Sopa alemana de puerro con albóndigas

pensamiento

1. m. Facultad o capacidad de pensar.

2. m. Acción y efecto de pensar. Suspender el pensamiento.

3. m. Actividad del pensar. Los comienzos del pensamiento occidental.

4. m. Conjunto de ideas propias de una persona, de una colectividad o de una época.

5. m. Frase breve y de tono serio, que refleja una idea de carácter moral o doctrinal.

6. m. Propósito o intención.

7. m. Planta herbácea anual, de la familia de las violáceas, cultivada en jardín, con flores de cinco pétalos redondeados y de tres colores.

8. m. germ. bodegón (‖ establecimiento donde se ofrecían comidas).

No sé tú, pero para mí poner palabras a los pensamientos es un ejercicio obligado para ordenar esas piezas del puzzle emocional que mi cerebro debe gestionar quiera o no quiera. Con mucha frecuencia me abruman en exceso y tiro por la calle del medio; la del sueño. Llevo meses que sería capaz de dormir el día entero sin desvelos y sin cambiar el sueño. Hace ya mucho tiempo que dejé atrás el insomnio. Ahora duermo en plan marmota para descansar de la fatiga física, emocional y creo que para no afrontar el día a día. Mientras duermo, todo se pospone, hasta mis pensamientos. 
Me siento bajo mínimos, lenta y pesada dentro de mis rutinas. El día pasa volando pero mis movimientos son los de un caracol. Las emociones me abruman con cualquier cosa; pasa una mosca y yo me echo a llorar; pierdo los nervios constantemente, por dentro y por fuera; me enfado conmigo misma porque me estoy volviendo chillona. Me paso el día entero o ausente y callada o levantando la voz y pidiendo perdón por hacerlo. Se me hace una bola infumable en el estómago y no me aguanto a mí misma. 

Así es cómo voy tirando, con un refrito de sensaciones que acumula mi pobre cerebro, mezclando sentimientos, estridencias y pesares, algunos importantes y otros no tanto, pero ahí está él intentando mediar en todo para que el cuerpo no se rinda mientras yo misma me saboteo.

Por eso, cuando hablamos o escribimos, al ordenar los pensamientos, la mente encuentra algo de consuelo, cuando menos, algo de paz bajando las revoluciones y el alboroto interior. La psicóloga de Günter, hace años cuando comenzaron la terapia, le preguntó por cómo hacía yo para llevar todo lo que estaba pasando en casa: "tiene un blog; cocina y escribe". Menos mal, dijo ella. Es verdad, menos mal porque cuando las cosas se ponen feas, me aferro al blog mezclando letras y cacerolas en plan rollo vital, buscando un motivo para levantarme, estar activa, para salir a la calle a comprar un ingrediente o un trapito nuevo que los demás ya están muy vistos. 
Y es por eso que he decido airear todo esto en el blog, para que duela menos y de paso poner orden en todo lo que sé de mi proceso, de cómo he llegado aquí. Ya adelanté algo en la entrada anterior, porque nunca hay un solo motivo, aunque sí detonantes que hacen que todo se vaya al carajo, pero las cosas siempre se las ve venir de lejos perfectamente. Lo que no sé es si estos ciclones son imparables o simplemente la pasividad nos gana la partida. 

Sea como sea, aquí estoy sin querer ir a terapia por dos razones: una, me niego a hacerla en alemán, bastante frustrante es la vida del expatriado manejando un idioma que me hace sentir como si fuera retrasada. Si ya es complicado expresarse uno en lengua madre, pues imagina en un idioma que obliga a quitarle las preposiciones a los verbos y soltarlas al final de la frase... ¡venga, hombre! cómo si me pudiera acordar si me tocaba un ein, un aus o un auf... o algo peor. Ay no, paso.

Y la segunda razón, porque lo que me queda es la terapia online y no me apetece nada de nada. NADA. No me siento perdida. No tengo ningún melón que ahora mismo quiera abrir vía Zoom. Estoy agotada y rendida. Me faltan estímulos, recompensas y vías de escape. Me siento atrapada y sin fuerzas. Así que antes de tirar la toalla, quiero intentarlo a mi manera, soltándolo todo fuera y luego ya se irá viendo. 

Es verdad que la terapia en el pasado me vino genial, ví cosas que no veía y eso me dio paz y un objetivo. Esta vez es diferente. Puede que sea una etapa de la vida por la que todas las señoras menopaúsicas con síndrome de nido vacío pasamos. Puede. En cualquier caso, el blog ha sido siempre mi mejor terapia y por lo que sea, es a él al que acudo buscando paz. Estoy en un momento en el que necesito recobrar el control de mi vida, de mis emociones; bajo ningún concepto, estoy para escuchar, entre el ruido que tengo a mi alrededor, las retahílas a lo "no debes..."  "deberías..." "tendrías que..." "lo peor que puedes hacer..."

Esta sopa es caprichosa, teníamos mucho calor y de repente nevó. De nuevo mucho calor y ahora acecha lluvia para los próximos días. Estos dramas meteorológicos son mejores con sopa. La sopa, popularmente se hace con carne picada pero me dio el punto y le hice pelotas. Como te digo, caprichos.

Ingredientes para las albóndigas:
  • 500gr. de carne picada (mezcla)
  • 1 huevo
  • miga de pan mojada en leche
  • cebolla frita
  • salsa worcester
  • un poco de mostaza
  • Sal de especias
  • perejil o cebollino picado
  • harina integral para rebozar

Ingredientes para la sopa:
  • 1 puerro 
  • 2-3 patatas grandes
  • 2 zanahorias
  • 1 vaso de vino
  • 2 vasos de caldo de carne ( sin llegar a cubrir)
  • 200 ml. nata líquida 
  • 2-3 quesillos (tipo la vaca que ríe o tranchetes en su defecto)
  • mejorana (orégano en su defecto)
  • pimienta 

Preparación:
  1. Mezcla los ingredientes de las albóndigas, haz bolitas del mismo tamaño y las rebozas en la harina.
  2. En la cazuela, con un poquito de aceite de oliva, las rehogas y dejas que se doren sin mucho aceite (necesitarás dos tandas).
  3. La misma cazuela y en el aceite sobrante (si has echado más aceite para freír la carne en lugar de dorarla, deberás quitar aceite) rehoga primero el puerro y luego las patatas y la zanahoria cortada en trozos menudos.
  4. Cubre con el vaso de vino, luego el caldo, la mejorana y deja que cueza a fuego bajo unos 30minutos.
  5. Añade el queso, la nata líquida y salpimienta a tu gusto. Deja que ligue el caldo unos 5 minutos a fuego lento.


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