Albóndigas en salsa de champiñones con pasta

prejuicio 
Del lat. praeiudicium 'juicio previo', 'decisión prematura'.

1. m. Acción y efecto de prejuzgar.
2. m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.

He dudado mucho si la definición de este post debía ser miedo o prejuicio porque parece que el uno no existe sin el otro. EL miedo se incuba y carcome por dentro y el prejuicio es el vómito del primero maquillado de discurso más o menos creíble. Los prejuicios nos nacen pero también los heredamos porque somos animales sociales y aprendemos de nuestra manada. Es por esto que se arraigan tanto y son tan difíciles de combatir porque se visten de argumentos facilones que nos permiten atajar los miedos. 

Pero claro, es un camino impulsado por la intuición, no por la racionalizad que necesita de conocimiento para poder alumbrarnos. Y es que, si lo piensas un poco, los prejuicios propios y ajenos, nacen del desconocimiento: a la muerte, a un extraño, a alguien diferente... y es que el ser humano, por lo que sea, está mentalmente acelerado a nivel evolutivo pero nuestro código genético no puede seguirle el ritmo.
He leído que cuando nos bajamos del árbol, nos movíamos en pequeñas manadas que fueron creciendo poco a poco en función de las necesidades: cazar, recolectar, defenderse, guerrear, atacar y el resto ya lo sabes. El caso es que parece que nuestro consciente aún no está preparado para asimilar hasta donde hemos llegado como sociedad y aunque parezca mentira, nos desenvolvemos mal en comunidades mayores de 150 individuos -lo dijo el Profesor Dunbar y desde entonces se conoce ésto como el número Dunbar- y por eso las sociedades actuales son tan agresivas porque nuestro cerebro no gestiona bien tanta densidad de almas y a efectos psicoemocionales, nos sentimos indefensos, amenazados: experimentamos prejuicios porque en el fondo estamos aterrorizados de los desconocidos. 

Y con razón, ya que hay colectivos que piensan que más de la mitad de la humanidad sobra: los de otras razas, otras religiones, otros idiomas, otros sexos, gays, heteros, pobres, ricos, pro o anti cebollistas en la tortilla de patata y un largo etcétera que abruma solo de pensarlo. Todos ellos, sufren del mismo mal; de prejuicios que alimentan incansablemente con bazofia hasta que sus afines desenchufan el cerebro y sienten de forma más o menos inconsciente, que si "esos" desaparecieran, ellos vivirían mejor, sin miedos y en paz. Y de aquí a una fosa común hay dos pasos.

“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.” Albert Einstein.
“Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.” Leonardo Da Vinci.
“En Long Beach todo depende de que pinta tengas, si eres latino o asiático o negro pueden acribillarte en cuanto sales a la calle.” Película Diarios de la calle.


Ingredientes para 4 personas:
Para las albóndigas:
  • 350gr. de carne picada
  • sal y pimienta
  • 1 rebanada de pan mojada en leche
  • 1 cda. de cebolla frita
  • 1 huevo
  • 1 chorro de salda Worcestershire
  • Un poco de mostaza
  • harina para rebozar y aceite para freír las albóndigas
Para la salsa:
  • 350gr. de champiñones
  • 1/2 cebolla
  • 1-2 dientes de ajo
  • caldo concentrado de carne
  • algo de agua (puede ser de cocer la pasta)
  • 1/2 vaso de vino
  • 1 chorro de salda Worcestershire
  • 250ml. de nata líquida
  • algo de aceite (de freír las albóndigas) para saltear los champis
  • Queso cheddar rallado (o manchego, goudda...)
  • Pasta a tu gusto cocida en abundante agua con sal

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes de las albóndigas en un bol y los mezclas bien. Haz bolitas del mismo tamaño y las enharinas. Fríe en aceite.
  2. En una sartén con un poquito del aceite de las albóndigas, sofríe el ajo y la cebolla picada y saltea los champiñones.
  3. Añade el concentrado de carne, la salsa worcester, la mostaza y el vino. Lo rehogas un poco y añades la nata líquida y un poquito de agua (puede ser del cocer la pasta) para que cunda más la salsa y un poco más suave.
  4. Finalmente, añades el queso y esperas a que se derrita. Si ves que la salsa queda muy espesa, le añades un poco más de nata. Si, por el contrario, queda algo líquida, puedes ponerle un poquito de queso fresco tipo Philadephia.
  5. Paralelamente, cuece la pasta que más te guste. Emplata la pasta colada con la salsa y las albóndigas por encima.

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