodías.

Cuando leí las primeras noticias sobre el atentado en la redacción de Charlie Hebdo sentí una rabia brutal. Al mal cuerpo de la matanza, lo primero que pude ver y leer en internet fue el vídeo de la ejecución del policía, vídeos de grupos radicales celebrando la matanza y otros clamando venganza. Las primeras declaraciones del Imán de París fueron confusas "No está demostrada la conexión con grupos islámicos...". ¡Una rabia horrible! Sin apenas darme cuenta, fui de rebote en rebote, de cabreo en cabreo leyendo a necios y estúpidos, señalando y juzgando y otros, señalando y justificando.

Gü me recordó que cuando me exalto, mis principios no se ven claros. Un militante sin afiliación no es usual así que la gente me etiqueta con lo que mejor les viene. Unos de atea, otros de antimusulmana y otros de antisemita sin olvidarme del grupillo que a la que puede lanza eso de "vosotros los pacifistas". ¡Madre mía! con lo pendenciera que soy. Creo que sin darme cuenta, defendí valores muy nobles ante bobos con un interés descomunal en sacar de contexto la realidad al tiempo que hacían leña malsana con todo lo que desde entonces fue aconteciendo.

Y yo participé en su conjura. Sin darme cuenta, me estaba volviendo como ellos, zote a rabiar. Así que, aprendida la lección, decidí poner distancia a estas cadenas de reacciones y debates insulsos e insanos. Al fin y al cabo, si predico poner distancia pues ¡Maite, caramba! practica con el ejemplo.

Hoy, visto con algo de distancia y después de habernos zampado los panecillos -sí, ayer no me dio tiempo a estar en misa y repicando. Ya te dije que me tomaba mi tiempo en escribir esta entrada y prueba es que he necesitado de dos días para publicar- decía, después de todo lo acontecido, lo dicho y repetido, me quedo con la imagen del domingo en París, la de la gente de a pie, no la de políticos y dignatarios. Me quedo con esa emoción al ver a tanto vecino junto. El domingo París se llamaba pueblo unido. Libertades por encima de todo. Los dogmas de fe y sus prohibiciones para los que profesan. Los que no, no están obligados a cumplirlas. Si un musulmán no puede comer cerdo o no puede dibujar a su profeta es su tema. Yo desde luego no estoy obligada a ello. Y tal y como horas después declaró el imán de mezquita de París "A los islamistas claro que no nos gusta que se haga sátira con Mahoma y hemos protestado y seguiremos haciéndolo. Pero no se mata por ello". No es textual pero es lo que vino a decir. En cualquier caso: Libertad, más claro el agua.
Y, apurando las migas, por encima de París me quedo con la imagen de anteayer en Berlín. Una vigilia unida y compacta. Distancia con unos y manos unidas todos. Las tres monoteístas unidas como jamás he visto antes. Los máximos representantes de cada religión, hablando de convivencia, de unidad y distancia a los extremistas; de ambos lados, que Alemania sigue arrastrando un lado muy oscuro que tras la unificación se fortaleció para sorpresa de todos. El gobierno, la oposición y los medios de comunicación están haciendo un trabajo impecable a favor de la convivencia y la unidad y Berlín respiró mucha emoción y esperanza. Anteayer, por primera vez en mi vida, vi cómo la gente de estar por casa plantaba cara al pequeñajo flacucho del clan. Todos juntos. Futuro y esperanza. Ojalá el mundo siga su ejemplo porque este acto es el único que puede detener el odio y el caos.

Al pan.


Ingredientes:
  • 500 gr. de harina de fuerza
  • Levadura de pan seca o fresca para 1/2 kilo de harina (la que te indique la etiqueta)
  • 1 cda. de jarabe de malta (cebada malteada) o miel en su defecto
  • 1 taza (la medida americana) de leche templada más 1/4 de taza más o menos de agua templada
  • 1 huevo
  • 2 cucharadas de  azúcar moreno
  • 1 cdita. de sal
  • 3 cucharadas de aceite (el que más te guste aunque yo jamás pongo de oliva)
  • Para pincelar, una mezcla de 1 cucharada de buttermilch o yogur con dos de leche. Duplica la cantidad si es preciso manteniendo esta proporción

Preparación:

  1. Si haces esta masa con levadura seca da un poco igual pero si es seca te recomiendo que hagas un prefermento para que se elimine por completo el sabor a levadura. En cualquier caso, hacer un prefermento es recomendable ya que mejora consistencia y sabor. En un vaso o tarro amplio, pon 3 cucharadas de la harina que vas a usar, el jarabe de malta o miel y un 1/4 de taza de agua templada. Deja que arranque el prefermento mínimo 1/2 hora.Si haces el amasado a máquina sin misterios. Un amasado largo de entre 7-10 minutos dependiendo de la amasadora. Que leve una hora mínimo. 
  2. Si es a mano, sigue estas indicaciones: en un bol grande, pon la leche templada, el azúcar  y añades más de la mitad de la harina. Con ayuda de una cuchara de madera remueve hasta que no tengas grumos. Deja que repose unos 20 minutos. 
  3. Añade el huevo y el aceite. Puedes añadir en este paso la sal. Yo cada vez opto por añadirla más adelante pero son manías mías. Remueves de nuevo con todo el brío que el brazo te deje. Cuando el brazo se canse, la dejas descansar otros 20 minutos.Con estos descansos, logramos que el gluten se desarrolle y que la harina absorba bien los líquidos. Estos panes necesitan de una masa muy húmeda y debemos evitar endurecerla demasiado. Hasta el mismo momento de formar los panes, la masa va a estar muy pegajosa.
  4.  Ahora, engrasas con aceite la encimera y tus manos y pasas la masa del bol a la mesa. Ayúdate con una espátula (ni idea de cómo se llaman esos bichos) para que puedas empezar a amasar sin perder los nervios (se pega hasta en el alma). Y a la que la meneas, vas añadiendo el resto de harina. Yo es aquí donde añado la sal mezclada con el harina que me resta pero como dije antes, cosas mías. Cuando este lisa y ya no te quede harina que echar, pasas de nuevo la masa a un bol que esté engrasado. Tapa el recipiente si puedes y sino con film de cocina de plástico. En una hora la masa va a estar duplicada casi con total seguridad pero si dudas, la dejas un poco más. 
  5. Una vez levada, pasas de nuevo la masa a encimera. La divides en porciones iguales (de unos 75gr. cada uno) y formas bolitas. Deja que descansen 10 minutos cubiertos con film de cocina de plástico (enharina el film para que no se pegue). 
  6. Coges una bolita enharinas levemente, y con el rodillo formas una tortita. La vas enrollando presionando bien a la que haces el canutito (mira la imagen de abajo). Cuando terminas sellas bien el pliegue pellizcando la masa (mira la foto de nuevo). Cuando está, rulas el panecito sobre la encimera hasta que tiene unos 18cm de largo aproximadamente. Los depositas en una bandeja de horno sobre papel de hornear dejando bien de espacio entre pan y pan. A mí me salen entre 12-13 panecillos que horneo en dos bandejas. 
  7. Dejas de nuevo que los panecitos leven una media hora antes de hornear. 
  8. Pincela con la mezcla de leche y yogur unos 10 antes de terminar el levado. 
  9. Yo los horneo a 190ºC sin aire. La idea es que queden levemente dorados pero sin que pierdan el aspecto blanquecino y delicado.
Este mismo pan con forma redonda y con semillas de sésamo por encima es el pan de hamburguesas perfecto.

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