Bolitas de queso quark o Quarkbällchen

filfa 
1. f. coloq. Mentira, engaño, noticia falsa.

Sin.:
mentira, patraña, trola, cuento, bulo, engañifa, bola.
Mira tú, que teniendo una palabra tan bonita nos hemos quedado con el término inglés fake que hoy lo tenemos requete gastado aunque la verdad sea dicha, filfas ha habido y habrá por los siglos de los siglos.

Por ejemplo, en 1835 el New York Sun se inventó por la patilla,  que un astrónomo inglés había descubierto vida en la Luna, no te lo pierdas, a través de su telescopio. Había avistado unicornios y pájaros humanos y para cuando se pudo desmentir la fantasía muchos periódicos ya se habían hecho eco de la “noticia del siglo”.

Otro capítulo en esta onda, estalló el 10 de noviembre de 1906 cuando la prensa francesa publicó que la Dama de Elche había sido robada del Museo del Louvre de París. No, no lo fue pero sí que hubo robo y aunque no te lo creas Picasso estuvo involucrado hasta las trancas. Pero deja que ordene un poco esta historia digna del mejor vodevil.

Como ya sabrás, la Dama de Elche la descubrió un labriego, se la quedó el dueño de las tierras y se la vendió a los franceses. La tuvieron expuesta en el Louvre donde crearon una sala de arte ibérico -en 1904- con unas 50 piezas más que habían comprado de la misma guisa. Bueno, pues para cuando se dio la noticia del robo, en esa sala los bustos ya habían menguado considerablemente. Cuentan las malas lenguas que alrededor de 30 piezas habían desaparecido poco a poco... sin más. En dos años, se habían largado a la francesa. 

Por lo que sea, pensaron que en este último robo la Dama birlada había sido ella pero no. Habían desaparecido dos bustos, uno femenino y otro masculino, y bueno, hubo un poco de escándalo por las grietas de seguridad del museo pero la cosa no fue a más.  
Y aquí comienza la comedia. Picasso tenía un amiguete -Apollinaire- que tenía por secretario a un chorizo de mucho cuidado. El tipo se había aficionado a burlar la pésima seguridad del Louvre, y tal era su confianza, que una vez le dijo a su novia:  “ Oye, Marie, me voy al Louvre esta tarde. ¿Quieres que te traiga algo?" Y una tarde de esas se hizo con los bustos y hala, con ellos que se fue.

En esos días, Picasso andaba absorto con sus "Señoritas de Avignon" y cuando su amigo Apollinaire se presentó en el taller con el secretario y los bustos, los ojos le hicieron chiribitas. ¿Cuánto pides? ¿Cuánto me das? 50 francos. Son tuyas. Y tan emocionado estaba, que estas esculturas le sirvieron de inspiración para su experimento vanguardista que ya sabemos todos en lo que terminó: el cubismo.

No sé si fue él mismo o la novieta de aquella época, quién dijo que guardaba las esculturas en el cajón de los calcetines. Sea como fuese, allí las tuvo hasta.... ¡Ay ya yaiii! el robo de La Gioconda que vino a ponerlo todo patas arriba. Aquí el escándalo fue mayúsculo, el museo a la altura del betún y la policía francesa buscando pistas hasta debajo de las piedras. Tanto, que llamaron al secretario a declarar porque ya sabían de su fama - y tampoco ayudó que concediera una entrevista a la prensa presumiendo de chorizo-.

Y aquí Picasso y el amigo te hicieron popó encima. Según la novieta, Picasso temblaba como un flan y con los nervios desquiciados le dijo al Apollinaire: si caigo yo, caes tú así que vamos a ver como nos deshacemos de los caretos. Se les ocurrió tirarlos al Sena pero cuando se disponían a ello, tan asustados estaban, que veían policías y gente que les seguía por todos lados. Volvieron a hacerse popó y regresaron con las esculturas por donde habían venido. Al final el Apollinaire quiso venderlas y ahí fue donde la policía se les echó encima. Por cagones.

Pillan al Apollinaire primero. Algo canta en el interrogatorio y van a por Picasso. Hacen un tête-à-tête y Pablito con un par dice "Nunca he visto a este hombre". En fin, que a la policía solo le interesaba recuperar La Gioconda, porque total, bustos ibéricos había muchos más y Giocondas solo una. Los dejaron en libertad, la amistad se fue al garete y vivieron durante un tiempo con los machos en la garganta temiendo que la policía, a falta de un autor material, se les echara a la chepa en cualquier momento. 

Dos años después, cazan al ladrón: un tal Vincenzo Peruggia, antiguo trabajador del Louvre que se había llevado el cuadro por sus bemoles bajo su bata blanca -el uniforme de los empleados- alegó que lo hizo porque la Mona Lisa debía regresar a Italia que es de donde nunca debió haber salido. Fue juzgado y condenado a... ¡Cha-chán! un año de cárcel, como lo oyes.

¿Y Picasso? Pues se hizo famoso y pelillos a la mar. Hay quién a día de hoy niega la mayor y se escuda en que no estuvo demostrada su implicación aunque la novieta lo largara al detalle e incluso él mismo, quien hizo alusión a este suceso en más de una ocasión. Pero total, la dama no era la de Elche, el Louvre era el chocho de la Bernarda y el padre del cubismo no queda bonito de mangante. Así es la vida querido lector, pura filfa, como mis bolitas Quarkbällchen que para no freírlas como es lo suyo, las horneo y tirando millas con la conciencia tranquila.


Ingredientes:
  • 350gr. de harina repostera
  • 2 huevos XL
  • 250gr. de queso quark
  • 50gr. de azúcar
  • 30gr. de mantequilla blanda
  • vainilla
  • ralladura de limón
  • polvos de hornear
  • Un poco de mantequilla derretida para cepillar las bolitas
  • Un bol con azúcar, azúcar avainilla y una pizca de canela para rebozar

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 170ºC.
  2. Pon todos los ingredientes en un bol, y haz una masa con ayuda de las varillas eléctricas o un procesador.
  3. Haz bolitas de unos 30gr. y cuida que no queden grietas para que no se habrán en el horno. La masa tiene que estar un poco pegajosa así que enharina una chispa las bolas para poder trabajarlas.
  4. Hornea entre 20-30 min. hasta que veas que han cogido un poquito de color dorado.
  5. Pincela en caliente cada bola con mantequilla derretida y la pasas por la mezcla de azúcar. 


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