Rústico de queso con melocotón y un culebrón

...puedes tener la receta de tu vida perfectamente diseñada con todos los ingredientes; un proyecto en común con tu pareja, un trabajo estable y que te gusta, unos sueños por cumplir, la admiración y el orgullo de tu familia y amigos. Pero un día, alguien se cruza en tu vida y todo lo que estaba perfectamente ordenado se tambalea.

1.- CASA DE ALFONSO. INTERIOR. DÍA.
Estamos en un piso soleado de porte antiguo y señorial. De espacios amplios y con pocos muebles. Vemos un televisor de plasma gigantesco frente a un enorme sofá esquinero que recorre el ventanal de pared a pared. Un par de columnas de madera hacen de separación a la cocina, sobria en detalles pero equipada como una cocina profesional. Vemos a Alfonso, vestido con una chaqueta de cocinero en algodón egipcio y doble abotonado, perfectamente peinado, muy bronceado. Con una expresión sobreactuada a lo Clarke Gable sonríe a una cámara de video semiprofesional que graba desde un trípode mientras él se dispone a cocinar.

ALFONSO
Porque aquí nadie tiene que pasar hambre. Con poquita cosa vamos a hacer un pastel rústico de requesón para chuparse los dedos. Tan solo necesitamos 300gr. de requesón…

(mira a la cámara con desparpajo y guiña un ojo al objetivo)

ALFONSO
… y vaya requesón, ¿eh? De los que ya no se encuentran, te lo digo yo que de esto entiendo. ¡más! Sí. Un melocotón. Estaría bien usar dos pero no. Solo vamos a usar uno. Así son los retos, que uno se adapta a lo que sea y el que tiene talento pues anda listo. Y el que no, pues que se dedique a jugar al parchís, así de claro. Más cositas… sí, un poco de leche, unas cucharadas de azúcar, masa quebrada que luego te cuento como la he hecho y, ¡un huevo!

Alfonso se gira sobre sus talones, abre el frigorífico coge un huevo –el último- y a la que se vuelve de nuevo a la mesa frente a la cámara, se le escapa de los dedos y lo estampa en el suelo.

ALFONSO
¡Me cago en la leche! y en el ¡huevo! Y ¡en la madre que lo parió! A ver… piensa…

(Se gira y mira el reloj de cocina)

ALFONSO
¡Me cago en la leche! Y en el huevo de los …. ¡Me cachis en todo! ¡Como siempre Alfonso, tú todo a última hora, deprisa y corriendo, joder!

(Llena los pulmones de aire y lo suelta lentamente a la que pone las manos en jarras y mira el suelo. Levanta la vista al cielo y se sermonea a sí mismo)

ALFONSO
Juro que como se me ponga chulo le estrangulo. De esta le estrangulo, oye lo que te digo.

Con paso firme y decidido abre la puerta del piso y sale al descansillo donde se para en seco frente a la puerta del vecino.


2. DESCANSILLO PORTAL. INTERIOR. DÍA
Hace amago de llamar al timbre y se detiene. Duda un par de segundos. Vuelve a poner las manos en jarras y respira hondo. Opta por llamar con lo nudillos. Se detiene en el último momento. Duda otra vez. Se dispone a marcharse. Se para. Regresa frente a la puerta. Empieza a llamar y apenas en el primer golpe, la puerta se abre. En un vestíbulo anticuado, forrado en tela de damasco verde y coronado con un recibidor estilo Luis XVI tallado y ribeteado en pan de oro, vemos a Paul, vestido con un chándal azul marino de la marca Adidas. En los pies, unas chanclas de colores. Es guapo a rabiar. Un mechón de pelo teñido de color chocolate –por aquello de las canas- le cuelga sobre un ojo. Son del color de la miel y muy seductores.

PAUL
Sabía que no aguantarías.

(sus ojos empiezan a brillar. Con un gesto coqueto se retira el mechón y levanta el mentón que ha empezado a temblarle. Habla casi en un susurro)

PAUL
Me he estado volviendo loco ¿lo sabías? Una semana más y te juro que hubiera hecho cualquier locura. ¡Te lo juro por mi santa madre!

