Bauernkrapfen, el papá del donut

Ethan, un simpático pequeñajo australiano de tres años, se quedó atrapado en una máquina de peluches de Hello Kitty en un centro comercial. El vídeo de su rescate me pareció de lo más entrañable: daba saltitos sobre los muñecos requete contento y antes de romper el policía el cristal, cuando le indicaban que se fuera a esquina contraría -cosa que no terminaba de pillar- fue el papá quien le dio los comandos claves: "Ethan, vete a la esquina donde está mamá y tápate los ojos". Y todo obediente cumplió con su misión y el cautivo fue liberado sin problema alguno.

En ese momento pensé: qué bonito sería un mundo donde la policía solo debiera intervenir para rescatar niños aventureros en escaparates de jugueterías, gatos en los tejados o impedir que un conejo glotón se zampe las lechugas de un huerto. En fin, esas fantasías tan naif me duran poco. A la que leía los comentarios, como siempre, había los que criticaban a los padres por no estar atentos y los que reconocían que no hay nada más fácil que un peque te la lie parda en tres segundos. 

Yo soy del equipo B porque mi hijo mayor necesitaba segundo y medio para meterse en líos. Delante de mí o de cualquiera porque era más rápido que Speedy Gonzales -o eso decía mi padre-. Hay críos que son así, inquietos y rebeldes; una rebeldía -por cierto- sana y feliz que la gente del equipo A, además de criticar a los padres, también suelen ensañarse con los chiquillos acusándoles de ser "malos" "latosos" o "maleducados". 
Y lo mismo, si los criticones se hubieran fijado un poquito más, habrían visto a un matrimonio joven con 3 ó 4 chicos, uno de ellos un recién nacido en brazos de la mamá, haciendo la compra con ellos porque saben que es más seguro llevarlos consigo que dejarlos solos en casa. También me llamó la atención que ningún amante del critiqueo planteara queja alguna sobre la necesidad de que estas maquinitas que viven del negocio de cazar a los críos, no sean más seguras  y fiables ante aventureros como Ethan. 

Es cierto que hay niños maleducados por el mundo pero no es la norma. También es cierto que hay padres muy pasotas, más de los que debería haber, pero es injusto cuando de forma instintiva lo primero que se nos ocurre es criticar sin tener ni idea del contexto o de la situación. 

Mira, recuerdo en una terraza en Almería, un verano cuando Lucas aún no había cumplido los dos años, a la que seguía a un pajarillo -o cualquier musaraña- se cayó al suelo y se raspó la rodillita. Había una mesa con 4 amigas entradas en la cuarentena -no eran crías con falta de mundo- y una empezó a relatar, en voz alta para que a nadie se nos pasara desapercibido, el terrible error que yo estaba cometiendo: "¿veis? ya va la mamá a sobreprotegerlo y así no maduran nunca". 

Como explicar a una señora que ni siquiera esperó a ver el final de mi actuación, que lo que está mamá hizo fue atender a su hijo -porque si yo me caigo, también espero que me atiendan- preguntarle si se había hecho daño, mirar su rodilla y ofrecerle un poquito de agua fresca para calmar el picor. Mi hijo lo aceptó y siguió en su afán de buscar pajaritos y bichillos tan feliz. Cómo explicar que atender no es sobreproteger, que el mimo y el cariño no es malcriar y que el proceso de maduración de un niño depende de muchos factores -como la disciplina y las rutinas- pero que nada tienen que ver con las demostraciones de amor y ternura.  
Estos Bauernkrapfen (los krapfen de granjeros) son los papás del donut. Para evitar que la masa se quedara cruda en medio, se les estiraba bien por el centro antes de freírlos. Se aprovechaba el agujerito para ponerles mermeladas o no, que hay quién los prefiere a palo seco. 

Con las grandes migraciones de centroeuropeos a Estados Unidos, se llevaron la receta y llegó un momento en el que a alguien se le ocurrió simplificar el bollo haciendo el agujero y así dejarse de gaitas. A mí personalmente me gustan tooodos pero los clásicos, con mermelada casera del sabor que sea - o de lo que me quede en la despensa- me chiflan y reconozco que sería capaz de zamparme uno tras otro hasta reventar así que es mejor no hacer tandas muy grandes para evitar la glotonería.


Ingredientes:
  • 300gr. de harina repostera
  • 60gr. de azúcar
  • 1 sobre de levadura seca para pan
  • 40gr. de mantequilla derretida
  • 1 huevo (originalmente, son yemas)
  •  1 una pizca de sal
  • ralladura de limón
  • Un taponcito de ron
  • Vainilla
  • 150ml. de leche templada
  • Aceite para freír
  • azúcar glas y mermelada a tu gusto

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes en un bol y amasa unos 5 minutos con ayuda de un procesador o varillas eléctricas. Cuando la masa esté elástica y se despegue de las paredes del bol, deja que repose 2 horas
  2. Separa en 12 la masa, las amasas un poquito y formas bolitas que dejarás descansar de nuevo media hora.
  3. Para formar los Krapfen, aplastas un poco con la palma de la mano cada bola y en el centro aplastas por ejemplo, con el culo de un vaso. 
  4. Fríe los Krapfen en abundante aceite caliente pero a fuego medio -yo lo pongo al 6,5- y dejas que escurran sobre papel absorbente de cocina.
  5. Espolvorea con azúcar glas y corona con una cucharadita de mermelada a tu gusto.

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