Pollo macerado con limón y leche de coco por ir de increíble Hulk

Aquí estoy de nuevo, cumplida, que no se diga que no estoy poniendo empeño de publicar una vez a la semana. Anda que no me es complicado ni nada! y no por falta de preparaciones que de forma milagrosa junté tres recetas en lista de borradores y de ellas voy viviendo y tirando de fondo de armario porque si no el blog estaría de nuevo mudo y hambriento. Y es que hay rachas que uno no llega con una sola vida, anda que no estoy yo pensando en el Garnier (el de los pelos no, aunque mis canas también necesiten de un repaso) y en la posibilidad de poder avisar a mis otros yo para que me echen una mano ya sea desde el pasado o desde el futuro que si a caballo regalado no se le mira el diente, al tiempo menos todavía.

Así que iré al grano. Perdona que sea tan chapucera pero no es tiempo de historias mimadas, plácidas y bien hiladas. Si mi vida es un huracán con vientos de mil por hora es de entender que en el blog no vaya de piedra porosa, equilibrada mental y meditadora imperturbable. No. Imposible. La realidad es que voy por la vida como el increíble Hulk,  que pusieron la peli el otro día y a la que le disparaban a saco el pobre decía "dejarme en paaaz" y mira, sentí una empatía brutal. Eso digo yo.. "dejaaarmeee en paz" y qué no. Qué no. Las hormonas menopáusicas me tienen verde. El ordenador se ha tirado toda la semana estropiciado el tipo. Negra, me ha puesto, negra. Y al final, para perder el photoshop y otras guarrearías que guardo en mi Windows por lo que me ha tocado fin de semana dedicado a descarga y carga y vuelve a descargar... y mientras, morada cual lombarda cruda... que no borracha.

Que ni una clarita de limón me voy a poder tomar. Que me han cazado de nuevo en la revisión anual. No te lo pierdas, pero se han olvidado de mirar al bichejo, no han medido las paraproteínas de la discordia así que la semana que viene de nuevo a sacar sangre y repetir trámite. Aún así, prohibido todo. Tengo el colesterol alto y la tensión desatada. Me han quitado mis fiambritos que tan ricamente nos apañaban muchas noches. Las salchichas, todas fuera. Y esto va a traer tela en mi casa porque los chicos no se dan por aludidos y dicen que yo no puedo, que pobre de mí. Piensan que la historia no va con ellos... no nooooo, yo soy bruja con poca madera de sufridora y no voy a hacerme menú a parte mientras ellos se ponen morados a frankfurter.
Y no contentos, pues que me han dicho que tengo 50 años, algo de lo que ya me había enterado, para no faltar a la verdad. Lo que yo no sabía es que a esta edad hay que empezar a vigilarse el culete y directamente me ha tocado volante al hospital para una colonoscopia. Mira no. Le he dicho a mi doctora -no es literal pero casi- "por dios, no busque más". Ya me han fichado uno, no? pues entonces por qué no dejarme vivir tranquila y no seguir con ese ansia de buscar y buscar... pues dicen que es lo suyo, porque el sistema social es el que manda y si dice que buscar, se busca. Y si dice que hay que vigilar se vigila. Y punto y pelota. Pero en mi cuerpo deseo mandar yo, que le voy a hacer si salí así de egocéntrica. Si me siento bien ¿por qué hacer de mí otra vez una enferma? por qué querer abrir de nuevo la caja de Pandora y volver a revivir esa asquerosa sensación de sentir que quién busca siempre encuentra...

Qué no. Qué no voy. Digo esto, porque a ti es a la primera persona humana que se lo cuento. Luego me pondrá todo el mundo la cabeza como un bombo y ya me veo cual corderín pidiendo hora pero es que no es justo. No es de ley que me apabullen de esta manera, con un tiroteo de escándalo por todos los flancos y por más que digo eso de "dejarmeeee en paaaz" qué no, que el sistema está hiperactivo y ha decidido buscarme una vez más las cosquillas... pues no me da la gana!

A ver, receta deliciosa que hice antes de navidad y por aquí se quedó la tipa sin salir de mi editor. Desde entonces ya ha caído varias veces y siempre con mucho éxito. Kevin, el mejor amigo de Lucas, me ayudó con las fotos y de hecho, él emplató esta delicia. Mientras mojábamos los trocitos de pollo en salsa se relamía los dedos como un poseso, soltando una retahíla de uhmmss que daba gusto solo de oírle. Así que mientras Lucas salía de clase -los miércoles que es el día en el que quedan, Kevin sale una hora antes y me hace de pinche- aprovechamos para fotografiar este plato que inicialmente, lo probé de pescado. Fue en una de esas jornadas de cocina internacional que hacíamos en la oficina de integración. Lo preparó una chica de indonesia pero con lomos de pescado y al horno. Para mi gusto salió seco, sin duda mucho más rápido y jugoso a la plancha. Ella no usó perejil sino albahaca asiática que yo por aquí no pillo ni en sueños. Con cilantro también es muy asiático aunque yo usé perejil que es más lo mío... y ajo, yo con ajo.
Ingredientes para 4 personas:
  • 2 pechugas cortadas en filetes o tiras grandes
  • el zumo de un limón
  • 200ml. de leche de coco
  • más o menos 2 cdas. de salsa de soja (no todas salan igual)
  • 2 dientes de ajo machacados
  • unas semillas de cilantro molidas
  • perejil o cilantro fresco
Ingredientes para el arroz:
  • 4 taza de té de arroz jazmín
  • agua con sal (hasta que cubra)
  • 200ml. de leche de coco 
  • opcional: si puedes, unas tiras de hoja de banano que le otorga un aroma muy sutil pero muy auténtico
  • un poco de aceite de coco


Preparación:

  1. Corta las pechugas en tiras grandes a modo de lomitos. En un bol, las dejas macerar con el zumo de limón, la leche de coco, el ajo machacado, la salsa de soja y las semillas de cilantro molidas. Deja que macere por lo menos un par de horas.
  2. Mientras preparamos el arroz. En una cacerola con fondo difusor coloca el arroz previamente lavado, cubierto al ras con agua con sal. No necesita mucha agua el arroz jazmín y menos a éste que le falta por echar la leche de coco. 
  3. Lo llevas a ebullición, le añades la leche de coco, esperas a que vuelva a hervir y lo retiras del fuego sin abrir. A los 5 minutos, abres la tapa, lo remueves con una cuchara de madera y lo vuelves a tapar. 5 minutos después, casi me juego el pellejo a que estará tierno. Sino es es así, lo vuelves a tapar otro poco. Si ya está tierno, lo mueves un poco con la cuchara para que evapore un poco la humedad y así quede seco en el plato.
  4. En una sartén, mojada con un poco de aceite de coco, fríe las pechugas escurridas hasta que tengan un bonito color dorado. No cargues mucho la sartén para que no se "cuezan". Al terminar, añade a la misma sartén el líquido de la maceración y dejar que la salsa coja color. Añade el perejil picado.
  5. Antes de servir, baña cada filetito de pollo en la salsa y lo emplatas sobre una capa de arroz. Sirve la salsa aparte para cada comensal se sirva a su gusto.

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