ALFONSO
(conteniendo el tono de voz y los nervios)

¡Paul! ¡dos! ¡han sido DOS días. Solo dooos! Y mira, ¡a tu madre ni me la nombres!

PAUL
(exagerando el susurro imitando que habla a gritos)
¡Alfons! ¡no empecemos! te pasas la vida sacando punta a todo lo digo y hago y ya no puedo más y para que te quede claro de una vez …

Mientras habla Paul, Alfonso desvía su atención a lo que ocurre en el descansillo inferior cuando oye que se abre una puerta. Se escuchan unos pasos que se detienen brevemente antes de continuar. Esta vez son más cortos y rápidos. Se oye el sonido de un timbre y la otra puerta del descansillo que se abre.

VECINA
(en off)
Laurita, hija, que ¡ya! ji-ji. Ay que me da algo, ji-ji. Que estos ya están otra vez tarifando, ji-ji.

Alfonso se asoma por el quicio de la escalera en dirección al rellano de abajo. Paul se desespera.

PAUL
Alfons! No se te vaya a ocurrir…

ALFONSO
(a gritos)
¡Brujas! ¡más que brujas! Que sois más malas que una sopa de sobre. Hala, ¡dispersión! y cada una a su tele y a su sofá que en este entierro no tienen vela ni pañuelo… ¡hala, hala! ¡marchando!


Una cabecita llena de rulos cubiertos por una redecilla se asoma mirando hacia arriba. Con más disimulo, se ve asomar una segunda.

VECINA
Y ¿quién quiere tele teniéndoos a vosotros de culebrón todo el día?! Tú le oyes, Laurita!? Yo esto lo cuento y no me lo creen en la plaza, pero mira que te digo, no me extraña nada de nada porque si a mí me…

ALFONSO
Ni porque ni ¡ná! ¡cada mochuelo a su olivo! A ver si voy a tener que bajar…

PAUL
(entre pucheros)
¿Por qué me haces esto, Alfons? ¿Por qué? ¿Qué he hecho yo, dios mío, para merecer esto...

En el descansillo se hace el silencio aunque ninguna puerta se ha cerrado. Del interior de la casa se oye una frágil y débil voz que procede del fondo del pasillo.

(Voz en off)
¡Pablito hijo! Baja la radio que no me dejas dormir con tanto escándalo.

PAUL
(mirando con ojos severos a Alfonso)
Mamá, ahora la bajooo. Duérmete otro rato que hoy toca merienda en San Ginés y si no descansas bien, te dormirás con el churro sin masticar y ¡pa’qué queremos más! Venga, mamá, duerme un ratito más…

(con gesto abatido y casi con amargura vuelve a dejar la voz en un susurro)

PAUL
¡Qué! ¿contento? Ya tienes lo que querías, ¿no?

ALFONSO
(en tono dulce y conciliador)
Pues mira, no. Todo, todo no, que necesito un huevo para…

PAUL
(a gritos)
Un ¡huevo!?

LA OTRA VECINA
(en off)
¿Qué es lo que ha dicho?

VECINA
(en off)
Que ni hablar del pirulí. Que no y que no, por sus huevos… ains, qué ordinario que es este hombre.

LA OTRA VECINA
(poniendo los ojos en blanco)
O lo que sea…

Del interior de la casa se escucha el taconeo lento de un bastón que se acerca al vestíbulo. Aparece la madre de Paul resoplando. Va vestida con una bata de guata y zapatillas con ponpones a juego. Con las manos temblorosas, intenta ponerse las gafas que le cuelgan de una cadenita decorada con cristalitos de colores. Cuando logra su objetivo y descubre que es Alfonso el que está al otro lado de la puerta, comienza a chillar y a agitar las manos de arriba abajo completamente desquiciada.


MADRE DE PAUL
¡Ay Fermín, que bien hiciste con irte con dios y no vivir para ver esto! Pero que desgracia más grande puede tener una madre que ver a su único hijo abducionado por unos mar.... mar...marcianos!? Ay, señor! o … o algo peor! ¡Qué lo mismo son jare-crisnas! Qué me lo están haciendo un lío muy gordo... Ay, virgen santísima que tu sabes tan bien como yo que mi hijo es como su padre, muy machote! Ay! Ayyyy! Que el único perturbado de la escalera B es !ésteeee!

