Torticas de queso y espinacas o Quarkkeulchen mit Spinat

empatía 
A partir del gr. ἐμπάθεια empátheia.

1. f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.
2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Hay empatías y empatías. Según su definición un fan -de lo que sea- se identifica con otro fan, un panadero con otro panadero y un coleccionista de sellos con otro coleccionista. Esto es normal, sin mérito y sin necesidad de desplegar sentimientos excepcionales. Dicho así, tan antiséptico, parece que este tipo de empatía colabora con el rechazo, y por poner un ejemplo, sería el cerrojo que hace que un fan del Madrid no lo pueda ser del Barcelona o un devoto de la tortilla con cebolla haga aspavientos y arcadas ante un fervoroso de los sincebollistas

La otra empatía, la necesaria, la que no es un mero adorno del ser humano necesita de algo más. No basta con oír, requiere de saber escuchar, acto estéril si el alma no se involucra porque cómo sentir el peso de una mochila ajena si el corazón no está en modo on, si está offuscado por temor a sufrir sin necesidad o simplemente se esconde de los sentimientos ajenos por lo que pueda pasar. He conocido a mucha gente en mi vida que se atora cuando el alma recibe demasiada información, siempre y cuando, ésta no sirva a su bienestar. Rodearse de alegría, de fiesta, de gente amable, desprendida; así qué fácil es ser empático, ¿verdad? 
Pero mirar de cara a la necesidad, la pobreza, la violencia, la injusticia o la atrocidad; qué jorobado es. Hay quién no puede, por lo que sea: por egoísmo, incapacidad emocional o simplemente por falta selectiva de información: si no lo veo, no existe; si no lo he vivido, no es real; si no me incumbe, no es mi responsabilidad. Y creo que así es como gente buena, termina mirando para otro lado y emperrándose en negar la mayor para no reconocer que los suyos, su gente, son responsables de atrocidades.

A veces tampoco vemos la diferencia entre compasión  y empatía. Y creo que deberíamos. Porque no es lo mismo. Porque para identificarse con el mal ajeno ya tenemos a la compasión, esa mezcla de pena y ternura más o menos generalizada que no impide que nuestra piedad sea caprichosa y solo se despliegue por simpatía o arrogancia. El señor de barrio bien que al salir de misa, le da dos monedas a un indigente y le reclama "pero no se lo gaste en vino, ¿eh?" ¿Eso es compasión o jactancia? ¿Petulancia? Sea lo que sea, no es empatía, es miseria social, falta de humildad moral y desamparo. 
Puede que sin empatía ninguna buena acción, sentimiento o predisposición valga la pena. No sé, lo estoy soltando sin refinar, sin pensarlo como es debido pero lo mismo sin ella, solo nos movemos por egocentrismo caritativo, solo para alimentar nuestras causas o los gestos que se nos antojan que quedan bonitos de cara a la galería. Puede que sea ella y solo ella quién nos permita identificarnos con aquellos que no nos caen simpáticos, con los que no tenemos nada que ver y estamos a años luz en cuanto a ideas y modos de entender la vida. Puede que sean necios, incultos o maleducados pero aún así, solo ella tendría la llave para desplegar en nosotros, la capacidad de compartir sus sentimientos.

Esta es una receta muy germana, con queso quark (Topfen) que es tan sano y rico. Genial para una cena ligera o un desayuno de domingo. Y muy importante: receta rica en proteínas y en omega3.


Ingredientes:
(La receta la encontré aquí)
  • 250gr. de queso quark 
  • 2 huevos
  • 60gr. de harina de espelta
  • sal de especias y pimienta
  • 50-60gr. de queso gouda rallado
  • 75gr. de espinacas frescas
  •  algo de aceite de oliva para la sartén

Preparación:
  1. En un bol, mezcla el queso quark con los huevos. Añade el harina, sal y pimienta. Por último incorpora el queso rallado y las espinacas.
  2. En una sartén, con un poquito de aceite de oliva, fríe las torticas. Para ello, pon una cucharada de masa en la sartén y la aplastas un poquito. Fríe a fuego medio.

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