Ensalada de judías verdes, atún y más

Querido lector, no sé si vienes de leer todo el culebrón o si has caído directamente en esta ensalada y de ser así, debo advertirte que llevó unas cuentas recetas poniendo orden en mi vida. Empecé a darle vueltas con esta tarta de pan y queso, lo expuse con este dip de berenjenas y garbanzos y me lancé con ésta y ésta y ésta otra. Cinco recetas después, me siento mejor. Estoy comiendo omega 3 a toneladas, he puesto en marcha la huerta, cosa que este año no me apetecía, estoy durmiendo menos -en plan persona adulta- y estoy hablando más de mis cosas sin que me aplaste la pereza y los "paraqués".

Siento que voy bien pero me queda aún mucha madeja enredada. Sigo sin controlar los nervios, en mis trece por levantar la voz por cualquier cosa. Me enciendo con mis discursos hable de lo que hable y claro las pulsaciones nunca me bajan de 100. Literal. El otro día quejándome del tráfico me puse a 136 pulsaciones, a lo tonto. Estoy además un poco bastante intolerable; si pido una cosa no me apetece tener que "venderla" y corto el hilo sin marear la perdiz. No le tengo paciencia a los dimes y diretes domésticos ni a los escaqueos a la hora de recoger la cocina ni a las flojeras que se manifiestan cada vez que hay que recoger el fregaplatos. 
Creo que he levantado murallas chinas en esos lugares donde antes había líneas rojas que de tanto pisarlas ya no se distinguían. Si no voy a tener paz por lo menos quiero silencio a mi alrededor. Si antes era mujer de tonterías las justas ahora me he convertido en una bruja que no pasa ni una. Ayer o anteayer, no sé, me eché a llorar cuando le dije a mi hijo pequeño "Yo no era así; tú no te acuerdas pero yo era una persona feliz y dulce". Y lo era. Porque lo era ¿no?

Me he perdido por el camino. Ya no confío en casi nadie pero me tengo que reconciliar con el mundo porque no quiero vivir con ningún rencor. Antes se me daba bien medio aceptar las cosas que no podía cambiar pero ahora me hierve la sangre y me están saliendo más "no me da la gana" de los que jamás en mis muchos cincuenta y tantos años había soltado. 

Yo no quiero ser así, ni siquiera quiero ser como la de antes, quiero ser mejor. Si he de vivir con mis dolores y mis rotos, con el culo cada día más flácido y los kilos de sobra más resilientes, si el espejo ya no me devuelve esa carita mona de niña simpática que creía que sería mía para siempre... y si y si y si,  y si he de vivir así, quiero ser mejor. Porque así, no. No quiero que la vida se me haga larga, ni vivir con la coletilla de "a ver si me muero ya de una vez" que tanto escuché a mi madre cada vez que algo se le hacía grande... no, me horroriza porque sé el daño que le hago a mis hijos y esa culpa no se supera.
Así que, ¿dónde me quede? Iba por el post-depresión de Gü. A él le vino muy bien. Creo que esa depresión le salvó la vida porque iba en una dirección equivocada. Le cambió la vida a mejor. Pero yo me quedé seca, muy cansada emocionalmente y como te decía antes, con las líneas rojas muy desfiguradas. Se volvió muy dependiente y posesivo, muy acostumbrado a que fuera su sombra, muy caprichoso con los temas del comer, exigente en muchas cosas que no debería serlo y dejé de pelear casi todo porque no deseaba vivir de batalla en batalla. Era agotador y no quería convertirme, mira tú por donde, en lo que me convertido ahora.

Necesitaba recompensas, treguas, reconocimiento, admiración, cariño... y no lo he tenido a pesar de haberlo reclamado hasta el aburrimiento. ¿O no? Ya no sé, igual que no sé de cuantas formas se lo he pedido durante estos años: con mano izquierda, con el corazón en la mano, con el alma rota, con rencor, con dolor y hasta con despecho. Ya no me acuerdo ni del orden ni del concierto. Y vivir así agota, y mucho, y te deja sin ganas, primero de salir de casa y luego de la cama. Y un buen día el caos se quedó dentro y no tengo ni idea de como lidiarlo. 



Ingredientes:
  • 500gr. judías verdes
  • 100ml. de caldo de verduras 
  • 1-2 patatas cocidas
  • 1 pimiento tipo morrón asado
  • tomate a tu gusto
  • 1 lata de atún a tu gusto
  • 1 chalota o cebolleta
  • aceitunas negras

Vinagreta:
  • aceite de oliva
  • vinagre de vino
  • 1/2 tomate
  • un poco de pimiento crudo
  • un poco de cebolleta o chalota
  • 1 ajo (crudo o asado con el pimiento)
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. En una sartén, saltea las judías verdes con un poco de aceite de oliva. Añade un poquito de caldo de verduras (menos de medio vaso) y deja que consuma a fuego medio. Cuida que mantengan el dente y no se cuezan demasiado. Deja que enfríen.
  2. En una ensaladera, pon las judías verdes, la patata cocida en trocitos, el pimiento asado, el tomate y la chalota cortado todo en trocitos. Añade el atún y las aceitunas a tu gusto.
  3. Haz la vinagreta en una trituradora o en la minipimer. Rectifica de sal y pimienta y añádelo a la ensalada.

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