(señala con el bastón a Alfonso y lo sacude en la distancia como si quisiera aporrearlo)

MADRE DE PAUL
¡Vecino asqueroso! Que en mala hora se te viniste a vivir a esta finca tan decenteeee…

PAUL
(a gritos)
Mamá! ¡Maaaaaamá!

ALFONSO
Para a esa…a esa…¡párala, por dios! que mira que me pierdo rápido!

PAUL
(completamente fuera de sí)
¡Se acabóooooooooo! ¡Ya no puedooooo más!

(se deja caer en una butaquita del recibidor. su voz es un hilo de desesperación)

PAUL
¡Ya no puedo más! ¡juro que no puedo más!

(levanta la mirada, completamente serena en un segundo. Su tono es frío y distante)

PAUL
Me estáis devorando los dos. Las dos personas que más quiero en el mundo. Las dos personas por las que daría la vida sin pensarlo... mira tú por donde... me la están robando, así, a lo tonto. Vosotros no sabéis lo que es amar. ¡No tenéis ni puñetera idea!


Paul se levanta y se dirige al interior de la casa haciendo gala de una serenidad que ni la Garbo en sus mejores dramas. Su madre y Alfonso están completamente paralizados. No saben ni qué decir ni qué hacer. Algo en la actitud de Paul les ha cogido por sorpresa. Regresa a los pocos segundos con un huevo y un llavero en las manos.

PAUL
(dirigiéndose a Alfonso)
Alfonso, querías un huevo, ¿no? pues toma. Y con esto, estamos en paz. No me debes nada. Ni yo a ti. Así que toma, no las voy a necesitar más.

(pone el llavero en las manos de Alfonso. Con una terrible congoja aprieta las manos de Alfonso sobre las suyas y las estruja contra su pecho. Acerca sus labios a los de él y los besa con ternura)

PAUL
Te quiero a rabiar. Pero ya no más.

ALFONSO
(desesperado)
¡Mi vida! pero ¿qué dices? nooo, cariño, nooooo. Anda, ven y hablemos que creo que estás muy cansado... me he pasado otra vez, ¿verdad? te juro que voy a...

(Paul le deja con la palabra en la boca y se dirige a su madre completamente paralizada por el pánico)

PAUL
Y tú mamá, eres una bruja. Y lo eres porque sí, porque te gusta serlo. Así te recuerdo de siempre. Pero a mí me ha dado siempre igual, como a Papá. Te he adorado por pura devoción y de ti no recuerdo ni una sola palabra bonita gratis. Ni una caricia sin una segunda intención. Te he dado mi amor y mi juventud, Mamá. Pero ya no más. Me da igual si te vas a vivir con la tía Luisa o contratas una enfermera o te enclaustras en un asilo. A mí, me da igual. Ya no más, mamá...

(Paul vuelve a dejarse caer en la butaquita. Habla para sí mismo aunque desea ser escuchado. Lo que cuenta se lo ha dicho a sí mismo muchas veces)

PAUL
Me he pasado la vida diseñando la receta perfecta para ser feliz. Un trabajo que te agradara, Mamá. Y ya ves, el despacho de Papá funciona ahora mejor que nunca. Y no por mi gusto, ya lo sabes... una pareja estable, mi querida Elena! siete años de novios pero ella fue más valiente que yo. Lo mandó todo al garete y se fue a vivir a Ibiza con su novia de siempre... porque eso lo sabíais todos tan bien como yo, pero ¡claro! mientras fuéramos buenos chicos y no diéramos ni un escándalo... pues ea, os importaba un cuerno todo lo demás ... pues no, mamá. A mí me ha dado mucho. Muchas tristezas y muchas decepciones. Soy marcicón de siempre, no es culpa de Alfonso. Lo que él ha traído es mi descaro y mi deseo de pregonarlo a los cuatro vientos... ¡el amor de mi vida y en la puerta de enfrente! quién me lo iba a decir... un amor precioso! y grandioso! siempre que mis problemas se quedaran en el descansillo, claro. Mami, me he enamorado de un completo imbécil incapaz de empatizar con alguien que no sea su ombligo... En fin, adiós.

(Paul se levanta de la butaca)

ALFONSO
pero ¿qué haré, Paul? ¿cómo...

MADRE DE PAUL
y ¿adónde iré? ¿?...

PAUL
Francamente queridos, me importa un bledo..

LA OTRA VECINA
(en off)
¿pero no es eso lo que le dice el Rhett, a la O’Hara cuando la avandona?

VECINA
(en off y gimoteando)
Calla Laurita, que se acaba de caer el telón...


3.- CASA DE ALFONSO. INTERIOR. DÍA
Alfonso sujeta el teléfono pegando a la oreja contra el hombro. Al tiempo, saca un pastel rústico de queso del horno.

ALFONSO
Hola? ¿Ingrid?

ALBA
(en off al otro lado de la línea)
No, soy Alba.

ALFONSO
Bueno, da igual...

ALBA
A mi no, la verdad.

ALFONSO
¿perdona?

ALBA
¿Dime?

ALFONSO
Alba querida, tengo un problemón.

ALBA
Lo que tienes es una tostada del ocho! pero que bruto eres Alfonso!

ALFONSO
Ah, ¿ya lo sabes?

ALBA
Y con pelos y señales. ¿Cómo haces para ser tan mamón con tan poco esfuerzo?

ALFONSO
Ya veo... pues sí, lo soy, pero no puedo perderle, Alba. Necesito que me ayudes... tienes el teléfono del aquel amigo de Ingrid... cómo se llamaba.... ese, el que me presentó en la fiesta griega del mes pasado?.. este... ¿Tono?

ALBA
Tino.

ALFONSO
Eseeee... ¿el que estaba en paro, sin un euro y la casera le iba a desahuciar? Oye, que tengo un trabajo para él...


4. DESCANSILLO PORTAL. INTERIOR. DÍA
Alfonso está impecablemente vestido delante de la puerta de Paul. Lleva un enorme ramo de flores y antes de llamar se atusa el pelo. Pulsa el timbre y espera. Abre la puerta la madre de Paul...

ALFONSO
Buenos días... Paul, ¿se ha marchado ya?

MADRE DE PAUL
(tiene la nariz roja e hinchada que intenta ocultar detrás de un pañuelito de batista)
Aún no. Se rompió la maleta y ha salido a comprar una nueva.

ALFONSO
Sra. Del Rosal (carraspea) quiero a su hijo. (carraspea) Con locura, así se lo digo y si usted y el vecindario me dejan, juro que haré a su Pablito el hombre más feliz del mundo. Porque conmigo no le va faltar nunca de nada y le juro que le voy a tratar como a una reina mora (carraspea una vez más) vaya, es una forma de hablar.

(Alfonso le guiña un ojo a la anciana y ladea la cabeza en plan vendedor de seguros lanzando el sedal. Alarga el brazo y le ofrece el ramo de flores que ella acepta con gesto escéptico)

ALFONSO
Y a usted, Charito… ¿me permite que le llame por su nombre de pila? tampoco le va a faltar nada de… nada de nada, vaya, que desde hoy  me voy a hacer cargo de esos detallitos  que a usted tanto le gustan. Que sepa que mientras yo esté aquí a usted no le va a faltar el encarguito del Mallorca todas las semana… y por supuesto, nos casamos. Una boda por todo lo alto para que nadie tenga nada que decir. Eso sí, de blanco como que no…

(Alfonso cambia el peso del cuerpo a la otra pierna y se apoya con candidez al quicio de la puerta)

ALFONSO
Pero entienda usted, Charito, que yo sin Paul no quiero vivir. Es verdad que esto es un sin vivir. En esta casa entre unos y otros pues no hay quién viva... y yo lo que quiero es que Paul sea feliz. Que por primera vez se tambaleen los cimientos de su vida a su antojo… me hago cargo que para usted es un trago amargo, así que he pensado que lo mismo nos podríamos ir a vivir a otra finca en el mismo barrio y así ya no le damos que hablar a las vecinas, ni a nadie. Le juro que vamos a ser un ejemplo de discreción… qué le parece, Charito?

(un carraspeo a su espalda hace que se gire sobre sus talones. Delante de su puerta se encuentra Tino, vestido de mayordomo y portando una bandeja con porciones del pastel rustico de requesón)

ALFONSO
¡Hombre, Tino! Ven, ven que te presente... Sra. del Rosal, Tino Ramírez, desde hoy, mayordomo a su entera disposición.

MADRE DE PAUL
Pero ¡hijooooo del amor hermoso! pero si estás... bueníiiiisimo, oye! Oye, que me llames Charito, eh? pero pasa, pasa, no te quedes ahí y vamos a comernos el rústico... de queso ¿no?

La madre del Paul y Tino desaparecen por el pasillo. La puerta del piso queda abierta. Alfonso duda un momento y se gira en dirección a su puerta. El ascensor se detiene en su descansillo. Aparece Paul con una maleta y unas bolsas de compras.

PAUL
¿qué es lo que pasa aquí, Alfonso?

VECINA
(en off)
Que Alfonso le ha pedido tu mano a tu madre y ella no ha dicho ni que sí ni que no, pero con ese "Tinazo" metido en casa, me parece que ella se viste de boda la mar de encantada. Pablito hijo, que éste te clava la rodilla en el suelo de un momento a otro, que lo sepas... pero eso de iros a otro inmueble.. como que no, ¿eh? Oye, que no te imaginas la de borriconas que hay por el barrio... que aquí somos todas muy echadas para adelante, lo reconozco, pero desde luego muy finas. Eso no me lo niegues y si...

PAUL
¿Es eso verdad?

(Alfonso no contesta y mete la mano en el bolsillo de la americana. Saca una cajita de joyería que contiene un anillo)

PAUL
¡Inca la rodilla ahora mismo!


Ingredientes:
  • 300gr. de requesón
  • 1 huevo batido
  • 4 cucharadas de azúcar (a ser posible, algo avainillada)
  • 4-5 cucharadas de leche
  • -2 cucharadas de maicena
  • un melocotón

Para la masa quebrada:
  • 180gr. de harina
  • 2 cucharadas de azúcar molida
  • una pizca de sal
  • 125gr. de mantequilla fría
  • 1-3 cucharadas de agua fría

Preparación:
  1. Primero preparamos la masa. En un bol mezcla el harina con el azúcar molida y una pizca de sal. Añade la mantequilla cortada en trocitos y amasa con las manos hasta que esté compacta. Añade de entre 1 a 3 cucharadas de agua fría dependiendo de cuanto te pida la masa. No tiene que quedar dura para que no se agriete al realizar el doblez superior pero debe de despegarse de la mesa o encimera con facilidad. Con ayuda de un rodillo, extiende la masa en forma circular de unos 30 cm. sobre una placa de horno. Haz hueco -mucho- en la nevera y deja que se enfríe entre 20-30 minutos.
  2.  Mientras, en otro bol, pon el requesón, el azúcar, la leche, el huevo batido y la maicena. Yo le puse una cucharada pero si quieres evitar esas grietas que a mi me salieron al cuajarse la superficie, añade una más. Bate hasta que tengas una crema espesa y más o menos lisa ya que el requesón no es muy cremoso y deja algunos grumos. El sabor lo compensa, desde luego. Añade los trocitos de melocotón y deja que enfrié un poco.
  3. Calienta el horno a 180ºC. saca la placa con la masa, rellena con la masa de requesón desde el centro del circulo dejando margen suficiente para hacer el doblez (5 cm. más o menos). Cuando el horno está caliente, ve  cogiendo los extremos y los vas plegando con cuidado para arriba. Hornea entre 30-35 minutos.

Si te ha gustado, comparte o imprime:

Publicar un comentario

 
Copyright © En pruebas: HyE. Diseñado con por Las Cosas de Maite